«Una embajada para la paz»

La biblioteca de la Cárcel Distrital es chiquita, es un espacio pequeño con cerca de 8.000 ventanas, porque hay 8.000 libros en la colección.

Por: Biblored

 

La coordinadora de la biblioteca de la Cárcel Distrital y los procesos de lectura con privados de la libertad sonríe cuando habla de su trabajo con la comunidad. No se ve ansiosa por la entrega de su cargo en la Biblioteca de la Victoria, donde tiene procesos consolidados con varias poblaciones; con el tiempo, dice, ha aprendido a soltar. En los casi cinco años que lleva trabajando en la Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá ha realizado procesos, o, como dice ella, siembra de palabras en diferentes localidades de la ciudad: Usme, San Cristóbal, Tunjuelito y espacios en los que el libro y la lectura no tenían un lugar ganado, como la Cárcel Distrital.

Ángela Mesa Salavarrieta, o profe, como le dicen los privados de la libertad y varios usuarios de sus talleres, permanece callada a la pregunta de cómo se imagina su vida sin libros. Después de un rato responde que no tendría las palabras para nombrar una vida así, sin la alegría de leer. Se considera tímida, aunque no se evidencie en sus clubes y talleres. Conoce los pasillos y recovecos de la Cárcel Distrital y a cada uno de los promotores que ha ayudado a formar dentro del centro penitenciario. Trabajar en la cárcel la cambió: el ejercicio de promoción, dice firmemente, es horizontal, un aprendizaje para todos los asistentes.

Muchas personas no se imaginan cómo es la biblioteca de la cárcel, ¿podrías describirla?

Yo hablo de la biblioteca de la Cárcel Distrital, que es la que conozco muy bien. Es chiquita, es un espacio pequeño con cerca de 8.000 ventanas porque ya hay 8.000 libros en la colección. Parte de esa colección se la debemos, o más bien, es que el plural no me lo puedo sacar cuando hablo de ese proceso, parte de esa colección vino de acá de BibloRed, como una donación; otra parte, y esto es interesante, ha sido una donación de los autores que nos han acompañado, que salen tan impactados de lo que pasa allí que dicen “no, pues esos libros que tengo en la biblioteca yo ya los leí, mejor que vengan acá y que los lean ellos”. Todas esas donaciones han venido alimentando la colección, son libros que, además, son muy sentidos, es decir, la gente los dona con un propósito. Así han hecho nuestros autores, que gentilmente nos han acompañado. Veintitrés autores entrevistados el año pasado, y todos ellos le han dejado algo a la biblioteca.

La descripción física es eso, un espacio pequeño con 7.000, 8.000 ventanas, cuidado por unos personajes muy particulares que son los bibliotecarios de allá, los promotores de lectura de la cárcel, formados en este proceso, que son los jardineros fieles de ese espacio. Un sitio que ahora es blanco, antes era del mismo color de toda la cárcel. Felizmente en esa institución tomaron la decisión de darle otro toque a la biblioteca. Es un sitio donde siempre hay charla, siempre se está dialogando, siempre se está leyendo. Claro, también ha sido un reto porque lo que veníamos haciendo era formar. Teníamos varias líneas de trabajo en la cárcel, una de ellas era formar promotores internos que pudieran ir a contar todo esto a los patios, hacerlo de otra manera, ha sido algo que se ha fortalecido.

Es un sitio de acción, y poco a poco, y esto también es una cosa feliz, es un sitio que va teniendo un lugar, que va siendo reconocido dentro de la dinámica carcelaria. Eso no es fácil, porque imagínate, si a veces queda difícil que la biblioteca pública sea reconocida dentro de la dinámica de ciudad, que se reconozca un espacio de lectura autónomo, libre, donde no hay un tutor que te esté tomando a lista y te diga, muy bien, tiene 5, que son los imaginarios que muchas instituciones tienen frente a la lectura. No es solo la cárcel, muchas instituciones tienen la idea de que la lectura es si es evaluada, la lectura es si tiene un propósito académico, la lectura es “si sirve para algo”. Entonces, claro, esas ideas también estaban en la cárcel, así que ha sido un espacio al que, poco a poco, todos se han venido acercando, han venido husmeando un poco qué es lo que pasa ahí. Es el espacio que ha garantizado que otra idea de lectura y escritura se teja en esa institución.

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