«Las mujeres Wounaan»

Por: Laura María Rodríguez

 

 

El informe de la Comisión de la Verdad dedica un capítulo a las violencias y daños contra los pueblos étnicos de Colombia, denominado Resistir no es aguantar, en la parte III se analiza y se retoman algunos relatos sobre el daño a las mujeres indígenas y sus formas de resistencia, allí se afirma que, el conflicto armado “impactó sus redes comunitarias y familiares, fragmentó la relación con el territorio, modificó sus usos y costumbres, desestructuró los gobiernos propios”, no obstante, fueron las mujeres quienes mantuvieron la memoria y la vida cultural de los pueblos: “Las mujeres indígenas constituyen la base de supervivencia física y cultural de los pueblos indígenas y su contribución no solo ha trascendido procesos culturales, sino que también ha impactado el impulso de la agenda de derechos reconocidos a los pueblos indígenas y la defensa y protección de las culturas y los territorios”.

Esta tercera entrega sobre la comunidad Wounaan, dialoga con el relato de las mujeres, con su mirada sobre el antes y el después del desplazamiento forzado, las transformaciones y las permanencias después de tantos años lejos del territorio.

Dialogamos con varias mujeres de la Comunidad Baud Mos, para ellas el territorio y su organización depende de las mujeres, su quehacer está estrechamente vinculado con el espacio que habitan, en la medida en la que, por ejemplo, sus artesanías son reflejo de ello, el color de la naturaleza y sus formas, le dan esa esencia y un matiz particular a los diferentes accesorios que crean.

Paradójicamente, en cuanto a la organización familiar y a las posibilidades de participación, las mujeres sienten que han ganado mucho en la ciudad y que su espacio comunitario ahora se comparte de igual a igual con los hombres, antes en sus territorios, como lo narra Cecilia Moya Chocho: “nos tenían por allá, usted tiene que estar haciendo su oficio, solo los hombres van a las fiestas y nosotras las mujeres en la casa. Eso venía en la enseñanza de nuestra madre, ya decía mi mamá que nosotras las mujeres siempre teníamos que estar haciendo el oficio de la casa y los hombres no, los hombres tienen que irse simplemente a buscar el pescado o cualquier cosa tipo de comida y nosotras estar atendiendo”.

En la ciudad esa dinámica cambió, las mujeres han reclamado un espacio de participación en sus comunidades y cabildos, y han logrado tener, no solo representación sino también incidencia en las decisiones que se toman en su Dichardi y en diferentes escenarios de participación social. Este tránsito no ha sido fácil, como ellas mismas lo narran, les ha implicado sentir miedo o vergüenza de hablar en público, porque a veces sienten que se pueden burlar de ellas porque no hablan tan bien el español, que termina siendo su segunda lengua. Así y todo, con sus miedos, reconocen que si no hablan no se visibilizan como indígenas y como mujeres, es por eso que han logrado hacerlo y se han esforzado por poder lograrlo.

Eso en cuanto al espacio público, en el espacio privado, también ha sido una lucha para ellas lidiar contra el machismo y lograr que los hombres también cumplan con las labores del hogar y que se compartan las tareas: “nosotras les exigimos a los hombres y nos dividimos cualquier actividad, usted lleva el niño al jardín o yo recojo el otro, así estamos trabajando colectivamente, antes no era así”. También han reclamado espacios de ocio, para que, como ellas mismas lo mencionan, como mujeres tengan espacios para divertirse, salir de la casa y sentirse felices. Reconocen que hay varios hombres que aún presentan resistencia a los procesos que ellas llevan, tanto desde lo público como desde lo privado, pero eso no las detiene. En la actualidad, la Comunidad Baud Mous cuenta con un grupo de mujeres coordinado, que trabaja en beneficio de ellas, en su participación en ferias de emprendimientos o en el desarrollo de diferentes actividades para su bienestar: “Como le dije todavía no somos visibles, pero estamos hablando el tema de mujeres para fortalecernos más, hay mujeres que si quieren estar de lleno, pero tienen su trabajo en la casa, tejen sus artesanías, si no teje pues usted tampoco se consigue la plata, pero hay mujeres que sí están de lleno”. A las mujeres Wounaan la reivindicación de sus derechos, les ha implicado transformar sus tradiciones para garantizar espacios de equidad y participación, que a largo plazo puedan llegar a sus territorios.

 

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