«Repercusiones de la movilización social en los territorios de Bosa y Techotiba»

Por: Mauricio Castellanos

 

 

El Paro Nacional del 2021 será recordado como uno de los hitos históricos en las luchas sociales del país, que dejó grandes logros, consolidando el camino para incidir en la conciencia colectiva de la necesidad de un cambio. Que se evidenció en el ascenso de un gobierno de corte liberal, socialdemócrata y progresista y las múltiples formas de protesta social, que continúan al día de hoy a lo largo y ancho del país, síntoma de las profundas desigualdades sociales.

Uno de los protagonistas de ese momento histórico fue la juventud, que en las grandes ciudades y en pequeñas poblaciones, acudió al llamado del paro nacional, y no era para menos, porque incluso en los años anteriores a esta movilización popular, los y las jóvenes del país habían dado muestras valerosas en las movilizaciones estudiantiles de la MANE en 2011, la solidaridad expresada en el Paro Campesino del 2013, el formidable movimiento de denuncia de corrupción en la Universidad Distrital, que logró la solidaridad de universidades privadas en 2018 y el paro nacional de noviembre de 2019.

Sin embargo, la estigmatización, persecución y barbarie contra los y las jóvenes líderes que participaron en estas movilizaciones no ha cesado, debido a la matriz mediática del establecimiento y sus altavoces en los grandes conglomerados de la información. El pasado 9 de agosto de 2024, en el Portal Resistencia, el Padre Javier Giraldo, expresó su apoyo a las juventudes movilizadas:

“Nos han vendido la idea de la primera línea como la de un grupo terrorista, prefabricado, que fue inducido desde otros países, para buscar un derrocamiento del Estado. Pero fue preparado durante varios años progresivamente como una protesta legal, una protesta social comunitaria, que fue recogiendo ideales de justicia en muchas regiones del país”.

Es importante resaltar que muchos de los y las jóvenes que participaron, posteriormente, se convirtieron en actores sociales que dinamizaron la vida política, cultural y ambiental de los territorios, siendo las y los protagonistas de la inconformidad frente al desastre de más de treinta años de las políticas de mercado (neoliberalismo), que convirtieron los derechos fundamentales como la salud y la educación, en viles mercancías.

El delito más grande de las masas inconformes, fue haber hecho realidad, que los paros sí eran posibles y podían cumplir su fin, echar para atrás las medidas impopulares. Pero, el alto costo que han tenido que pagar las y los jóvenes que participaron aún se contabiliza en muertos, desaparecidos, violaciones, persecuciones y estigmatizaciones, por haber transitado el camino de la movilización popular, que se manifestó en los millares de bloqueos a lo largo y ancho del país, que frenaron el aparato productivo, obligando al gobierno Duque a retirar los proyectos de reformas tributaria, de salud y la renuncia del ministro de Hacienda.

Los territorios de Bosa y Techotiba, fueron uno de los tantos puntos de la ebullición social, concentrados en el Portal Resistencia, El Tintal, Banderas, Techo y Chicalá, no fue gratuito que se diera en algunos de estos sitios, pues allí, se venía trabajando acciones culturales, sociales, ambientales y de comunicación alternativa, que emergieron como una potente fuerza de cambio, manifestándose en las ollas populares, las huertas y las diversas manifestaciones artísticas con compromiso social.

Sin embargo, la cruda realidad  de la estigmatización,  ha sido la criminalización de uno de los actos más generosos de la humanidad, que es la solidaridad, la fraternidad humanista y la unión de los pueblos contra las injusticias, como fue el paro del 2021, donde los y las protagonistas fue  la juventud.

Hoy, es posible reconocer que hay un recrudecimiento de la violencia contra los dirigentes sociales, amenazas y hostigamientos contra colectivos culturales y juveniles,  que trabajan en el espacio público y con las comunidades y que pese, a las alertas tempranas de la Defensoría del Pueblo, asesinaron  a los integrantes de los Colectivos Culturales Distreestyle y la Comunidad del Bicho, Camilo Sánchez (MC CUB) y Camila Ospitia.

Es importante señalar que en los últimos días la policía capturó a los responsables de los asesinatos de los jóvenes líderes culturales, sin embargo, de acuerdo a las informaciones dadas por las autoridades del distrito, este crimen iba dirigido a otro de los líderes, lo que evidencia el ambiente de zozobra e  intimidación a las organizaciones culturales de este sector de la ciudad.

Por último, resaltar que estos fenómenos de violencia contra la juventud y la comunidad en general, hacen parte de la estrategia del gran capital en los procesos de renovación urbana en la zona suroccidental de la ciudad, encubriéndola de guerra de organizaciones criminales,  pues, como dicen los abuelos, matan tres pájaros de un solo tiro, en primer lugar buscan postrar a las organizaciones sociales, que se han levantado en defensa del territorio; en segundo lugar, buscarán mermar la influencia de las ideas progresistas hacia las elecciones 2026 y; en tercer lugar, castigan y criminalizan las expresiones inconformes de los y las jóvenes y sus liderazgos.

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