«Sie, la diosa del agua»

Por: Edgar Suárez

 

 

Si su gesto no estuviera en mirar lo próximo —la tierra, el agua y los seres que la habitan— y pudiera levantar su rostro de piedra para mirar el horizonte, la diosa Sie o diosa del agua, o mejor su monumento, vería la mañana soleada sobre los cerros orientales, un par de nubes blancas sobre el fondo azul brillante encima de la montaña; vería, seguramente, con sus ojos líquidos, el camino que viene desde los cerros y que es llamado desde la década del cuarenta, por habitantes y transeúntes, avenida de las Américas. A las espaldas de la diosa, más allá de las columnas que la acompañan, un arbusto seco y el pasto que va convirtiéndose en polvo de verano parecen mantenerse en plegaria pidiendo, probablemente, un trago para la sed de la tierra, pues hoy hay racionamiento en el cielo y en los grifos de la localidad.

A esta diosa no le dejaron mucha vegetación cerca, aunque fuese para que le sirviera de compañía mientras la agobia el tráfico. La han dejado completamente aislada, no se le permiten visitas, apenas llegan esporádicamente algunas gentes a dormir y una que otra paloma desubicada. Para llegar al monumento es preciso atravesar un río de automóviles que solo se detiene en las horas pico.

El monumento a Sie se ubica justo en la entrada de Techotiba, este territorio de grandes aguas, a la altura del barrio Marsella, cerca de la canalización del río Fucha. La figura de Sie fue tallada en piedra por María Teresa Zerda, a quien le pagaron cinco mil pesos de la época. Aunque el monumento pase desapercibido, es como un portal que da la bienvenida a los millones que por allí transitan, ya sea de salida o de regreso a sus casas y barrios.

La ubicación inicial del monumento a la diosa Sie fue proyectado en el marco de la Novena Conferencia Panamericana en el año 1948, cercano al monumento de Banderas. Para aquel entonces, contaba con una fuente de agua que la diosa observaba cabizbaja. Como es sabido, ese año los dioses del fuego harían un doblez al siglo en la ciudad y el país. Así que nuestra diosa hecha monumento se quedó con los crespos hechos y al parecer no tuvo evento ni discurso rimbombante para su inauguración. Con el cambio de siglo y la destrucción de parte de la alameda que tenía la avenida para dar paso a Transmilenio, el monumento se trasladó a donde está en la actualidad. En el trasteo perdió algunos animales de piedra y la fuente de agua, la cual fue reemplazada por baldosines azules para simular un pequeño estanque, pero tanto por su presencia y su uso más parece un orinal. Paradójicamente cuando los aguaceros arrecian, en la vía, al lado del monumento, el agua se empoza en tres de los carriles de la avenida generando un pequeño estanque.

Al consultar al Gobernador del Cabildo Mayor, Tchunsa Xieguacinsa Ingativa Neusa, aclara qué es Xie y sobre ella nos dice: “Desde la ley de origen y ley natural, desde el pueblo nación Muysca Chibcha existen visiones de esa ley natural, de cómo entendemos la vida, la vida como un libro de fluir, la vida libre en su movimiento y que ella se expresa, se manifiesta de diversas maneras en lo que llaman la creación, Muisquin, la naturaleza. Entre sus componentes, el agua es una de las más importantes en cuanto a contenedores de información y contenedores de vida. Xie es laguna, somos hijos de la laguna de donde salió la madre Bachué y el padre Iguaque, su compañero niño. Por eso para nosotros ir a las lagunas es asistir a la casa del padre y de la madre. Como hijos del agua tenemos la misión  de cuidarla, desde el Cocuy hasta el Sumapaz. Es nuestro territorio y franja única de biodiversidad que corresponde a la matriz del agua. En su gobernanza hay un ritmo entre el Amazonas y los Andes, especialmente en esta franja donde el viento, la serpiente del viento, mueve a la serpiente del agua y queda penetrada aquí en las montañas de los Andes del territorio Muysca Chibcha, en el territorio de los hijos del techo del cielo como dicen los amazónicos. Para los Muiscas el agua es la memoria, es el origen y Xie es la matriz, es la laguna”.

Así que, como lo evidencia el pueblo Muisca, es bastante claro que en los páramos, quebradas, nubes, humedales y lagunas se ordena y significa este territorio, allí nace y se recrea la vida.  Sie es esa vida generada y ordenada por el agua. Así que Sie de seguro podría, o puede, sentir cómo más allá de los cerros a unos cuantos kilómetros de la gran ciudad, entre frailejones y arbustos, se genera el milagro que alimenta el ciclo, que permite que el agua baje entre las piedras bajo el canto de las aves. Sie debe percibir el peso del agua empozada y extraída para cambiar su curso y saciar la sed del pretendido desarrollo y del crecimiento de la gran urbe que va tragándose uno a uno a los municipios vecinos. Sie debe sentir como con el paso por las ciudades y pueblos, el agua es contaminada más acá y más allá de sus desembocaduras, pero, aun así, y a pesar de las inclemencias del cambio climático, ahí sigue su curso, porque tal como dice un poema de Ricardo Yañez: “el agua no es el agua, es la música del agua”.

Hace más de setenta años se erigió la estatua de la diosa. Para ese entonces, en estos territorios, se secaban los humedales para dar paso al ganado vacuno y al humano. Pronto aparecerían los barrios y el poblamiento acelerado que incluía inundaciones y conflictos en torno al agua. Un monumento también nos puede hablar del camino que conforma nuestro presente, puesto que estos conflictos en torno al agua, que han sido y que permanecen, han ido generando al tiempo, acciones y movilizaciones que, aunque no conozcan o reconozcan a Sie, siguen sus designios de cuidado.

Nada más a algunas cuadras del monumento, aún se debate el destino del bosque Bavaria, allí hay gente con tierra en las manos resignificando su territorio. Más al sur las comunidades evidencian la importancia de entender los ciclos del agua para ordenar el territorio, enfrentándose a los planes que tiene el capital sobre los barrios y sus paisajes. En otro barrio un grupo de ciudadanos siembran árboles en su cercanía de manera casi clandestina. Por aquí y por allá aparecen pacas digestoras y huertas comunitarias que se hidratan con la palabra y con un poco de ayuda de las vecinas. Tal vez, es por toda esta gente que desde cada rincón va reconfortando la fuerza de Sie, que ahora el cielo ha empezado a cerrarse. Suena un trueno lejano, parece que esta tarde va a llover.

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