«¿Control político, persecución o campaña electoral?»
Por: Laura María Rodríguez
Como bochornoso podría calificarse el control político que fue citado el pasado 19 de septiembre por una de las edilesas de la localidad de Kennedy a los medios de comunicación, sin previo aviso, sin comunicación directa y sin convocatoria pública, como ya lo había hecho hace más o menos un mes, cuando, en un primer control político, publicó las fotos de la fachada de la casa de una de las compañeras de un medio popular del territorio, aludiendo que, en esa casa no podía haber un medio de comunicación porque en la entrada se evidenciaba que era una venta de hilos.
Grasso error el de la señora que se hace llamar abanderada de los medios alternativos, populares y comunitarios, desconoce su realidad y las condiciones muchas veces precarias, en las que tienen que ejercer su oficio, ¿Qué esperaba encontrar? Un letrero gigante de neón como los de Caracol o RCN, los medios comunitarios como un oficio popular no cuentan con sede propia y su esfuerzo se traduce apenas en la posibilidad del hacer por vocación sus medios. Aún así, la pregunta que dejó en el aire con mala intención fue la de y ¿Qué hacen los medios con el dinero de la pauta? La respuesta es muy clara producir, movilizarse para grabar, hacer cubrimiento, editar, pagar la luz del computador y de los equipos con los cuales pueden sacar estos productos, imprimir sus medios, convocar a la gente y hacer discusiones en una radio o en un medio digital, no importa, pero lo que sí es claro es que las pautas que se han recibido de la Alcaldía Local no han hecho rico a nadie, es más no han pagado el sueldo de nadie, pero han cumplido con su principal función que es propiciar que al menos, los medios tengan un recurso que les permita mantenerse activos.
Además, la entrega de este pautaje se da, primero, por una lucha histórica de los medios en la ciudad y en el país por la redistribución del sistema de pautaje, para que esta sea equitativa y cumpla con la Ley de Tercios, que garantice la redistribución de estos recursos entre los medios masivos, públicos y comunitarios; así como el cumplimiento de la Circular 001 de 2021 expedida por la Consejería de Comunicaciones de la Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Bogotá, que plantea los lineamientos para Ia democratización y participación de los medios comunitarios y alternativos de Ia ciudad de Bogotá dentro del desarrollo de las acciones de comunicación pública que se adelanten por las diferentes entidades y organismos que integran Ia Administración Distrital, y que los medios han hecho cumplir a las administraciones locales, a través de mesas y reuniones concertadas.
Por otro lado, en dicho control político, otros ediles y edilesas aprovecharon el espacio para reivindicar su importante labor y acompañamiento a los medios de comunicación comunitarios locales, afirmaciones totalmente falsas, ya que, durante casi tres años de sesionar el Consejo Local de Comunicación, apenas unas tres o cuatro veces se ha realizado el debido acompañamiento como parte de la Mesa Técnica y la JAL en su totalidad ha hecho caso omiso a las solicitudes de cambio en el acompañamiento. Aun así, no tuvieron reparo en reclamar lo que le corresponde al pueblo y a la primera mesa de medios comunitarios, alternativos y populares que fue la de Techotiba, y es la creación de todos los acuerdos, documentos, políticas públicas y conformación del Consejo Local, igual, nada extraño en épocas de elecciones.
Finalmente, dicho control se cerró con la expresión sorprendida de la JAL al escuchar sobre el mal manejo de los recursos públicos que vienen haciendo los operadores de proyectos en la localidad, que de manera reiterativa distribuyen mínimos recursos para los medios alternativos, comunitarios y populares, propiciando en muchas ocasiones que se queden con dichos recursos o que prefieran entregárselos a los grandes medios o a medios de otras localidades; situación que se viene repitiendo en sectores como el de mujeres, medio ambiente, comunidades étnicas y casi todos los sectores sociales de la localidad.
Con este panorama nada alentador, resulta aún más decepcionante evidenciar a medios locales aliados a estos ejercicios de persecución hacia aquellos y aquellas que llevan más de 30 años luchando por la comunicación en la localidad; al parecer hay varios medios y colectividades interesadas en permitir el ingreso de grandes conglomerados de comunicación que se hacen llamar alternativos, como ya había pasado a inicios del año con grandes recursos locales.
Lo que paso ese mismo día en la Asamblea de medios no fue fortuito, fue toda una estrategia de sabotaje de una instancia ciudadana, conformada por personas y por medios que contra viento y marea vienen tratando de consolidar una comunicación con enfoque y resistencia local.
El llamado es a establecer un diálogo respetuoso entre los medios y la JAL, evitando a toda costa la persecución y reconociendo la función concertadora y conciliadora del Consejo Local de Comunicación.