En Colombia desde el año 1992 se conmemora el día del reciclador, no es una celebración, es el año que marca la masacre de cerca de 10 recicladores en la Universidad Libre de Barranquilla, un caso de extrema violencia, en el que, según relatan los testigos de la época, los recicladores eran invitados por los celadores a extraer material de la Universidad, para luego ser asesinados a sangre fría con el único propósito de utilizarlos para la clase de anatomía y vender sus órganos. La barbarie cesó cuando Omar Enrique Hernández López logró salir con vida del anfiteatro de la Universidad y denunciar los hechos atroces que venían ocurriendo. Lo que sucedió ese día e incluso la manera como se cubrieron los hechos, como fueron nombrados y olvidados rápidamente por la mayoría de los medios de comunicación, es un reflejo de la vulnerabilidad del oficio del reciclador y del poco valor e interés que representaba para la sociedad de esa época.

Pero sus nombres y sus vidas no fueron olvidadas, desde ese año y hasta el 4 de agosto de 1999 cientos de recicladores les rindieron homenaje cada 1 de marzo, la Ley 511 estableció esta fecha como el Día Nacional del Reciclador y del Reciclaje, fue un reconocimiento por parte del Estado, demasiado pequeño, comparado con las luchas que los recicladores tendrían que emprender años después para defender su oficio.

Desde el año 1994 se ha hecho evidente el interés del Gobierno por impedir el acceso a la basura y por privatizar el Servicio Público de Aseo, pero es hasta el año 2003 que esta situación se presenta con más fuerza y toma un giro inesperado, cuando en el proceso de concesión del servicio de aseo de Bogotá, la ANR y la ARB demandan a la entidad pública a cargo de la licitación por violación de sus derechos fundamentales a la igualdad y a la participación. En la tutela T 724 del 2003, la Corte Constitucional falla a favor de los recicladores y ordena a la administración pública la repetición de la licitación y la modificación de la normativa del servicio de aseo, todo lo anterior con el fin de generar espacios de participación que disminuyeran las condiciones de desigualdad de los recicladores como población vulnerable.

Las luchas han sido muchas, no solamente la de ser reconocidos como gremio, sino la de garantizarle un mínimo vital, a un amplio sector social en Colombia que sumido en la pobreza ha encontrado una oportunidad de salir adelante, en la lucha por la democratización de la basura, en condiciones dignas y demostrándole a las empresas privadas y a los grandes monopolios que desde la base social también hay posibilidad de organización.

De esta lucha sale como resultado que en el Primer Congreso Mundial y Tercer Congreso Latinoamericano de Recicladores que se celebró en marzo del 2008, fuera Colombia quien propusiera el 1 de marzo como el Día Mundial del Reciclador, propuesta que fue acogida por los más de 30 países participantes de dicho Congreso en el que se destacó la importancia de los avances jurídicos y legales en la defensa de los recicladores emprendidos por Colombia, herramientas fundamentales para la dignificación y el reconocimiento del oficio de miles de personas en el país, en palabras de Silvio Ruíz, pronunciadas en la instalación del evento, el día del reciclador no solo conmemora las vidas perdidas en Barranquilla en 1992: “Este día es una conmemoración, no una celebración, porque aún no tenemos mucho para celebrar. Hoy, gracias a todos, conmemoramos el Día Nacional del Reciclador de Colombia, recordando a compañeros que han muerto, después de 40 o 50 años de trabajar como recicladores, sin salud, ni pensión, ni vivienda, ni seguridad. Los recicladores mantendremos las manos en la basura que nos da nuestro sustento, pero la cabeza fuera de la bolsa, para pelear por las políticas públicas y mejora de los beneficios. Unidos podemos luchar por lo que es necesario”.