«El Campanazo»![]()
El impreso que pasó de ser una excusa electoral a una apuesta en contra del statu quo
Por: Yannick Delgadillo
El Campanazo fue una apuesta de comunicación comunitaria y alternativa que emergió en el barrio Patio Bonito, en la localidad de Kennedy, a inicios de la década del 2000. Se creó inicialmente como una excusa electoral del exsacerdote Adolfo Duarte Torres, quien ganó una curul en la Junta Administradora Local. Después de esa primera edición, Jairo Quique, uno de sus primeros integrantes, y quien tenía alguna cercanía con el cura, le comentó que querían hacer un medio de comunicación: “Adolfo nos dijo, pues hay un periódico que ya existe, se llama El Campanazo y si ustedes están interesados, podemos revivirlo”. En efecto, eso fue lo que sucedió a partir del año 2002.
Este nuevo equipo del medio de comunicación estaba conformado principalmente por jóvenes de la universidad pública que decidieron organizarse en torno al trabajo social, allí se creó la Escuela Juvenil Comunitaria. Esta Escuela logró impulsar iniciativas de trabajo, entre las más destacadas, el cine club y el periódico: “La particularidad de El Campanazo y parte del éxito que tuvimos, en su momento, obedeció al estrecho vínculo que existía con la parroquia de Patio Bonito, Primer Sector, la parroquia Santa Luisa de Marillac y con el párroco que estaba en ese momento, que era el padre Humberto Fuentes. (…) también hay un tejido social, un tejido colectivo que se hizo a través de muchos años, algo más de 10 años de pertenecer a la parroquia y cuando el salto al trabajo comunitario ya tiene que ver con un ejercicio más político, reflejado en la comunicación comunitaria y alternativa”. Además, estos dos nuevos escenarios de trabajo comunitario les permitió comenzar a vender el periódico y generar una pauta con la que podían sostener el medio de comunicación: “Los domingos, uno o dos domingos del mes, a la salida de las misas, eran cinco misas en el día; nos teníamos que organizar y distribuir para que nos dieran el micrófono en el momento de los avisos parroquiales, recordarle a la gente que el periódico estaba a la venta, que valía 500 pesos y hacerles un esbozo rápido de tres o cuatro temas importantes que saldrían allí”.
La falta de un espacio de participación en la comunidad de Patio Bonito para poder contar las problemáticas hizo que surgiera la idea de un medio impreso, en el que se pudieran plasmar las voces de los habitantes. El resultado fue un elemento de conexión entre las personas, donde podían generar análisis, opinión y expresión artística; la construcción y el cómo se nutría El Campanazoera gracias a la Escuela Juvenil Comunitaria. Para escribir en el periódico no era necesario ser parte de la Escuela, el único requisito era sentir la inquietud de escribir, tener las ganas de hacerlo, no se tenía que ser un experto, todo el trabajo desarrollado allí se hizo desde el empirismo, porque en sus inicios ninguno tenía formación o conocimientos en comunicación o periodismo, aunque sí en otras áreas como educación, economía o ingeniería.

En el contexto nacional, el nacimiento de El Campanazo coincide con uno de los periodos más complejos de la historia nacional, de mayor persecución política y censura informativa, el inicio de los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez, también conocidos como los de “la seguridad democrática”. Ambos periodos fueron altamente autoritarios y deficientes en sus garantías a los derechos humanos. Mientras tanto, en Bogotá, el alcalde Enrique Peñalosa, y su “genialidad” de Plan de Ordenamiento Territorial (POT) traía Transmilenio a la localidad. Estas dos coyunturas generaban el ambiente perfecto para crear debate dentro de las páginas del periódico, paginas que reflejaban de forma directa la inconformidad de la comunidad.

De esa ardua labor comunicativa es que El Campanazo desarrolla como eslogan “Comunicación alternativa y comunitaria”, definiendo para sí mismos lo alternativo como todo aquello que generaba un contrapeso informativo a la prensa tradicional y el statu quo que ésta establece.
El Campanazo fue ese factor clave que ayudó a engranar el tejido y la vida organizativa de Kennedy. En general, tenía una gran acogida, por eso más de una persona se acercó a decir: ‘yo quiero participar, tengo esta idea, pero no tengo ni idea de cómo escribir’, ahí el ejercicio que tomaba el periódico era el de traducir todo aquello que la gente quería expresar.
En el año 2006, El Campanazo gana el premio a la Comunicación Comunitaria y Alternativa en la categoría de impresos, premio impulsado por la Alcaldía de Bogotá, y fue el reconocimiento a todo el trabajo que habían desarrollado durante 4 largos años.
En el año 2009, el periódico llega a su fin y su sucesor es el boletín El Guache, producido por menos personas y distribuido debajo de las puertas en Patio Bonito, Primer Sector, cada dos o tres meses de forma gratuita, gracias a lo que quedaba del premio que se habían ganado.
Puede que el periódico terminara, pero su legado y memoria permanecen en los archivos históricos de sus lectores, en las redes que ayudó a consolidar, y en la vida de aquellos jóvenes que se arriesgaron a participar y a quienes, seguramente, esta experiencia les cambio la vida.
Recordar a El Campanazo es un acto de resistencia y reflexión sobre la construcción de una apuesta crítica para la comunicación alternativa y comunitaria de lo que hoy conocemos como Techotiba.