«Gusanos de Miami»

Por: Luis Eduardo Tiboche

 

 

“Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia a plagar la América de miseria en nombre de la Libertad”, escribía Simón Bolívar en una carta dirigida al coronel Patricio Campbell el 5 de agosto de 1829. Hoy, sin dudarlo un segundo, podríamos agregar que el imperialismo gringo parece estar destinado en su fase decadente y terminal a derramar la sangre de los pueblos a lo largo y ancho del planeta, con total impunidad y pasando por encima de todas las normas y acuerdos construidos por las naciones, pasada la Segunda Guerra Mundial.

El gobierno estadounidense, en cabeza del desquiciado presidente Trump, no solamente viola toda la normatividad a nivel global, sino que, además, y de manera traicionera y aleve, realiza agresiones contra los pueblos, y para la muestra solamente dos botones recientes. El ataque al pueblo iraní y a su gobierno a través del genocida Netanyahu, mientras le convidaba a sentarse a negociar acuerdos sobre el uso de tecnología nuclear. El ataque a Catar en su capital Doha, buscando asesinar a los negociadores del Movimiento Palestino Hamas, quienes estaban considerando un plan para detener la guerra cometida contra el pueblo palestino, plan propuesto por los mismos Estados Unidos.

Con la consigna “América será grande de nuevo”, Trump se lanzó desde el primer minuto de su gobierno a una guerra contra los inmigrantes, en su mayoría latinoamericanos, acusándolos de ser los peores criminales y delincuentes, expulsando a miles de ellos. También inició una guerra global imponiendo aranceles a diestra y siniestra, tanto a amigos como a “enemigos” declarados. Rusia, China, Brasil, India, México sufrieron la arremetida con aranceles que van desde el 10% hasta el 50%, con el argumento que las balanzas comerciales son desfavorables a la nación del norte y que la mayoría del mundo se ha aprovechado y ha estafado a esa nación.

Obligó a sus “socios”, los gobiernos europeos, a subir la inversión hasta el 5% del PIB en temas de defensa a través de la OTAN, es decir, una compra masiva de armamento para seguir alimentando al complejo global de la muerte, representado por las transnacionales de la industria militar, entre otras Lockheed Martin, Boing, BAE Systems, armas que serán trasladadas a Ucrania para continuar su guerra contra Rusia, a la cual Europa acusa de ser el enemigo invasor.

También los Estados Unidos siguen ejerciendo una presión para que los países europeos y asiáticos se distancien de China, a quien definitivamente consideran su enemigo principal, esta presión pasa por exigir a estos gobiernos que no compren más petróleo ni gas ruso buscando entre otros distanciar a los dos gigantes.

Israel “la democracia modelo de Oriente Medio”, según Occidente, continúa cometiendo un genocidio contra los palestinos de la mano de los Estados Unidos y acompañados por la mayoría de países europeos encabezados por Francia, Alemania y Gran Bretaña. Además, pretenden rediseñar el mapa geopolítico de la región, para lo cual y de manera permanente bombardean Siria, Líbano, Yemen e  Irán, este último al que consideran su principal enemigo en la región.

El último “plan de paz” presentado por Trump, supuestamente para acabar la guerra, que no es guerra sino genocidio, es más un ultimátum al pueblo palestino, a sus organizaciones políticas y armadas. Está a todas luces elaborado por Israel y pasa por encima del derecho de Palestina como nación a la defensa y la resistencia armada. 

En esa misma dirección se inscribe el ataque La Flotilla Global Sumud en aguas internacionales y el secuestro de los activistas contra el genocidio, que buscaban romper el bloqueo impuesto contra el pueblo palestino y llevar alguna pequeña ayuda humanitaria.

Este marco de guerras y agresiones a los pueblos encabezada por los Estados Unidos y, lo repetimos una vez más, apoyados directamente o con el silencio cómplice de los países europeos, buscan mantener el statu quo y evitar que el mundo gire hacia la multipolaridad, un mundo que recupere una relación entre los pueblos basada en reglas y no en la imposición de un hegemón global, un mundo que se plantee desde un futuro compartido entre pueblos y no desde la imposición.

Este declive del imperialismo estadounidense ha traído consigo una decadencia del modelo de democracia liberal burguesa y las élites de este modelo están conduciendo a Occidente hacia una deriva fascista.

Hacia un mundo multipolar jalonado desde el Sur global

El momento geopolítico por el que atraviesa el mundo ha tenido una respuesta y unas acciones significativas en los últimos meses y semanas, las cuales van inclinando la balanza hacia un escenario multipolar liderado por China, Rusia y la India.

China lanzó su propuesta de “La nueva ruta de la Seda” desde el año 2013, un modelo económico y de infraestructuras con el que busca crear una nueva ruta marítima y terrestre que conecte Asia, África, Europa y América Latina. Paralelo a este modelo, desde el año 2010 se viene construyendo un bloque de países, inicialmente Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) el cual es considerado como un bloque político de economías emergentes, que ha venido desafiando el poder de los Estados Unidos,  buscando un orden económico más equilibrado que no dependa de la imposición del dólar como moneda internacional, sino que, por el contrario, trabaje por dar más peso en las decisiones internacionales a los países del Sur global. Los países de este bloque superan hoy el PBI de los países del G7, que hasta hace poco eran el club de los países más ricos del mundo.

A los BRICS se han sumado desde el año 2024 nuevos países como miembros plenos entre los que se cuentan Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Irán e Indonesia hasta sumar un 40% de la población global y el 30% del PIB de todos los países del planeta.

Otro actor que en el último mes ha entrado en el juego de la geopolítica global es la Organización de Cooperación de Shanghái considerada como la organización regional más grande del mundo en la que tienen presencia China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, India, Paquistán e Irán, organización que desarrolló durante el mes de agosto de este año una Cumbre Global en Tianjin, China, con la presencia de 20 jefes de Estado, la cual tuvo el claro propósito de promover un enfoque nuevo de multilateralismo y cooperación, un modelo de gobernanza frente a la imposición del unilateralismo trumpista, constituyéndose en un reto directo al modelo neoliberal impulsado por los Estados Unidos y la Unión Europea. Si el gobierno norteamericano busca aislar a Rusia y China ha logrado todo lo contrario y hoy su papel empieza a ser marginal en muchas regiones del planeta.

Y al Sur del río grande ¿Qué pasa?

El imperialismo gringo en su caída libre a nivel global busca por todos los medios mantener al sur del río grande bajo sus dominios y seguir considerando nuestros países como su patio trasero.

Una nueva arremetida contra Venezuela al declarar al presidente Maduro como líder del llamado “Cartel de los soles” y subir la recompensa por su cabeza a US50 millones, se suma a la declaración de grupos narcotraficantes como organizaciones narcoterroristas, entre ellos algunos cárteles mexicanos como el “Tren de Aragua”, en una “nueva lucha contra las drogas” que es el caballito de batalla con el que la nación del norte pretende continuar imponiendo su hegemonía en estas latitudes, hegemonía que, debemos recordar muy bien, significó, entre otras, el asesinato de más de 1 millón de iraquíes, afganos y demás pobladores de esas naciones invadidas y saqueadas, para no recordar el genocidio en el Japón en Hiroshima y Nagasaki.

La militarización de las aguas del Caribe impuesta por Estados Unidos y los ataques a varias embarcaciones pesqueras con un saldo de más de 15 personas asesinadas, ataque con misiles desde barcos de guerra de la armada gringa y la amenaza cada día más creciente del Ministerio de Guerra de esa nación de realizar acciones en territorio venezolano, es celebrada por la dupla conformada por el oscuro personaje, Marco Rubio, a quien le tiene sin cuidado los pronunciamientos de la ONU sobre la situación en el Caribe, todo esto dentro de una versión renovada de la doctrina Monroe, de “América para los americanos”.

Esta acción de guerra es rechazada por la mayoría de los países latinoamericanos, los cuales argumentan que la militarización de las aguas del Caribe está en contravía de la declaración de América latina y el Caribe como zona de paz adoptada por los gobiernos de la región en el año 2014 en la Habana, Cuba, y que insta a todos los gobiernos a respetar la soberanía de cada país y no intervenir en sus asuntos internos. La escalada norteamericana está convirtiendo el Caribe en un escenario de asesinatos sumarios contra latinos cometidos y celebrados por el gobierno criminal de Trump, con la única razón esgrimida, sin pruebas de ningún tipo de llamar narcoterroristas a seguramente pescadores caribeños.

Pero además es una escalada contra nuestro país el cual acaba de ser desertificado en su lucha contra las drogas, y la eliminación de la visa del presidente Petro por su postura en la reunión anual de la ONU en la ciudad de Nueva York, no solamente desnudando la fallida lucha contra las drogas a nivel global, sino reafirmando la postura de nuestro país contra el genocidio al pueblo palestino y la urgente necesidad de pasar de la retórica   y los vanos pronunciamientos de los países y la misma organización a acciones por detener el genocidio y salvar a Palestina, ya que en Palestina se está definiendo el futuro de la humanidad.

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