«La participación política de la mujer en Techotiba»

Por: Paula Camila Hernández

 

 

Diana Castro es Administradora Ambiental, especializada en Gestión y Educación Ambiental, egresada de la Universidad Distrital. Actualmente, se considera a sí misma una defensora del territorio, del agua y de la vida. En el año 2018 fue electa como edilesa de la localidad de Techotiba y en las pasadas elecciones del 29 de octubre resultó nuevamente elegida en la lista cerrada del Pacto Histórico. En entrevista con el periódico El Callejero, habló sobre el papel de las mujeres en la política, los retos que enfrentan y su situación actual en el territorio.

Cuál ha sido tu recorrido en la localidad relacionado con lo cultural y lo político

Yo vivo en el barrio Villamil, El Amparo, segundo sector, en la UPZ 80 Corabastos. Ahí crecí al lado de un humedal que, cuando era pequeña, no sabía que era un humedal. Comparto esta anécdota porque esa defensa del Humedal La Vaca, sector sur, definió prácticamente la persona que soy ahora, una defensa acompañada de muchos colectivos.
Realmente, siempre he sido más del tema ambiental, de azadón y pala. Yo no llegué a la política, literalmente la política llegó a mí. Más o menos, en 2017, yo hacía parte de diversos procesos ambientales de la localidad, también comencé a involucrarme con temas de mujeres, Aquelarre Techotiva, por ejemplo, y a conocer de una forma más amplia el tema de la organización social, no solo el tema ambiental, sino también el tema de la educación popular, cultural y otras áreas.

En un parche de estos, es dónde se empieza a hablar del tema político, del por qué las organizaciones no se tomaban estos espacios, me acuerdo muchísimo de la reunión en la que se planteó esta pregunta, ´¿Por qué nosotros no nos pensamos y nos unimos para participar en estos espacios, para que no sean los mismos de siempre los que queden?´. En ese momento, yo no tenía ni idea del panorama político, ni de los partidos, ni nada, yo era la de las mingas y ya, pare de contar. Entonces, cuando empiezan a poner esa reflexión y esa pregunta, yo digo: ´Sí, suena chévere, pero los apoyo de ladito”. Es decir, no tenía ninguna intención, yo no me proyectaba, ni decía: ´Voy a ser, yo quiero, yo estudié para esto´, de verdad que para ese momento no había ninguna intención.

Ese mismo año se comenzaron a hacer escuelas de participación política, en las que se estudiaron referentes a nivel nacional y mundial, para ver cómo la organización social se tomaba esos espacios. Ahí estudiamos mucho el zapatismo, y empezó a involucrarse todo el tema del porqué era importante participar en política y por qué las organizaciones sociales tenían que estar ahí. Y me empezó a interesar, pero siempre con la postura de que fuera otra persona la que representara, no yo.

Nosotros teníamos una propuesta colectiva, desde las organizaciones sociales, que nos íbamos a aventurar con una candidatura popular, que fuera una mujer la que nos representara, por el tema de que la mujer es muy invisibilizada en el mundo político. Entonces estábamos en esa búsqueda. Recuerdo mucho tratar de convencer a amigas de los parches sociales, ir a buscarlas y decirles, pero la respuesta siempre era negativa, argumentando que el mundo político no era para ellas y que preferían estar acompañando.


Pasaron 10.000 cosas, pero al final, la conclusión es que, a punto de cerrarse la inscripción, hace cuatro años, me insistieron a mí. Entonces, entré en esa reflexión del por qué criticaba a mis compañeras que no querían, si yo tampoco quería. Así que decidimos intentarlo, igual, digamos que, el tema político en ese momento lo veíamos como un intento, como una experiencia, porque no creíamos que era posible llegar. Nuestra apuesta organizativa era utilizar el mundo político, la campaña, para crear nuevas juntanzas y poder llegar a más personas, para dar a conocer muchas de esas apuestas colectivas que se estaban dando en el territorio. Entonces decíamos, ‘¿Cómo le llegamos a las personas de la calle, del común, para que conozcan estas cosas y no nos quedemos charlando entre nosotros mismos?´ y la respuesta fue que la campaña política nos podía servir para eso, entonces tomamos como excusa lo político para llegar a las personas.

Y eso fue lo que hicimos, utilizando, precisamente, la misma consigna que el zapatismo usó en su campaña presidencial: “Votes o no votes, organízate”. Mucha gente incluso nos decía, ´Ustedes con esa consigna no van a llegar, están invitando a la gente a no votar´. Y nosotros decíamos sí, igual no era nuestra intención, ya teníamos nuestras apuestas caminando y sabíamos para dónde íbamos. Así que lo tomamos como una experiencia, como una excusa para continuar.

Para nuestra sorpresa y la de muchos, ganamos con una muy buena votación. Fue un hecho histórico que demostró que las organizaciones sociales sí tienen mucho poder en los movimientos barriales y en la localidad.

¿Qué tan fácil o difícil es hacer política siendo mujer, entendiendo que muchas veces estos escenarios están marcados por la violencia y confrontación? ¿Cómo ha sido esa experiencia?

Es muy difícil llegar a estos escenarios de golpe, aunque de cierta manera la vida, la universidad, la organización social y los parches en general nos han preparado para este reto. Lo que sí es innegable es que, en este mundo de la política, y se refleja mucho más en campaña, lo que se ve allí, es la expresión o la materialización máxima de lo que significa el sistema patriarcal, el puro capitalismo, porque al sentirlo y vivirlo, te conviertes en un producto para la venta y todo el tiempo te lo dicen: ´Es que eres una marca, te tienes que vender, tienes que hablar así, tienes que decir esto, aquí tienes que hablar, aquí no tienes que hablar´.

Hablando con amigas y desde el feminismo, termina siendo lo contrario de lo que uno debería estar haciendo. Pero, creo que hemos avanzado en esas luchas en el sentido de que, afortunadamente acá hay grandes juntanzas rodeándolo a uno, se siente todavía el barrio apoyando y, gracias a lo que pasó hace cuatro años, hay varias apuestas populares que se han metido en este mundo político y han tratado de dejar sus marcas, sus referentes. Entonces uno dice, vamos por buen camino, es como estar caminando en una cuerda floja y si volteas un poquito para allá te caes, sin embargo, hemos tratado de mantener el equilibrio gracias al apoyo de las organizaciones sociales, no solo a nivel local, sino de toda Bogotá, porque hay varios parches que están pensando en este tema también.

¿Qué oportunidades has encontrado, de pronto, desde ese cargo como edilesa o si has tenido acciones que se vinculen al tema de la política de género?

Las funciones de un edil son supremamente limitadas para influir en una política de género, pero, igual hemos dado los debates y yo creo que esas son las oportunidades y los avances que hemos tenido, hemos visibilizado la situación y para bien o para mal existieron algunos cambios en cada uno de estos proyectos formulados. Por ejemplo, en uno de los proyectos que tenía que ver netamente con el cuidado y el autocuidado, se le hicieron muchísimos debates el año pasado, porque las quejas que se presentaban por parte de las mujeres eran demasiadas, ellas llegaron a la Junta Administradora Local y se lograron hacer cambios tanto en el anexo técnico, como en el tema de pagos y entrega de insumos.

Lastimosamente, el sistema de gobierno como lo tenemos ahora, es un sistema centralizado, las políticas se hacen desde el centro, ya están formulados los proyectos y todo lo tenemos absolutamente dicho y hecho y no se puede cambiar. Caso puntual, los presupuestos participativos, donde solamente se pueden proponer ciertos temas. Varios debates que se dieron en la Junta Administradora Local fueron precisamente una crítica frente a esa política que se hizo en esta administración, donde se beneficiaban simplemente temas de formación, y nosotros decíamos, ´no, esperen, nosotras necesitamos justicia, necesitamos asesoría jurídica para las mujeres, necesitamos cosas que queremos que se materialicen en una política de género real´. Lastimosamente, el logro fue muy mínimo.

Sin embargo, yo creo que se debe, sí o sí, reconocer el avance que tuvo la administración en cuanto al presupuesto que se tenía antes para las mujeres, y que ahora sí se tiene. Sin embargo, no es una voz de esta curul, sino que es una voz generalizada de las organizaciones sociales, el afirmar que no se vieron muchos avances, y yo creo que ahí es donde tenemos que llevar la reflexión, había presupuesto, para el sector mujeres, para el sector ambiental, para el sector de medios de comunicación, pero los avances no se vieron.


El año pasado, el personero local, en su momento, hizo una investigación sobre las mujeres desaparecidas en la localidad, y las cifras que reportaba era que la localidad de Kennedy tenía el mayor porcentaje de mujeres desaparecidas, con un mayor número de niñas y jóvenes entre los 10 y 17 años. Las cifras que nos mostraba el año pasado el mismísimo personero en sus avances, es que iban aumentando. La Casa de la Mujer, la Secretaría de la Mujer, nos dice que en este momento los casos de violencia intrafamiliar van en aumento. Las redes sociales nos dicen a diario, esto está en aumento. Y entonces uno dice ¿qué pasó?, si había muchísimo presupuesto y el enfoque que le dio la administración distrital y local fueron cientos de diplomados sobre cómo disminuir la violencia contra la mujer, aún parece que no fue suficiente.

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