«Lagartos los hay de todas las especies»

Por: Óscar Salazar Tabares

 

 

En tiempos de campañas electorales, se ven merodeando verdaderos lagartos y camaleones, no se sabe de dónde aparecen, lo cierto es que están en la “mermelada”, dan órdenes, son los primeros en sentarse a manteles, manejan las agendas, deciden con quién se habla y con quién no, el licor que se toman, y a qué tipo de reuniones hay que ir. Estos lagartos se pueden identificar de varias maneras:

  • El lagarto tipo “intelectual”: Es aquel que presume de saberlo todo. Se le identifica porque siempre lleva una agenda debajo del brazo; habla duro, para que los demás le escuchen; dice cómo tienen que hacerse las cosas; cita frases célebres que memoriza; suele tener muchos libros, que nunca lee; pone a otros a trabajar por él y es quien se lleva los méritos. Nunca escribe nada interesante y cuando cree que escribió algo “bueno”, se pavonea y muestra orgulloso su obra “literaria”. No acepta que le hagan correcciones, pues según él, así está bien; cree que al recibir algún tipo de ayuda los créditos ya no serán de su exclusividad. Este tipo de lagartos se ve en todo lado, aún en la izquierda, o mejor, de lo que va quedando de ella. Son estos lagartos y camaleones los que están acabando con lo poco que había del pensamiento científico y crítico, no tienen base social y sin embargo dictan la línea política a seguir, se suben a la tarima y se echan el discurso y qué discurso. Cualquiera pensaría que son los más revolucionarios de todos los revolucionarios.
  • El lagarto multifuncional: Este tipo de lagarto es una especie muy común, está en todo lado, sabe de todo. Hasta es paracaidista, egresado de la mejor escuela del oportunismo, sabe dónde hay que caer. Es escalador: sabe a qué montaña hay que trepar. Es futbolista y jugador de rugby: se abre a patadas y puñetazos la oportunidad de estar en la primera fila. Este tipo de lagarto es muy apetecido por los candidatos, ya que tiene una especialidad: se sabe mover, se camufla como sus parientes lejanos, los camaleones. Es tan hábil que, sin ser conocido, logra llegar hasta la cima. Los hay en la derecha y en la extrema derecha, con la diferencia de que en este último hábitat se mueven como pez en el agua. Los lagartos de este espécimen en las izquierdas han aprendido de las derechas, han cogido sus mismos vicios, actúan con similitud, se vuelven déspotas y hasta miopes políticamente, ya que no ven más allá de sus narices. Bueno, en síntesis, para no aburrirlos, este lagarto es un experto del camuflaje.
  • El lagarto romántico: Entre este tipo de lagartos hay una cualidad que los une, es su forma de hablar. Ellos cautivan, son hasta comprensivos, sensibles, detallistas y amorosos. Suelen identificarse porque usan todo tipo de baratijas, como afiches, llaveros, gorras, chaquetas, manillas, camisetas, destapadores, agendas y lapiceros; siempre llevan mochila, ¿y saben para qué? Para enmochilar lo que no reparten. Como son tan románticos, se la pasan hablando de todo, sus escritos son gaseosos, no dicen nada, miran y miran las estrellas, de ahí que mantengan siempre estrellados. Por lo regular, acceden al poder y se convierten en las estafetas del ya no candidato, si no del funcionario de elección popular. Este lagarto lleva y trae “noticias”, para no llamarlas chismes. Como es tan romántico y quiere quedar bien con su jefe y mentor político, si no hay “noticia”, la crea, se la inventa. De ahí que algunos adeptos siempre se preguntarán: “¿y qué pasó con fulano, que ya no me habla? ¿Por qué ya no me pasa al teléfono? No me volvió a invitar a reuniones”. Pregúntele al camaleón romántico, que ya se volvió lagarto, un espécimen de este tipo es más peligroso que suegra enojada.
  • El lagarto saltador: Este tipo de lagarto salta de lado a lado, unas veces está acá y otras allá. Algunos ejemplos de este tipo de lagarto son Angelino Garzón, Lucho Garzón, Clara López, Paulino Riascos, Angélica Lozano, entre otros. Podría seguir enumerando más lagartos de este tipo, pero solo nombro a los más representativos; los otros son pequeños lagartillos que apenas están haciendo escuela. Este raro espécimen siempre está con la cabeza en alto, mira a todos lados y cuando menos se espera zaz, zaz, zaz, caen donde tienen que caer y son bien recibidos. Nunca hacen nada, no tienen quién los siga, pero se las ingenian para atraer con su larga lengua a incautos, que los persiguen como las ovejas al redil. El lagarto salteador está al acecho y cuando ya tiene a su presa no la larga hasta que llega una mejor oportunidad. Lo vemos en todas las campañas, de derecha, de izquierda, alternativos y progresistas, se reproducen como los cuyes. Este lagarto es hábil, sabe dónde ponen las gallinas, es paciente. Ellos, como Camilo el influencer, que ayuda a los informales, expresan: “Afán yo no tengo”, y cuando menos piensan, están arriba, y la gente que ha trabajado duro solo exclama: “¡Y a este quién lo puso ahí!”.
  • El lagarto soñador: ¡Ay, ay, ay! Este lagarto sueña y sueña, y sus sueños se hacen realidad. Se acomoda al mejor estilo y ocupa cargos. Se la pasa todo el día hablando maravillas del candidato, se esmera en ser escuchado. No le gusta estar detrás, siempre está adelante, es de los que llega primero; dice que hace, pero no hace ni mierda, se la pasa todo el día hablando paja; dice conocer personajes, porque se toma la foto, alardea de ser su amigo, se inventa películas, es actor de primera clase, y monta la foto para que le crean. Esta lagartija es un estereotipo muy frecuente en cocteles, cenas, almuerzos y en cuanto evento hay. Suele identificarse por ser “lambeladrillos” de todos y todas. A este lagarto por lo general le mama gallo la burocracia; sin embargo, se la pasa en las oficinas, sirve de guía, gorrea tinto y se canalea el almuerzo, fuma cigarro del fino que les pide a los funcionarios de turno, todo el mundo lo conoce. Él sabe a qué va uno y hasta lo asesora, le indica qué hacer para lograr el objetivo. Un lagarto muy raro.
  • Lagarto de lagartos: Este tipo de lagarto abunda antes y después de toda campaña electoral y se le ve en todo tipo de actividades. Va a marchas, plantones, mítines, encuentros sociales, etc. Incluso, con los contradictores políticos, con quienes posa de ser y compartir sus gustos e ideología. Habla mal de la contraparte, es como Pedro cuando negó al maestro: “No los conozco”, expresa sin inmutarse. Habla de cifras electorales, que tiene trabajo en tal y cual parte, previamente elabora su discurso, tantea el terreno, estudia el auditorio, se muestra amable y, de acuerdo con el evento, así mismo el traje que usa para demostrar que está a la altura de las circunstancias. Toma nota, apunta nombres y teléfonos. Cuando le preguntan si conoce a tal o cual personaje dice que sí, así no lo conozca. Este lagarto es muy convincente, tramador, elocuente; pero ojo, es de los más peligrosos, pues está en todo lado, incluso en los velorios y entierros de cualquier personaje. Siempre se aparece en los sitios más inesperados y a la hora exacta, suele hacerse el invitado, y si no lo invitan sencillamente se aparece con la excusa perfecta: “Me imaginé que acá los encontraría”. No le da pena de nada, y es de lo más de buenas. Al fin y al cabo, su función es esa: “lagartear”, con quien sea y como sea, es un verdadero lagarto de lagartos, y siempre termina contratado por un lado o por el otro, pero que se emplea, se emplea.
  • El lagarto parlanchín: Suelen llamarlo lentejo, voltearepas, ni chicha ni limoná, tibio… Bueno, en fin, habla hasta por los codos. Es hasta cómico, suele ser un payaso, un día aparece por acá y se queda un tiempito, cosecha unos buenos pesos y, como todo parlanchín, así como aparece se esfuma. Va de tolda en tolda, se pone la camiseta, no importa de quién. Para él lo importante es cosechar, y como buen segador, cosecha donde no ha sembrado.

Amigo, ¿a cuál de estos lagartos pertenece usted? ¿O con cuál se identifica? Si no está identificado con ninguno, es usted una persona correcta en el arte de la política.

Posdata: Los lagartos no dejan de ser lagartos, se canalean una balacera para recoger las vainillas y decir que estuvieron ahí.

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