Las fronteras invisibles han sido un fenómeno recurrente a lo largo y ancho del país, especialmente en zonas de alta vulnerabilidad y pobreza, como consecuencia de la agudización del conflicto armado y del microtráfico en las zonas urbanas. Estas fronteras fueron la expresión de una división violenta del territorio, donde el interés económico de unos pocos prevaleció frente a la vida y la libertad de muchos. Su denominación es reflejo de su dinámica, donde sin el uso de objetos físicos ni disposiciones geográficas particulares, se obligó a las personas a no cruzar por ciertos lugares, poniendo en juego la vida de quienes en algún momento intentaron romper estas “reglas” absurdas. Las fronteras invisibles siguen activas en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali. 

En la localidad de Kennedy, especialmente en la transversal 81 bis diagonal 38 sur, encontramos un fenómeno similar, pero ya no de fronteras invisibles, sino de fragmentación física del espacio, donde varias personas dueñas de casas se han empeñado en cerrar las cuadras del barrio María Paz con la intención de no dejar pasar a muchos habitantes del sector, entre ellos carreteros y recicladores, poniendo canecas y mallas en forma de puertas y cerrando por completo el acceso a las cuadras.

Lo que no saben los vecinos es que están afectando gravemente la movilidad, los vehículos no encuentran cómo meterse al barrio. También han generado condiciones de inseguridad, porque cuando la policía persigue a los malhechores no pueden cruzar debido a las barreras visibles de este barrio, que se ubica en frente de la Central Mayorista de Corabastos. Lo único que hacen estas personas es agrandar el desorden de los recicladores, generar más exclusión y condiciones de peligro. Para mejorar esta situación debería hacerse una mesa de diálogo conformada por: vecinos, recicladores, policía y demás entes de la localidad, para poder caminar tranquilos y disfrutar de María Paz. Además, queremos recordar que es ilegal el cerramiento de cualquier calle dentro de la ciudad.