«Palabreando desde el Sur sobre la comunicación»

Diálogos con estudiantes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Distrital

Por: Miguel Ángel Parada

 

 

“El Sur es en este caso un concepto más epistémico que geográfico, una metáfora de los conocimientos que engendra la lucha. La diversidad de las luchas es una fuente de abundantes saberes, de conocimientos producidos por las clases y los grupos sociales en su resistencia contra las injusticias estructurales y las múltiples opresiones que causa la dominación moderna. Tales luchas y conocimientos confirman que los tres modos principales de la dominación moderna son el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado”. De Sousa (2022).

Actualmente, la Universidad Distrital Francisco José de Caldas es la única universidad pública de Bogotá que ofrece la carrera de Comunicación Social y Periodismo de manera presencial en la ciudad, y aunque es un programa que cuenta con una corta trayectoria, pues inició sus primeras admisiones en el año 2018 y graduó a sus primeros profesionales durante el primer semestre de este año, se ha constituido en un lugar fundamental para la deliberación relacionada con el ámbito comunicativo en la esfera pública; puesto que, desde sus aulas ubicadas en la sede Bosa – El Porvenir, ha permitido establecer una perspectiva más cercana a las realidades del Sur (geográfico y epistémico), en contraste con los sectores económicos, financieros, empresariales, privados o de las Fuerzas Militares, que han controlado y concentrado históricamente el poder político y comunicacional en nuestro país.

En este contexto, uno de los documentos que ha servido como punto de partida para la reflexión entre algunos de los actuales y futuros periodistas, ha sido el librillo titulado Comunicación, que hace parte de la colección Futuro en Tránsito, publicada por la Comisión de la Verdad (2020), en la cual se convocó a tres autores colombianos vinculados al periodismo, para que escribieran sobre su experiencia y perspectiva alrededor del campo comunicativo, así como, sobre algunos aspectos que contribuyen a la comprensión de algunas de las principales problemáticas que subyacen en este ámbito en nuestra sociedad, con el propósito de generar nuevas narrativas que permitieran encontrar, acercar y tejer puntos de encuentro al respecto.

La lectura del ensayo “Comunicarnos, ¿será posible?”, escrito por Jaime Abello Banfi, quien se ha desempeñado por más de dos décadas como director general y cofundador de la Fundación Gabo, es una aproximación hacia algunos de los aspectos históricos que han incidido en los procesos de incomunicación en nuestro país, tales como los que señala en su obra: “Nuestra incomunicación se forjó en el drama de la historia lingüística y social del proceso de poblamiento (…) fue fomentada por regímenes legales excluyentes (…) se explica también por la concentración del poder político y comunicacional (…) fue agudizada por la prolongada violencia política [y] cambió de curso con la revolución tecnológica y la aparición de internet”.

El autor expone diversos factores de tipo histórico que permiten analizar la evolución de la incomunicación en nuestra sociedad, desde la historia precolombina hasta el presente, aspecto que es complementado en el ensayo “Comunicar para oír, disentir e incluir” escrito por la periodista Adriana Villegas, el cual también está contenido en el mismo libro, y en donde ella señala que en la actualidad hay “…procesos de hipercomunicación o sobreinformación que contrastan con incomunicación territorial, política y social”; a partir de estas consideraciones, los autores también plantearon varios interrogantes que fueron objeto de análisis con los estudiantes de la Distrital, así por ejemplo, uno de los cuestionamientos que se abordó fue el siguiente:

Cómo promover en Colombia prácticas comunicativas que nos aparten de las inercias de exclusión y pugnacidad típicas de nuestra incomunicación estructural y nos acerquen a la acepción noble de la palabra comunicación (…) cuyo significado es compartir, intercambiar algo, poner en común, lo que nos remite también a los sentidos de comunidad, lo común -lo público- y comunión.

Al respecto, un punto de partida a este interrogante fue el análisis realizado por Jessica Carolina Torres, estudiante de Comunicación Social y Periodismo, quien manifestó: “Se puede empezar por no creer todo lo que se ve o se escucha, y que seamos más críticos con la información que nos llega; se debe averiguar y leer acerca de las noticias que se difunden, buscar fuentes diferentes a los medios tradicionales. Además, es importante crear medios alternativos en donde la comunicación tenga veracidad y haya periodistas serios que informen con la verdad; asimismo, que la información no sea reducida simplemente a aquello que dicen las instituciones, sino que el pueblo también pueda participar activamente y se escuche lo que piensa. De esta manera, se puede promover una comunicación más pluralista, que tenga diversidad de fuentes y que no sea centrada exclusivamente en una minoría”.

En el mismo sentido, Johan Camilo Restrepo, otro de los estudiantes de la carrera, recalca lo planteado por el autor Jaime Abello, al sugerir que: “Es importante acercarse más a la idea primigenia de la comunicación y trabajar hacia una comprensión más profunda de lo que significa realmente comunicarse. Por ejemplo, en lugar de centrarnos en divisiones y confrontaciones, deberíamos abrazar la verdadera esencia de la comunicación, que es compartir, intercambiar y unir; dejando a un lado aquello que nos recomienda el ‘algoritmo’, y en cambio, forjar un criterio propio. Asimismo, podemos ver más allá de un titular llamativo antes de difundirlo o replicarlo, pensando simplemente en auto validar un concepto previo o sin medir las consecuencias que podría llegar a tener, puesto que, incluso podría afectar a otras personas. De modo que, la gente que se dedique a informar, verdaderamente lo haga y no solo utilice la comunicación para obtener unos cuantos clics e interacciones sin importar el daño que se haga. Por el contrario, sería oportuno utilizar estos medios para hacer periodismo real, independiente y que muestre diferentes realidades y puntos de vista”.

Por último, Johan Stive Palomares sugiere que algunas de las alternativas derivadas de lo anterior, se pueden materializar en la medida que se posibiliten espacios y medios para “…darle voz a las víctimas y a las personas del común, hecho que constituye una forma de saldar la deuda histórica con estas poblaciones, además de constituir una ruptura con las viejas creencias y formas de ver la política y el Estado, llevándonos hacia un cambio de mentalidad”.

De acuerdo con lo expuesto, la reflexión sobre las perspectivas de una teorización y práctica de la comunicación, que se sitúan en este caso en un mirada desde el Sur, en un diálogo entre algunos de los postulados formulados por profesionales que cuentan con una amplia experiencia en el ejercicio periodístico, de una parte, y estudiantes del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Distrital, de otra parte; permiten proyectar una puesta en común desde una mirada cercana a los sentidos de la comunidad, otorgando relevancia y valor al concepto esencial de la comunicación, en un proceso de deliberación y construcción colectiva en constante retroalimentación, del cual se espera que surjan los futuros periodistas de la nación.

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