«S.O.S. RECICLADOR»

Desde la ciudad de Medellín la Corporación de Reciclaje de Nuevo Occidente (Corpooccidente) hace un análisis de la labor del reciclador en estos tiempos de pandemia.

Por: María Elena Cárdenas

 

 

Nunca nos imaginamos que algo desatado en un país lejano, afectaría de manera directa nuestras vidas. Un evento que desencadenó el despertar de muchas conciencias y sobre todo de algunas conciencias colectivas. El ser humano se dio cuenta de su vulnerabilidad y de su deseo de supervivencia.

En esta historia aparecen héroes vestidos de bata blanca y otros vestidos con la misma pobreza a la que han estado condenados por el sistema. Ellos, los recicladores que deambulan por las calles, los “esculcadores” profesionales de nuestra basura, son uno de los actores que más contribuyen a mantener el equilibro y recuperar la mayor cantidad de material entre los residuos que, en época de pandemia, crecen exponencialmente. Al igual que los médicos, están en alto riesgo de contagio todos sus días de trabajo.

El amor en los tiempos del cólera se repite. La vida sigue, ahora con una nueva perspectiva. El reciclador ha emprendido un camino esperanzador, que debe ser fortalecido por el Estado, apoyado por la empresa productora y reconocido por los ciudadanos. Este desarrollo laboral, empresarial y social está enmarcado en la norma que lo protege, que lo impulsa y lo conduce hacia la transformación de la prestación del servicio público de aseo en el componente de aprovechamiento.

Hoy actores, como la Fundación Grupo Familia, están creando sinergias y uniendo esfuerzos para engranar a las corporaciones de recicladores. Su apoyo en esta pandemia fue excepcional, con alimentación, educación y elementos de bioseguridad. Igualmente, el apoyo de Ekored, Tetrapak y Visión 30/30 de la Andi, quienes se unieron a esta causa.

La esperanza de los recicladores está en la unión, en la fuerza del gremio y en los colectivos que tienen la posibilidad de utilizar herramientas poderosas como la REP (Responsabilidad de Marca Extendida) y proyectos que consolidan la transformación de los materiales reciclados en productos y materias primas basados en la economía circular. Sin olvidar las acciones afirmativas, que por la pandemia se dispersaron un poco, puesto que en esta crisis todos nos convertimos en personas vulnerables.

El terreno está abonado, solo falta el actor más importante: el usuario y su CULTURA CIUDADANA. Separar en casa los materiales, disponerlos de manera limpia en las bolsas BLANCAS y entregarlos a su reciclador. Esta debe ser una práctica tan natural como desayunar o lavarnos los dientes. Debe ser nuestro cambio de cultura prioritario para la supervivencia en este hermoso planeta Tierra. Porque es hora de entender que lo que le pasa a uno les pasa a todos.

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