«Migración y reciclaje»
Muchas chatarrerías han optado por priorizar la mano de obra extranjera, porque todo lo que reportan ellos, son kilos de más para la chatarrería.
Por: Juan Manuel Arias
Hace varios años se ha evidenciado un incremento de la población recicladora en Colombia, ese aumento no aparece oficializado por ninguna entidad, pero sí es muy evidente en las calles. La razón por la que no hace parte de las cifras oficiales es porque todos esos nuevos recicladores no son colombianos, son extranjeros que, por diferentes motivos, entre ellos, no cumplir con la documentación necesaria, han visto en el reciclaje una opción de trabajo informal, casi la única forma de tener un sustento para sus familias. Y, aunque, el reciclaje es un ejercicio democrático, sí preocupa que este tipo de dinámicas no sean evaluadas por las diferentes entidades del Estado que están en la misión de velar por los derechos de la población colombiana recicladora de oficio.
Las personas que se han visto más perjudicadas por esta situación son los recicladores colombianos, que han luchado por sus reivindicaciones y que hoy frente al incremento de recicladores extranjeros tienen más dificultades para obtener su mínimo vital. El aumento de los extranjeros en el reciclaje, se suma a las luchas históricas de los recicladores, entre ellas, la que han tenido que emprender en contra de las empresas privadas que siempre han intentado desplazarlos. Hoy, además de esas luchas que se libran en los estrados judiciales, está la del día a día, donde los recicladores de oficio han visto afectadas sus rutas históricas, porque una gran cantidad de población extranjera sale a reciclar de a cuatro o más, en triciclos de motor o en zorros, lo cual deja al reciclador de oficio colombiano en el limbo total. Quien muchas veces se ve forzado a abandonar sus rutas y explorar en otras, quizás más lejanas, para poder obtener un mínimo vital para sus hogares.
Adicional, muchas chatarrerías han optado por priorizar la mano de obra extranjera, porque todo lo que reportan ellos, son kilos de más para la chatarrería, porque esta población extranjera no tiene derecho al pago del reciclaje, por eso la chatarrería e incluso, muchas veces, las asociaciones legalizan esos kilos y los ponen como si fueran registrados por recicladores de oficio, por lo cual los únicos beneficiados terminan siendo las chatarrerías o las asociaciones que le prestan los zorros a los extranjeros y a los colombianos los dejan sin trabajo. Por eso expresamos la necesidad de que las entidades de control le hagan seguimiento a esta población que cada día reemplaza más a los recicladores de oficio colombianos.