«Construir una identidad visual desde lo afro»

Por: Laura María Rodríguez 

 

 

Javier Mauricio García Jiménez es el gestor y director de Teleafro, una productora audiovisual que busca generar una estrategia de comunicación para promover la territorialización de la comunidad afro desde su autonomía, donde se puedan manifestar y ser partícipes de su cosmovisión y todo lo que implica su apropiación, valores sociales y el reconocimiento de los derechos humanos, y que hoy ya ha realizado series, cortometrajes y largometrajes para formatos de cine y televisión.

Javier estudió cine, y sus inicios se dieron en la exploración de lo social y lo comunitario, desde su interés por trabajar en proyectos que tuvieran que ver con las comunidades y con el cómo organizar y producir un contenido que demostrara la capacidad narrativa que tiene la gente de los barrios.

Su entrada al cine se dio desde el cineclub, desde la experiencia que tuvo al vincularse a la Dirección de Infancia y Adolescencia del Ministerio de Cultura, y el cineclub itinerante en el que participaba todos los fines de semana, en el Parque Nacional, junto a la dirección de cinematografía. Allí, estableció alianzas y reconoció realmente cómo era que se producía un audiovisual, no solo colocando la cámara, sino con entidades, organizaciones, un equipo de trabajo y una cantidad de cosas desarrolladas, antes de iniciar el rodaje.

Después, se vinculó a un proyecto audiovisual que había en Bogotá a comienzos del siglo XXI, llamado Jugando de locales, que consistía en la producción y generación de contenido desde los barrios. Desde ahí, le enseñaban a la gente a producir contenido y fue la posibilidad de conocer más a fondo la movida cultural y social de muchas organizaciones de barrio y de base de todo Bogotá.

Javier siempre había vivido en Carimagua y decidió vincularse, en el año 2006, al Consejo Local de Cultura de Kennedy, donde estuvo dos períodos impulsando la política pública y trabajando en pro del desarrollo de la comunicación en los barrios.

La Pulpa

Rebobinando la película, Javier menciona que antes de Telafro, estuvo la Pulpa Televisión, una productora de la localidad que asoció a varios jóvenes en ese interés por el mundo de lo audiovisual. Ya en un momento, dejan de ser tan jóvenes y cada uno toma nuevos rumbos, algunos en grandes producciones, otros fuera del país y otros convencidos de la importancia de proponer nuevas voces, perspectivas y estéticas para el cine y la televisión colombiana.

Ahora sí, Teleafro

En el 2018, ya comienza a aparecer la necesidad de generar contenidos propios y de encontrar un enfoque o una línea de producción alrededor de lo étnico. De comenzar a registrar la historia de las comunidades afro, que sigue sin contarse de manera eficaz y pertinente en la cinematografía colombiana. Lograr que sea la gente negra y la gente de las comunidades afro la que cuente sus propias historias y así va tomando forma esta idea de jalonar toda la comunicación y la producción audiovisual propia hacia una productora, Teleafro Medios y Entretenimiento.

Teleafro tiene un equipo base de tres personas, un editor, una productora general y la dirección. Pero, cuando están en la realización puede llegar a ser un equipo de hasta 120 personas.

Así, continúan con un trabajo en los barrios periféricos de Bogotá y en varios municipios cercanos, hasta que llegan al Pacífico colombiano, que es donde vienen desarrollando más historias, entre Cali, Buenaventura y el Chocó.

En el año 2017, hicieron la serie llamada De Dónde Vengo, con el apoyo de Canal Capital. En el año 2018, resultaron ganadores de la convocatoria Abre Cámaras del Ministerio de las TIC, e hicieron el docudrama llamado Casilda Grito de Libertad. En el 2019, grabaron la serie Saturio, el último fusilado. En el 2020, ganaron el Crea Digital, para hacer un documental unitario y una serie llamada Recetario ancestral. En el 2021, desarrollaron la serie de ficción Los hilos de Anancy.

La construcción de una identidad audiovisual afro

Para Javier, como director de este proyecto audiovisual, la búsqueda por la construcción de esa identidad, siempre ha estado vigente. Para él que, aunque nacido en Bogotá, tiene a su padre que proviene de López de Micay, municipio ubicado en el Pacífico colombiano, en la selva del Cauca y a su madre que es samaria, lo que de alguna manera recoge sus orígenes en las orillas de los dos mares. 

“Cuando uno se para desde el audiovisual, tiene que saber qué historias va a contar. Cuál es el enfoque que va a permitir que desarrolle su narrativa. Yo, siempre viviendo en Bogotá, tenía la necesidad de buscar mis raíces, de dónde vengo, qué hago, cómo estoy parado en esta sociedad, qué voy a mostrar, cuál va a ser mi historia de vida. Entonces, siempre procuraba contar historias que tuvieran alguna relación con lo étnico y lo afro. A finales del 2010, empecé a desarrollar más sentido y contenido étnico, que era, de alguna manera, lo que más me enfocaba. En estos últimos años ha sido mucho más organizado, más fructífero y siento que hay un nicho que necesita escuchar dónde está la gente afro, y qué historias se cuentan desde lo étnico”.

También, es importante recalcar que, en ese trabajo con lo afro, se han vinculado con las comunidades indígenas, que también les han aportado a sus narrativas, reconociendo que en las regiones estos dos pueblos no están separados, sino que se hermanan en los territorios, siempre están y caminan unidos.

Retomando esa construcción de la identidad audiovisual afro, lo que ha logrado esta productora audiovisual ha sido comenzar a contar esas historias que resaltan y exaltan la riqueza cultural y étnica de lo que es ser afrocolombiano. De ahí surgen los personajes protagonistas de sus series y cortometrajes como Casilda, una de las gestoras de la liberación del sur del Cauca, a finales del siglo XIX y Saturio, la historia del primer abogado afro y el último fusilado por el Estado colombiano a inicios del siglo XX, una obra que plantea una mirada crítica sobre el racismo y la exclusión de la comunidad en Quibdó, Chocó. 

Hay otras producciones que han estado desarrollando, y que abordan esa crítica a la mirada centralista que considera que el resto de Colombia se encuentra en las mismas condiciones de la capital y no retrata las necesidades de las poblaciones, en las que sigue sin solucionarse el acceso al agua, a la luz, a las comunicaciones, a la salud; es una perspectiva que se aleja de la realidad de las grandes ciudades y se ubica en las necesidades y problemáticas de las provincias. También, se ha retratado lo que pasa con la gente afro que llega a las ciudades con la intención de cumplir sus sueños, un análisis de lo que nos pasa como sociedad, buscando no ser tan ligeros, sino más bien, contar las necesidades de la gente negra.

“Creo que ahí hay dos elementos que son claves, uno que es la identidad y otro tiene que ver con saber desde dónde se están contando las historias. Hay mucha gente negra que trabaja en los medios, pero no les interesa narrar cosas sobre lo afro. Nuestra posición en esta propuesta de comunicación es esa, yo sí quiero contar que hay unas diferencias marcadas desde lo musical, desde lo sonoro, desde cómo hablan las personas, desde cómo se relacionan los unos con los otros. A mí me interesa es eso, me interesa poder entrar en esa línea y en esa dinámica”.

La idea es entonces que cuando la gente vea Teleafro, sienta que hay una línea narrativa o una historia que cuenta también lo étnico y lo afro desde la ciudad y desde el campo, poder registrar cómo se viven las necesidades que tiene la gente y cómo la pueden interpretar desde el interior, mostrando la idiosincrasia y la manera como la cultura permea la sociedad colombiana.

De hecho, algo que mantiene ese enfoque social y comunitario de la productora es que el contenido sigue siendo libre y gratuito, para que muchas personas puedan verlo.

Lo que viene

En este momento, Teleafro ya se encuentra en todo el proceso de preproducción de dos nuevas historias. Por un lado, está La poderosa Anancy, que espera ser una producción animada que le cuente a los niños sobre África, para que entiendan de dónde vienen, para que reconozcan este continente como la cuna de la cual se pueden alimentar.

La Cátedra de Estudios Afrocolombianos se viene desarrollando desde la Constitución del 91. La Ley 70, fue la que normatizó cómo iban a vivir los descendientes de afrocolombianos y definió la línea base sobre la que se deben trabajar todas las políticas públicas en Colombia, con relación a este tema. Uno de los alcances más importantes es que se supone que en todas las escuelas colombianas básicas y medias se debería enseñar qué es ser afrocolombiano, eso es la Cátedra de Estudios Afrocolombianos que se debería dar en todas las escuelas.

Es por eso que, la mayoría de los productos que generan también están enfocados en el aporte a esta Cátedra para que maestros y docentes puedan utilizar estos contenidos y llevarlos a sus aulas de clase, para que puedan enseñar qué es ser afrocolombiano, desde las herramientas del audiovisual. 

“Me he dedicado en los últimos años a generar este tipo de contenido, que le permita a la gente entender qué es ser colombiano. Porque yo creo que todos bebemos de la misma raíz, ¿A ustedes les gusta comer el sancocho? pues bueno el sancocho tiene raíces afro, ¿Bailan salsa? bueno ahí hay sonidos afro, ¿Les gusta el punk? también, es decir, todos finalmente bebemos de la misma raíz, pero no sabemos cómo se come, esa ha sido nuestra tarea”.

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