En los hogares, tiendas y supermercados, es común entre los ciudadanos el desperdicio de comida. Son aquellos alimentos que no se venden o no se consumen los que terminan en las basuras. En el caso de los hogares, esto suele ocurrir porque se compran o se preparan más alimentos de los requeridos para el consumo.

Aunque el consumidor no se da cuenta, el desperdicio genera un alto costo. Para los dueños de tiendas y supermercados, en los mismos productos que no se alcanzan a vender y para la sociedad en general en la producción de gases CO2 que generan los alimentos en descomposición, que contribuyen al cambio climático o calentamiento global.

Para evitar el desperdicio en los hogares es necesario tener una organización de lo que se va a utilizar, hacer una lista de los alimentos necesarios, teniendo en cuenta un promedio por porciones según el grupo familiar. Almacenar cada producto de forma adecuada siguiendo la cadena de frío o temperatura ambiente, según lo requiera. Tener en cuenta la fecha de vencimiento, comprar productos que se vayan a utilizar y al preparar los alimentos hacer lo necesario para el consumo.

Si aprendemos a no desperdiciar ahorramos dinero, también reducimos el impacto ambiental.