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«El hidrógeno verde, una apuesta por mitigar la contaminación del aire en Bogotá»

Por: Daniela Arias Tamayo

 

 

Sobre la avenida Cali con Américas, al suroccidente de Bogotá, Luigi Palencia trabaja limpiando los parabrisas de los carros que aceptan sus servicios. Espera con su cepillo y su botella de jabón a un costado de la vía hasta que el semáforo cambia a rojo. Se acerca a un enorme camión, pero recibe una negativa y recibe, también, la humareda que deja el escape y le llena los pulmones de humo.

Es así como obreros, trabajadoras, niños y ancianos están respirando material particulado que flota en el aire alrededor de esta vía y que puede tener efectos cancerígenos para la salud.

El trancón eterno y las nubes grises que siempre acompañan la avenida Cali, contrastan con los cuadros de arte colorido que vende Valentina González. Ella llega todos los días a las 10:00 a.m., se instala frente a la vía y espera pacientemente la llegada de sus compradores. Pero a las 5:00 p.m., cuando Valentina termina su jornada laboral, ya tiene la cara sucia y su ropa ha tomado un tono más gris.

“Suelo enfermarme mucho, en este pedazo hay mucha contaminación del aire porque pasan muchos camiones, tractomulas, carros y las construcciones que nunca se acaban. Uno llega a la casa con la cara sucia. Aquí hay perritos, animales que también les afecta el humo de los carros. El polvo daña los cuadros, el aire se siente pesado y uno no trabaja bien”, cuenta la joven de 23 años.

Por su parte, Luigi se toma esta situación con humor e intenta no dejarse llevar de la humareda que flota en el aire de la avenida: “Sí, afecta, claro que afecta. Yo sufro de asma, pero trato de no mentalizar mucho eso. Todo depende de los ánimos”.

Quien no se toma esta situación con humor es el subdirector de Calidad del Aire de la Secretaría Distrital de Ambiente, Hugo Sáenz, pues sabe que, de todos los retos ambientales que enfrenta Bogotá, la contaminación del aire es el único que provoca muertes cotidianas.

¿Me puedo morir por respirar en mi ciudad?

El material particulado está compuesto de partículas sólidas muy pequeñas que viajan por el aire y provienen de diferentes fuentes como el polvo de las construcciones, incendios forestales, actividades industriales o el combustible de los carros. Por sí mismas, pueden taponar nuestras vías respiratorias y causar irritación en la nariz, laringe, faringe y pulmones; incluso pueden causar o empeorar el asma.

Gases como los que emiten los motores diésel causan cáncer de pulmón y, posiblemente, de vejiga, según datos de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer y la Organización Mundial de la Salud.

¿Por qué? porque los motores diésel emiten dióxido de carbono (CO2) y otros gases que no son aptos para habitar el cuerpo humano. Es así como los vehículos, aviones, camiones, fábricas, quemas y otras actividades que requieren de estas sustancias, contribuyen al deterioro de la salud de todos y todas.

Sáenz explica la gravedad de la situación: “La exposición a material particulado hace que las enfermedades respiratorias se vuelvan más críticas e incluso mortales. En Colombia, por ejemplo, el último estudio que tenemos actualizado dice que en 2016 murieron alrededor de 2.300 personas por enfermedades relacionadas con la contaminación del aire”.

Las personas más afectadas por la mala calidad del aire son los adultos mayores de 60 años; los niños menores de cinco años y las personas que ya padecen enfermedades respiratorias agudas (ERA). “La contaminación del aire no solo produce muertes, también genera ausentismo, hospitalizaciones e interrupción de la vida cotidiana. A veces no nos damos cuenta, porque no tenemos cerca a alguien que lo padece”, afirma Sáenz.

¿Por qué la avenida Cali con Américas es una de las zonas de mayor riesgo?

La Secretaría Distrital de Ambiente ha realizado varios análisis que se encuentran en el ‘Plan Aire 2030’; allí asegura que el suroccidente de la ciudad, conformado por las localidades de Bosa, Kennedy, Puente Aranda y parte de Ciudad Bolívar, es el más afectado por el gran número de camiones y vehículos de carga que transitan y que son un gran foco de contaminación. “Se estima que un 12% de material particulado peligroso proviene de los camiones”, resalta el Plan.

Exigir a los dueños de camiones y transporte pesado que renueven sus vehículos viejos, que usen tecnologías menos contaminantes o que procuren no pasar junto a las casas con la humareda que dejan sus escapes, no es una solución posible porque los transportadores son quienes traen alimentos a la ciudad. La mayoría de ellos trabaja sin un sueldo fijo, sin prestaciones sociales, manejan largas jornadas laborales y los camiones que usan suelen ser propiedad de pequeños negocios o familias que viven del transporte de carga.

Entonces, ¿qué debe hacer la ciudad con las muertes ocasionadas por el material particulado?

El primer bus impulsado por hidrógeno verde

Por la calle 13 hacia el sur de la ciudad, se encuentran los 40.000 metros cuadrados que conforman el Parque Logístico Green Móvil. Desde allí se operan los 406 buses del Sistema Integrado de Transporte Público que funcionan con energía eléctrica, que en las calles se pueden identificar fácilmente por su color verde, indicador del uso de energías renovables. 

En una esquina del parque automotor está la ‘hidrogenera’; una caseta colorida destinada al desarrollo del primer bus impulsado por hidrógeno verde en Colombia, el cual fue presentado a los medios de comunicación el pasado 27 de marzo. La principal ventaja de este automotor es que solo emite vapor de agua durante su funcionamiento, es decir, no contamina el aire.

El hidrógeno verde (H2V) es una alternativa a los combustibles convencionales que se basa en la producción de hidrógeno a partir de energía solar o eólica, a través de un proceso llamado ‘electrólisis’.

Esta alternativa tiene diferentes usos en la vida cotidiana: combustible para transporte de carga pesada, refinería, producción de fertilizantes, generación de electricidad, extracción de hierro, transporte marítimo e incluso se espera que su uso se extienda a combustible para aviones.

El bus piloto parte de tanques de almacenamiento que van en la parte superior; de ahí se comunican con una membrana de hidrógeno que transforma el H2 en energía, la cual alimenta un banco de baterías de tipología eléctrica.

La pregunta es: si ya existen buses impulsados por energía eléctrica, ¿para qué desarrollar buses de hidrógeno verde?

“Los dos son posibles y no son excluyentes, sino más bien complementarios. Los buses eléctricos son muy buenos cuando los kilometrajes diarios no pasan de 250 y se dispone de algunas horas para la carga.  Por el lado del hidrógeno, los tiempos de carga son menores y las autonomías son mayores, lo cual los pone en ventaja en aplicaciones que requieren mayor kilometraje”, explica el gerente general de Green Móvil, Víctor Córdoba.

Esto quiere decir que el H2V podría usarse como una alternativa de combustible para los camiones y tractomulas que viajan grandes distancias por las carreteras de Colombia y que requieren menos tiempo de carga. Así, estos vehículos podrían seguir funcionando sin emitir CO2 al aire. Al proceso de reemplazar un combustible contaminante por otro menos dañino se le llama ‘descarbonización’.

Según Wilson Romero: “Colombia ha venido trabajando en la transición energética y descarbonización de la economía; en este momento hay unos retos de transición y también existe una Ruta de Hidrógeno Nacional para el 2030. El bus de hidrógeno viene a apoyar el cumplimiento de esos retos que buscan posicionar a Colombia como líder regional de la transición energética”, asegura Romero.

¿El Hidrógeno Verde es el combustible del futuro?

El docente del programa de Ingeniería de Petróleos de la Universidad de América, Edinson Jiménez, se dedica todos los días a explicar la energía y sus posibilidades en el mundo actual.

“El hidrógeno verde es el combustible al que todos quieren llegar, pero es el más complicado de producir y tiene varias dificultades técnicas y económicas”.

Para obtener hidrógeno verde, debemos garantizar que, en ninguna parte de su proceso de producción, se emitan sustancias contaminantes a la atmósfera.

“El uso de H2V en todos nuestros procesos es el escenario ideal, pero no el más realista. El hidrógeno es una muy buena fuente de energía, pero producirlo es muy costoso y aún hay muchos interrogantes por resolver antes de integrarlo a nuestras vidas”, afirma el docente.

Estas son las dificultades más importantes cuando hablamos de producción de hidrógeno verde a gran escala:

-No se cuenta con el personal capacitado suficiente para llevar a cabo los procesos de transición.

-Adaptar la infraestructura a un nuevo combustible requiere de gran inversión económica.

-Los electrodomésticos, vehículos y máquinas, en general, no están adaptados para funcionar con H2V.

-Existen probabilidades de fuga de hidrógeno. Lo que podría ser peligroso e inseguro.

-Por cada kilogramo de hidrógeno necesitamos 11 litros de agua potable para su producción ¿De dónde saldrá esa agua?

“El hidrógeno verde puede ser una solución viable, pero cada tecnología tiene su momento y yo creo que aún no es el momento del hidrógeno verde”, señala Jiménez.

Lo que se puede hacer en el presente

Hugo Sáenz nos recuerda la importancia de abrirnos a la posibilidad de nuevos combustibles: “Cualquier vehículo que use combustible de cero emisiones es la mejor alternativa para reducir las concentraciones de material particulado. Cuando nosotros empezamos a preocuparnos por la calidad del aire en Bogotá, solo existían carros impulsados con motores diésel. Entonces empezamos a traer buses de otros lados, a conocer su funcionamiento y a exigir que nuestros buses y vehículos también cambiaran”.

La Secretaría Distrital de Ambiente sabe que los combustibles alternativos tardarán bastante tiempo en estar listos. Por eso, ha diseñado estrategias de cuidado basadas en la Gobernanza del Aire, un principio que busca llegar a acuerdos con los actores de la industria, el sector transporte y promover la participación de la ciudadanía.

Luigi Palencia nos despide con estas palabras: “Poco a poco, veremos qué hacer con el combustible. Pero ya tenemos más conocimiento. Ya sabemos que todo se acaba cuando la última gota de agua esté contaminada, cuando el último árbol no de sombra. Tenemos que meterle un poquito más de corazón a cuidar la ciudad”.

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