«El rebusque del trabajo informal y la lucha por la sobrevivencia»

Es hora de un verdadero empoderamiento de los sectores históricamente excluidos en la ciudad

Por: Julio Enrique Cortés 

 

 

Soy comunicador social y periodista de la Uniminuto, cursé estudios en Ciencias Sociales en la Universidad del Valle y empecé una maestría en Ciencia Política en la Universidad de los Andes, la cual no pude terminar por falta de dinero, puesto que se me acabó el contrato laboral con el distrito. Trabajé durante años en varias instituciones del Estado y también estuve vinculado a varias fundaciones, organizaciones y proyectos comunitarios. Actualmente, llevo 8 años laborando como independiente, luego de salir un tanto decepcionado de mi último trabajo formal, como docente de la Uniminuto.

Cansado de las malas condiciones laborales, de la inestabilidad y de la explotación que afrontamos los trabajadores en nuestro país, decidí continuar mi vida como independiente. Con un amigo emprendimos un negocio de venta de accesorios para bicicletas. Nos ubicamos en la avenida de las Américas, en Marsella. En su momento, este resultó ser un buen negocio pues por esa cicloruta transitan miles de bicicletas diariamente y en esa época fuimos pioneros. Trabajábamos de 5:30 p.m. a 8:30 p.m. y con eso se vivía dignamente. Mi calidad de vida había mejorado puesto que tenía más tiempo libre y no tenía jefes, ni dependía de la renovación del contrato, ni de ningún directivo de cualquier institución.

A la fecha, continúo como independiente, no volví a ser funcionario, ni contratista. No quise volver a trabajar en medio de la burocracia estatal de gobernantes de derecha. Por el momento, tengo dos trabajos de medio tiempo, ambos en la informalidad: De una parte, sigo vendiendo luces y accesorios de bicicleta en la calle, y, de otra, me desempeño como periodista colaborando con algunos medios alternativos. No niego que quisiera trabajar con el gobierno de Petro y aportar al Cambio desde mi profesión y mi experiencia laboral en alguno de sus programas sociales.

Durante estos años he tenido mi punto de venta en Banderas y allí ofrezco luces recargables y accesorios para los ciclistas que se movilizan a su trabajo o lugar de estudio. Me siento bien al vender algo que les sirve a los ciclistas pues las luces son fundamentales para evitar accidentes de noche. Procuro atender de buena manera y que los clientes se vayan satisfechos. Como todos sabemos, no es fácil trabajar en la calle. Sin embargo, poseo alguna habilidad comunicativa que me permite abordar a la gente y vender. Bueno, sin desconocer que la necesidad también obliga a la recursividad a la hora de querer cumplir un objetivo.

Para vender me toca pregonar y ofrecer a los transeúntes y eso me implica esforzar la voz porque los demás vendedores ponen sus carretas de fruta con megáfonos a alto volumen anunciando sus promociones. Otro factor adverso es el clima, la lluvia, los fuertes vientos y el frío en la noche, son enemigos nuestros. Igualmente, el vendedor ambulante tiene que sortear con el regateo y la escasez de la gente, la inseguridad y la policía.

A mi favor encuentro que cada día más mujeres, jóvenes y hombres usan la bicicleta. Me alegra escuchar cuando me cuentan que dejaron de usar Transmilenio y ahora andan en bici. Mis clientes son personas humildes que viven en su mayoría en Kennedy, en los barrios Patio Bonito o El Tintal, y en Bosa. Les recalco la importancia de usar las luces, el casco y cuidar sus vidas. Procuro por supuesto cada día tener una buena venta al final de la jornada, pues de aquí tengo que pagar arriendo, agua, luz, gas, celular, comida, transporte. Este es mi único ingreso por ahora.

Mi otro trabajo informal es el de periodista. Leo noticias, reviso las redes sociales y escribo crónicas, reportajes, artículos de opinión. Hay días que hago reportería y entrevistas o algún cubrimiento en vivo de alguna movilización social o evento interesante. Este trabajo periodístico me apasiona porque disfruto hablar y escuchar a la gente, enterarme de lo que sucede en las calles y de lo que se discute en los diferentes espacios de debate. Me gusta informarme y difundir las noticias de lo que está pasando en nuestro país y en el mundo. No obstante, debo decir que esta labor periodística que realizo es voluntaria, porque no es un trabajo remunerado. Como dicen por ahí, es más por amor a la causa.

Así como yo, infortunadamente, estamos millones de compatriotas trabajando en el rebusque y la informalidad. La inmensa mayoría carecemos de apoyo institucional o de patrocinio alguno. Esta situación nos pone ante una dramática realidad social de vulnerabilidad que requiere urgente atención de parte del Gobierno nacional y distrital, para que se implementen políticas orientadas a dar soluciones a la gente. No podemos desconocer que el actual presidente Petro, trabaja arduamente por sacar adelante las reformas sociales que disminuyan la miseria y las desigualdades sociales en los territorios de la Colombia olvidada, pero igualmente es imprescindible que se resuelvan las graves problemáticas de desempleo y falta de oportunidades en las ciudades.

Es de vital importancia que se brinden ayudas y estímulos para los sectores históricamente excluidos: los jóvenes y artistas barriales, los comunicadores populares y activistas sociales, los ambientalistas, los vendedores ambulantes, y muchas organizaciones comunitarias que han luchado por un cambio en Colombia, merecen la oportunidad de ser fortalecidos y apoyados. Ya es hora de pasar del discurso a la práctica, el tiempo pasa y los “nadies” seguimos en el desamparo y el olvido. Comprendemos las complejidades de las dinámicas del poder, pero no es justo que tanta gente valiosa y con méritos, siga marginada y condenada al rebusque y la sobrevivencia. 

Por último, hay que señalar que muchos estamos convencidos de que El Cambio debe avanzar y profundizarse. Estamos padeciendo la herencia de muchos años de gobiernos corruptos y mezquinos de derecha, y salir del atraso social y de las difíciles condiciones de pobreza y violencia, implica voluntad política y eficacia en la ejecución de políticas sociales. Sabemos que el Cambio implica fuertes luchas de los movimientos sociales, porque las élites que detentan el poder harán lo que sea por conservar sus privilegios. ¡Organizarnos y exigir nuestros derechos será siempre el camino hacia la dignidad!

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