«La Casa Taller Son Callejero»

Arte y cultura para la inclusión social en el centro de Bogotá

Por: Laura María Rodríguez

 

 

Son Callejero es la primera orquesta de inclusión social en Colombia, las páginas de su historia iniciaron hace más de 15 años, cuando en el 2009, Dairo Cabrera, su fundador y director, se encontró con grandes músicos de la salsa que cayeron en la adicción y el consumo. 

Todos estos artistas que ya estaban entrando a la tercera edad encontraron en la creación de esta nueva orquesta una segunda oportunidad, la posibilidad de volver a brillar en el escenario, pero también de tener nuevamente una familia con quien contar. 

Lo más importante es que al tiempo que regresaron a los escenarios, Son Callejero también les ha permitido adquirir nuevos aprendizajes, reconocer que, además de la importancia de volver a sonar y crear canciones maravillosas que hablan de su experiencia, ellos también son maestros de vida y tienen la posibilidad de llevar un mensaje a una niñez y una juventud que habla esa misma lengua de la calle. De ahí surgió la idea de empezar a esbozar una escuela de salsa en la que se aprovechara todo el conocimiento de estos grandes artistas de la música que tuvieron la oportunidad, no solo de tocar, sino de ser directores musicales, colaboradores, arreglistas y cofundadores de agrupaciones tan importantes para Colombia y el mundo como el Grupo Niche, Guayacán, Henry Fiol, Richie Ray, Olga Guillot, El Nene y sus traviesos, Latin Brothers, el Judío Maravilloso y Paquito Guzmán. 

Al respecto Dairo menciona: “Lo que logramos fue encontrar eso que debía ser el foco principal, la redención de nuestros músicos. El hecho de que ya no aspiran por su edad y por una industria musical que renegó de ellos, a tener grandes giras nacionales o internacionales, sino sencillamente tener la posibilidad de que no se repitan sus mismas historias”.

La Casa Taller Son Callejero

La Orquesta se convirtió en Fundación y desde hace más de tres años viene caminando en la idea de hacer una casa taller, una idea que cada vez se consolida más y a la que le vienen apostándole, por un lado, gracias a los estímulos y a los recursos nacionales e internacionales, pero también al trabajo de todos aquellos que la componen.

La Casa Taller tampoco fue una idea espontánea, es un proceso que se venía forjando desde sus inicios, cuando al tiempo que tocaban en diferentes escenarios como escuelas, universidades y entidades, se iban dando cuenta que hablar sobre su historia de vida era una manera mucho más auténtica de conectar con públicos que, poco o nada tienen acceso al arte y la cultura y mucho menos a escenarios de prevención. “La Casa Taller Son Callejero nace de la inspiración de sus personajes y de intentar hacer prevención desde la música. Luego, cuando comenzamos a formular proyectos de prevención y los llevamos a los colegios siempre nos llamó la atención que podría ser un proyecto diferente o paralelo a lo que veníamos haciendo en la inclusión social de los personajes de Son Callejero” expresa Dairo. 

Son Callejero cuenta con una sede que, así como ellos, es todo un relato histórico de la salsa en Colombia, nada más y nada menos que la primera sede del Goce Pagano que se encuentra en el barrio Santa Fe, en la calle 24 con carrera 13. Allí, comenzaron a vincular a profesores de música que hacen parte del acompañamiento orquestal de la banda, también a maestros en artes plásticas, en comunicación audiovisual y hoy, están forjando un proyecto que hace énfasis en la música, pero tiene el carácter de abrigar otras disciplinas para que así mismo se amplíe esa posibilidad de formación y protección a los niños, niñas y jóvenes de sectores vulnerables del centro de Bogotá, brindándoles la oportunidad de que aprendan artes y se alejen un poco de ese entorno problemático en que viven.

Cómo funciona la Casa Taller

En este momento a la Casa Taller están vinculados casi 60 niños, niñas y jóvenes. Los más pequeños desde los 5 años y los mayores alcanzan casi la mayoría de edad, son población toda aledaña al Goce, hijas e hijos de migrantes, mujeres que ejercen la prostitución y cuyas circunstancias de vida son muy cercanas a la explotación sexual y la habitabilidad de calle temprana. 

Los talleres tienen una frecuencia semanal de seis horas, tres horas los martes y tres horas los jueves en la tarde, con la idea de que fuera un espacio que les permitiera complementar la jornada escolar, pero también entendiendo que en las tardes es cuando más solos están, porque los papás trabajan y en ocasiones, como el mismo Dairo lo menciona, es el tiempo en el que mayor riesgo pueden llegar a correr. Para que el espacio sea mucho más dinámico proponen que de las tres horas, dos sean de música y una sea diferencial entre artes plásticas, escritura, audiovisual u otra disciplina artística.

Como se mencionó más arriba, esta casa taller comunitaria funciona con recursos de estímulos distritales y nacionales, pero también gracias a la gran gestión de la Fundación Son Callejero, que ha realizado alianzas: con el Banco de Alimentos, gracias al cual se garantizan refrigerios dignos para todos los niños y niñas; y con ARCUPA, que es una organización del territorio que también lleva mucho tiempo trabajando con población infantil y juvenil y en quienes se apoyan para la intervención artística y cultural.

Como lo menciona Dairo, la transformación es absoluta, hay niños, niñas y jóvenes que parecen tener en la sangre ese don para la música y los padres también han venido percibiendo que sus hijos tienen enormes capacidades y se han vinculado de manera activa al proceso: “Yo creo que es una satisfacción saber que es un proceso que va poco a poco. Las y los niños comienzan a hablar el mismo lenguaje de la música, ya saben que es una corchea, que es una negra, que es una blanca, hacen los sonidos de los tonos, los identifican, eso para nosotros es absolutamente grandioso”.

Son Callejero es más que una orquesta, una fundación o una casa taller es una apuesta que se transforma a favor de las personas más vulnerables de la ciudad y que reconoce que con la música se pueden seguir transformando las vidas de las personas

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