«Falsos Positivos»

Por: Alejandra Mejía

 

 

Lingüísticamente los falsos positivos han sido analizados como eufemismos creados por los medios de comunicación y el gobierno para enmascarar en una expresión o locución rimbombante una realidad macabra. Para otros se trata más bien de una paradoja o un oxímoron que se crea a partir de dos conceptos opuestos, falso y positivo. Puede ser que del nombre surja el problema, porque desde hace más de 40 años, pero especialmente desde el año 2002, para muchas personas la realidad de los falsos positivos no iba más allá del nombre, que en sí representaba un concepto complejo, en ocasiones difícil de definir.

Para muchos, incluso, los hechos victimizantes a los que se vieron sometidos miles de familias en Colombia se convirtieron en leyendas. Para el citadino fue más fácil banalizar la realidad de la violencia que confrontarla y muy pronto deslegitimó, negó y ficcionalizó eso que quizás no podía tramitar, el dolor y la muerte galopante degollando niños, jóvenes, madres y ancianos, tiñendo de rojo el campo y el territorio nacional, una muerte absurda, una muerte por nada, solo para poder reportar positivos en combate, para inflar las cifras de un supuesto enemigo interno, que comenzó a tener cara de gente de a pie que nada tenía que ver con el conflicto armado.

Gracias a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), hace pocos días la leyenda se volvió realidad y miles de personas aún incrédulas de los alcances de la maldad, escucharon de la boca de coroneles y de comandantes los crueles relatos del asesinato de personas inocentes que fueron reportadas como guerrilleros muertos en combate. Por medio de este componente de justicia del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, creado por el Acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y las Farc-EP hoy por fin se sabe la verdad.

Una verdad necesaria para las víctimas, que busca contribuir a la reparación, con el propósito de construir una paz estable y duradera.

La JEP se ha enfocado en los delitos más graves y representativos del conflicto armado, uno de ellos, el caso 3, tipificado como: Asesinatos y desapariciones forzadas presentados como bajas en combate por agentes del Estado. La Sala de Reconocimiento de Verdad avanza en el esclarecimiento y juzgamiento de los crímenes cometidos por los agentes de Estado que habrían presentado a más 6.402 colombianos como guerrilleros dados de baja en combate cuando no lo eran. En la primera fase de esta investigación, la JEP priorizó seis zonas del país.

El pasado 26 de abril se recibió el reconocimiento de verdad y responsabilidad de 11 ex-oficiales, para esclarecer los hechos ocurridos en la zona del Catatumbo, Norte de Santander, donde asesinaron a campesinos para hacerlos pasar por guerrilleros y donde además fueron trasladados personas de todo el país para su posterior ejecución. En las palabras de Eduardo Cifuentes, director de la JEP se resalta que: “Por primera vez la justicia determinó que los asesinatos y desapariciones forzadas presentadas como bajas en combate por agentes del estado fueron el resultado de una política institucional, que estableció el cuerpo del enemigo caído en combate como el indicador principal del éxito del esfuerzo militar, un patrón criminal con dos modalidades sucesivas, que hoy sabemos que se distinguen por el perfil de las víctimas. Ser agredidas por quienes deberían haberlas cuidado, es aún más doloroso, pero los esfuerzos ingentes por levantar ese manto de impunidad y conducirlos a ustedes, los suyos y al país a presenciar el reconocimiento de los hechos y los crímenes, hace parte del mandato que tiene la JEP y que se cimienta en la aplicación de la justicia restaurativa, justicia esta que empieza a reparar mucho antes de que se conozca la sanción y trabaja por comprender el daño causado haciendo partícipes a las víctimas que buscan una solución a lo que vivieron”. 

Los testimonios fueron dolorosos y lograron identificar la fuerte estigmatización y la importancia del buen nombre para “restablecer la imagen distorsionada del Catatumbo”, la frialdad de la narración rompe las fibras de los más fuertes. No obstante, invitamos a nuestros lectores a escuchar la versión completa ya que no queremos extraer frases fuera de contexto que propicien la generación de odios y estigmatización de alguno de los actores del conflicto.

A pesar de todo, al final de la audiencia queda el sinsabor de saber que detrás de esa responsabilidad que tuvo y que acepta cada uno de los exmilitares, hay una responsabilidad mayor que sigue quedando oculta y que es necesario conocer para garantizar una verdad completa y no a medias. Además, una realidad que al día de hoy sigue siendo necesaria para determinar por qué ese comportamiento sistemático se sigue repitiendo por parte de las fuerzas armadas en operativos como el presentado hace pocos días en Putumayo, en el que asesinaron más de 11 personas y que fueron presentadas en las mismas condiciones tipificadas en este caso.

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