“…es frecuente que el discurso ayude a producir, reproducir y mantener las ideologías hegemónicas de los grupos dominantes para mantener el control social de los grupos dominados. De esta manera, supuestos ideológicos que las élites comunican como simples significados de sentido común, son verdaderas actitudes sexistas, racistas, colonialistas, discriminatorias.” Estudios del discurso en Colombia. Ramírez y Acosta, 2005.

Cada persona tiene distintas características físicas, mentales, psicológicas, étnicas, así como, habilidades, capacidades, limitaciones, intereses y experiencias de vida que, entre otros aspectos, constituyen su singularidad en medio de la gran diversidad que existe en la sociedad; al mismo tiempo, lo anterior se ubica en un contexto colectivo, de acuerdo con el territorio, la familia o la comunidad en donde se encuentre situado, o con la cual se identifique cada individuo. Es decir, hay múltiples formas de ser, existir y habitar el mundo.

Sin embargo, el lenguaje que se emplea en diversos contextos comunicativos orales o escritos para referirse a algunas personas o colectividades, en ocasiones se asocia con algunas de estas particularidades, y dependiendo de su uso, puede contribuir a suscitar ideas o acciones que favorezcan o afecten la forma de representar e interactuar con estas singularidades y diversidades.

Además, teniendo en cuenta las condiciones que se derivan de un modelo hegemónico de poder, dominación y desigualdad, caracterizado por factores de exclusión, racialización, sexismo, entre otras prácticas recurrentes de discriminación; tiene relevancia que, se plantean algunas ideas para conjurar el lenguaje incluyente y comunicar la «diverSingularidad» que nos caracteriza y enriquece como humanidad.

Al respecto, existen distintas alternativas en el uso del lenguaje que pueden ser útiles al momento de interactuar con personas o comunidades específicas, así como, al referirse sobre ellas en diversos contextos comunicativos, entre las cuales deben destacarse los sujetos de especial protección constitucional; es decir, aquellas personas que por razones históricas y culturales permanecen en condiciones menos favorables para el ejercicio efectivo de sus derechos, por ejemplo, quienes por su género, etnia, orientación sexual, nacionalidad, lenguaje, credo religioso o situación jurídica han sido tradicionalmente discriminados.

En el mismo sentido, aquí también se incluyen a aquellas personas que presentan vulneraciones de derechos debido a condiciones de pobreza, subordinación, dependencia, marginalidad, territorio y precariedad económica. Así como, quienes, debido a circunstancias físicas de discapacidad, etarias (niñez o adultos mayores), están expuestos a limitaciones. Finalmente, debido a la historia bélica de nuestro país, es importante no dejar de mencionar a las personas víctimas del conflicto armado, que configuran un amplio universo de la población.

En el cuadro, se pueden observar algunas ideas para emplear y promover un lenguaje incluyente, las cuales han sido compiladas a partir de diferentes fuentes que se han referido a este tema, ayudando a brindar orientaciones para asumir este desafío comunicativo. Así, por ejemplo, inicialmente se destaca la importancia de respetar y emplear la manera en que las personas prefieren ser identificadas, en lugar de incurrir en el error común de dejarse guiar por percepciones personales para decidir cómo se identificará y representará a esa persona, tal como recomienda Silvia Trujillo en la Guía de periodismo diverso e incluyente del programa Exprésate del International Woman Media Foundation.

De manera complementaria, desde un enfoque de género para un lenguaje no sexista, enseguida se pueden ver algunas de las siguientes orientaciones para el empleo de un lenguaje inclusivo en cuanto al género en español (ONU, 2019).

– Evite expresiones con connotaciones negativas que nacen de una concepción estereotipada de las características de los géneros, tales como: “Este trabajo es pa´ machos”, “No sea tan niña/ parece niña”. “Los hombres ayudan en la casa”, en lugar de expresar: “Los hombres hacen tareas domésticas”. Esto también puede suceder en cuanto a roles laborales, por ejemplo, al decir: “Enfermeras y médicos participaron en la huelga”, que puede ser sustituido por “El personal de la salud participó en la huelga”.

– No visibilizar el género cuando no lo exija la situación comunicativa. Una de las modalidades es omitir el determinante ante sustantivos comunes en cuanto al género: “Acudieron algunos periodistas de distintos medios”, se puede sustituir por “Acudieron periodistas de distintos medios”. Otra alternativa, cuando no sea necesario mencionar un cargo u ocupación haciendo referencia a las personas, es utilizar la denominación del grupo, o la institución, a través de un sustantivo colectivo (“la comunidad”, “la ciudadanía”, etc.)

– Usar el pronombre relativo “quien(es)”, los pronombres indefinidos “alguien”, “nadie” y “cualquiera” y el adjetivo indefinido “cada” seguido de sustantivo común en cuanto al género. Ejemplo: En lugar de decir “Todos los representantes recibirán una copia de la publicación”. Podía sustituirlo por “Cada representante recibirá una copia de la publicación.”

Por último, se recalca otra de las prácticas que menciona la periodista Silvia Trujillo, al señalar la importancia de “Preguntarse por lo -otro- en cada situación”, tal como se presenta en el siguiente caso que combina varias de las situaciones mencionadas previamente: “En el caso de Ema y Raquel, confluyen distintos marcadores de diferencia tales como ser mujeres (género), empobrecidas (condición socioeconómica), lesbianas (orientación sexual) y una de ellas vive con discapacidad motriz. Cada uno de esos marcadores se interrelaciona con los demás, genera nuevas desigualdades y así agudiza o multiplica la discriminación (…) Este enfoque o perspectiva para analizar experiencias donde se interconectan distintos ejes de diferencia se denomina interseccional”.