«La chucua del Burro»
Por: Jesús Díaz Prieto
Aún conservas tu majestad,
cuando las guarichas
acudían a parir en tus aguas.
Hoy eres una cinta esmeralda
que se extiende del oriente al
poniente,
una implacable vía te ha fracturado
y todos los días te arroja residuos.
No importa lo que hayan hecho
contigo
aún conservas el buchón y la lenteja
de agua
que han diseñado una fantástica
manta
que parece tejida en un telar del Zipa.
Las tinguas de pico rojo disfrutan
de tus aguas sumidas en el misterio,
el gavilán maromero nos observa
cauteloso
desde su refugio flotante.
A lo lejos los juncos y las eneas han
esculpido
una muralla que te aísla de la
metrópoli,
nos regalas, cuando se precipitan
tempestades,
insólitos colores que absorben
nuestras miradas.
En medio del sopor de los veranos
bogotanos
te transformas en un campo dorado,
el silencio inunda tu naturaleza
y huye sigiloso cuando el claxon de un
camión
se presenta repentino e implacable.
Un aviso viejo y sucio
al borde de la avenida Cali nos señala
«Chucua del Burro».