«Limpiar vidrios, también tiene su magia»

Por: El Callejero

 

Para las entidades públicas Sandra y Brayan son solo cifras que entran a sumarle un número más a las cerca de 20.227 mujeres y a los 19.375 hombres que trabajan en la informalidad, de acuerdo a las cifras que brindó el IPES a mediados del año 2020. Cifras que dan cuenta de que en la informalidad las personas están obteniendo las garantías que no les brinda el Estado y donde están teniendo la oportunidad de obtener ingresos superiores a un salario mínimo legal vigente.

Sandra y Brayan trabajan en la avenida Primero de Mayo, allí en el cruce con la avenida Villavicencio, decidieron ubicarse en el semáforo que va de sur a norte, allí llegan desde tempranas horas de la mañana a trabajar: “Nosotros vivimos en Bosa La Libertad y salimos a las 5:00 a.m. estamos acá a las 6:00 a.m. nos venimos en bicicleta, y trabajamos hasta medio día, depende de cómo esté el semáforo. A veces, trabajamos hasta las 2:00 p.m. o 3:00 p.m. y nos vamos para la casa, ahí hacemos el almuercito y ya descansamos para madrugar y arrancar de nuevo”.

Desde hace un tiempo decidieron comenzar a trabajar juntos, porque Sandra antes vendía flores y Brayan se la rebuscaba vendiendo galletas y otras cosas, claro que ya llevaba cinco años limpiando vidrios, pero como menciona la misma Sandra, desde que trabajan juntos les ha ido mucho mejor porque “en equipo se ve más la plata”, menciona ella.

Hace unos pocos meses se dieron cuenta que Sandra estaba embarazada y cuando hablan de tema no disimulan la emoción, están muy contentos y con grandes planes en mente. Brayan está legalizando los papeles para entrar a trabajar a una empresa de vigilancia y tener algo más fijo y se han ido alejando de los vicios, más que todo de la marihuana, porque saben que ahora tienen el gran reto de ser papás.

La elección del semáforo tiene elementos técnicos que el observador común no logra notar, el tiempo de duración del semáforo, la cantidad de carros que pasan e incluso la competencia, son criterios para decidir en qué lugar de la ciudad trabajar. Además, dependiendo del oficio que se ejerza hay unas horas que pueden ser más pertinentes que otras, por ejemplo, para limpiar los vidrios, llegar temprano es estratégico porque la gente se va a trabajar y la idea es que puedan llegar a sus trabajos con el carro limpio. La forma de limpiar los vidrios también tiene su técnica, Brayan es quien hace los limpiadores para que les quede mucho mejor el trabajo: “lo que nosotros hacemos para ganar más tiempo o por lo menos yo para ganar más tiempo, lo cojo de la orilla de allá hasta acá y lo mando de una vez. Unas tres pasadas y salgo, me voy para el de atrás y le hago. Yo como le digo a mi mujer, en todo vidrio usted va a aprender algo, usted va a corregir alguna cosa”.

Si hay algo que diferencia a Sandra y a Brayan de otros limpiadores de vidrios es la enorme conciencia que tienen sobre la importancia del respeto por los demás, tanto hacia los que deciden dejarse limpiar el carro, como a los que deciden simplemente decir que no: “Todo va es en el respeto, si no quieren dejarse limpiar los vidrios yo les digo: Dios me los bendiga me los proteja, siga su camino, porque no va a ser el único que se va a dejar limpiar, sino que hay más carros de aquí para allá. Eso si uno tiene que caminar kilómetros, camine, eso es lo que más se hace caminar”.

En ocasiones esos que no se dejan limpiar también les colaboran: “Sí claro, a veces los vidrios están limpios y uno que les va a decir, antes yo les hago es con el dedo que la buena, que la monedita y ellos bajan el vidrio y me dan la moneda. Entonces eso va en el trato de uno”. 

Al día, entre los dos, pueden llegar a limpiar entre 130 y 140 carros. Para Sandra, uno de los pro de trabajar en la calle y en el semáforo es poder manejar su tiempo “Uno ve todos los días a la gente corra y corra, el Transmilenio, el Sitp, no, es un estrés. El trabajo es un poquito estresante, pero entonces sumarle el transporte, sumarle todo. Yo digo que el manejo del tiempo es algo muy positivo. También que, pues uno no tiene que lidiar con jefes, ni nada, sino que uno es el propio jefe, entonces si yo necesito plata, pues yo trabajo súper duro, pero igual me puedo relajar un día que yo quiera hacer vueltas del médico o simplemente vengo y estoy estresada y veo que no es mi día, me voy para la casa y no tengo a alguien que me diga “no se puede ir” o “si se va la despido”. En contra, que no hay como tener algo estable que uno diga, bueno, me enfermé o pasa esto, entonces yo tengo algo estable, no, aquí usted trabaja, usted come, si usted necesita plata y no salió y se quedó en la casa, pues ni modos porque a la casa no le va a llegar, entonces si tiene uno que ahorrar constantemente, como en cualquier otro trabajo”.

El mensaje de ambos es muy claro, lo que hacen en las calles es un trabajo común y corriente que tiene que valorarse como tal. Que las personas entiendan que ellos están en los semáforos no para hacer un mal, sino para brindar un servicio.

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