«Depredador»

«Cambio por completo la manera como yo soy, me enfoco en la actitud del depredador, osea, yo soy el depredador cuando tengo el traje puesto». 

Por: El Callejero

 

Alejandro Frías llegó a Bogotá hace 6 años, aunque nació en Colombia, en Villanueva, Guajira, llevaba 8 años viviendo en Venezuela, desde donde tuvo que regresar por problemas políticos. Es un joven de apenas 24 años de edad, que mide cerca de 2 metros y cuya tranquilidad y calidez se refleja en su trato, en sus palabras y en su mirada. Vive en Usme y en su paso por la ciudad ha tenido la oportunidad de tener múltiples empleos formales como recreacionista, en agencias de eventos, como vigilante, mesero, entre otros, solo para corroborar que económicamente la calle le da un poco más que trabajar por un sueldo fijo o un mínimo. “Aunque es un poquito más tedioso y se arriesga uno a enfermedades, accidentes, todo eso. Es como una manera de sustentar más nuestra capacidad económica, pues en un día uno se puede hacer más de lo que gana una persona por un sueldo mínimo que puede ser entre 25.000 y 30.000 pesos diarios. Aquí, uno se puede hacer 50.000 o 40.000 diarios”, afirma.

Desde hace algunos años con otros amigos de la carrera Séptima crearon lo que hoy quieren formalizar como la Fundación Clan Depredador, con la que quieren ampliar su capacidad de gestión para: “Ayudar a personas habitantes de calle, personas que trabajan en la calle, migrantes que trabajan en las calles, a los que a veces no les alcanza porque son muchos”, menciona.

El disfraz lo creó un amigo que estudió artes plásticas y con la mamá que también tenía conocimientos artísticos, hicieron estas geniales réplicas del personaje ícono de la ciencia ficción de Hollywood de los años 80. Como Alejandro cumplía con las condiciones de altura y trabajo con los niños, lo vincularon al proceso, que después se amplió al trabajo en la Séptima los días domingo y que ahora es cosa de todos los días. Por un lado, para conseguir un sustento diario, y por el otro para: “Recrear a diario, día a día a las personas que van en un trancón. Alegrarles la tarde, la noche, la mañana para que no lleguen con mal humor a su trabajo, a su casa, a su hogar, a pagarla con la familia o a pagarla con los compañeros de trabajo”.

Al día de hoy son 11 personas que se ubican en distintos puntos de Bogotá con sus disfraces de Alien o de Depredador, a divertir a las personas en los semáforos, la interacción con la gente consiste en animar a cada carro: “Caminar por el semáforo y saludar. Algunas personas que son muy malas con sus parejas o con cualquier persona, le hacen señas a uno para que los asuste, le pagan a uno por el susto. Uno llega se acerca al carro, interactúa con las personas dentro del carro, si hay niños, interactúa con el niño, saluda al niño, algunas personas que les gusta el depredador, pues se toman la foto ahí mismo dentro del carro, otros sí parquean el carro y se bajan y se toman la foto. Otros que hacen el mismo trancón, ahí esperando sacar la monedita también”, cuenta.

Alejandro después de recorrer y rotar por diferentes lugares de la ciudad, decidió que el sur era uno de sus lugares favoritos y la calle de la avenida Villavicencio con Primero de Mayo lo acoge al menos tres o cuatro veces por semana con su show, desde hace año y medio: “En el sur las personas se ríen más, hay mucha gente que trabaja igual que uno en las calles. Siempre he tenido en mi mente que el que más tiene es el que menos da y el que menos tiene es el que más da, siempre las personas que menos tenemos somos las que más colaboramos, somos las personas que más, por así decirlo, ayudamos a otros y yo siento que acá me va bien, porque acá las personas son muy distintas”, menciona.

Alejandro sigue soñando con seguir haciendo su trabajo en las calles, alegrando la vida de las personas y generando soluciones y aportes a una sociedad, para que también las personas entiendan que: “Cuando vayan en su carro y vean un artista sepan apreciar el arte, que sepan que es arte. Uno no se monta en un monociclo si no sabe, esos son años y tiempo de experiencia que uno va agarrando, trabajando y entrenando. Yo le digo a las personas que sepan valorar a los artistas que no nos tilden como ladrones, como malandros, por favor, no nos tilden y no nos juzguen si no saben que está viviendo uno, por qué uno es un artista, por qué uno está en la calle”.

 

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