Me encanta vivir en Bogotá porque Bogotá está a una hora de Bogotá, lo que te permite disfrutar de un camino lleno de inseguridades, roces poco afectivos y cantos a mano alzada.

Me encanta vivir en Bogotá porque en cada rincón sabes que tu vida pende de un hilo, un hilo de percepción que se apodera de tu mente y determina si disfrutas o no del paisaje social que te acabas de encontrar.

Me encanta vivir en Bogotá porque no es lo mismo experimentar un Transmilenio a las 5:30 de la mañana camino al trabajo, que experimentarlo a las 8:30 de la mañana solo para verte con una persona especial.

Me encanta vivir en Bogotá porque es una representación de sus habitantes fríos, grises, tratando de seguir, pero apoderados por una fuerza interior que no los deja avanzar.

Me encanta vivir en Bogotá porque, sin saberlo, te brinda opciones y te las quita en cuestión de segundos, minutos, horas, meses o años.

Me encanta vivir en Bogotá porque la vida se va entre la rutina diaria de 5:00 a.m. a 9:00 p.m. en la que poco ves a los que más quieres y mucho a los que te fatigan.

Me encanta vivir en Bogotá. La transición entre Bogotá y la muerte es casi imperceptible.

Texto inspirado en la frase de Santiago Moure.