«¡Parque sí, cemento no!»

Hay aves del sector, aves migratorias, árboles protegidos, por eso estamos reclamando.

Por: Yamile Valencia

 

 

El lunes 23 de enero la convocatoria a la movi­lización en defensa del parque La Paz se citó a las 5:30 p.m. Desde esa hora ya se encontraban varios vecinos reunidos al fren­te del que hasta hacia dos días había sido su parque, un corredor verde que ahora está cerrado y que fragmenta no solo el ba­rrio sino también la movi­lidad de quienes allí habi­tan. Cuando llegamos no eran jóvenes de la llamada primera línea, ni siquiera los reconocidos defenso­res ambientales, mucho menos políticos, ediles o cualquier otro persona­je que suele asistir a este tipo de convocatorias, quienes se movilizaron y horas después valiente­mente pararon la circula­ción de la avenida de las Américas. Fueron señoras y señores de la tercera edad, mamás con sus ni­ños y niñas, mascotas y familias enteras quienes salieron a recorrer, pri­mero el barrio para con­vocar a los otros vecinos y luego, los que pararon la vía por varios minutos.

Los motivos no son pocos y, aunque para el transeúnte desprevenido puede ser un parque como cualquier otro, la afecta­ción que puede acarrear su pérdida en la localidad más contaminada de Bo­gotá como lo es Kennedy, mejor llamada Techotiba, no debería pasar desaper­cibida. Durante la movi­lización del día lunes tu­vimos la oportunidad de hablar con una de las vo­ceras de este movimiento, Catalina Dimian, quien se ha puesto la camiseta y lleva varios días cami­nando con sus vecinos y vecinas, registrando los atropellos que han tenido que sufrir por parte de la Alcaldía Local y sus “Ges­tores de Convivencia” y la Alcaldía Mayor que ha hecho presencia con su Escuadrón Móvil An­tidisturbios (ESMAD). Sobre el por qué defender este parque Catalina es clara: “Aunque es peque­ño, hay aves del sector y aves migratorias de paso como la Tingua de panta­no y el Pechirrojo, hay ár­boles protegidos, por eso es que estamos reclaman­do tanto este pedacito de verde, además porque ya sabemos que Bavaria en algún momento lo van a intervenir”. La polémica o el argumento que ha hecho que esta moviliza­ción ciudadana sea desa­creditada por diferentes entes gubernamentales y por los mismos medios de comunicación es porque en este parque lo que se va a construir es un cole­gio y como afirma Alberto Martínez en su ensayo Gobernados y/o escolarizados “La educación se ha vuel­to una necesidad común incuestionable. Los indi­viduos aceptan la educa­ción como el signo de su propio deseo y validan su intervención como crite­rio legítimo de diferencia­ción. Pocos, por no decir ningún sector social, re­claman para sí la no es­colarización”. Es por eso, que la Secretaría de Edu­cación y el mismo Distri­to han logrado convencer o al menos refugiarse en un discurso en el que los niños se convierten en el centro de la necesidad de este aparente dilema.

No obstante, es una falacia plantear una ne­cesidad incuestionable cuando la comunidad que es quien habita el terri­torio lo niega. Además, quien visita el sector nota de manera inmediata no solo que se fracciona el barrio, sino que el espa­cio de construcción es demasiado pequeño, no debe superar los 2.000 metros cuadrados, y exa­geradamente cercano a los edificios del sector. Es decir que, en beneficio de 1.000 niños que no son del sector, que van a tener que someterse a rutas y horas de trancones dia­rios o a exponer sus vi­das tratando de tomar un Transmilenio, también van a afectar las vidas de miles de familias que ya no van a tener un parque donde descansar de la contaminación diaria de la ciudad y que se van a ver sometidos a cargas de parque automotor altas por la llegada de las rutas, a contaminación auditiva y visual, por una infraes­tructura de más de 7 pisos de alto, perdiendo su ca­lidad de vida.

Aunque la alcalde­sa mayor tiene el afán de construir en este, su últi­mo semestre de gobierno, los cerca de 70 colegios que no hizo en tres años, no es enfrentándose a las comunidades, ni cortando árboles y acabando con el poco verde que no ha lo­grado arrebatarle a la ciu­dad como lo debe hacer. Para construir colegios hay una cantidad de lotes construidos, casas des­habitadas o en arriendo que pueden comprar para construir estos complejos educativos. Incluso, hay propuestas mucho más aterrizadas en este sector, para aprovechar las zonas duras o construidas de la antigua fábrica de Bavaria para hacer universidades, museos y colegios, que podrían suplir esa nece­sidad de infraestructura educativa y cultural que tiene una localidad con más de 1 millón de habi­tantes.

Además, no es solo la construcción, son los montos absurdos que podrían representar un detrimento patrimo­nial, para un colegio que va a costar cerca de 40.000 millones. Catali­na concluye afirmando: “Sabemos que tenemos nuestros derechos y es nuestro territorio, lo he­mos cuidado y lo hemos amado, hay muchos seres vivos, todos los árboles, las aves, la serpiente sa­banera que es el alimento de ellas, es un sector muy lindo que no queremos que se acabe. Acá en esos apartamentos vive gente de muchos años, estamos siendo voz de los que no tienen voz, estamos sa­liendo a marchar los que podemos caminar, los que aún podemos movernos, porque de hecho tengo mis vecinos que me dije­ron: “yo sé quién es usted, vaya y camine por mí”, porque hay mucha gente adulta que quiere su tran­quilidad”.

Por eso recogemos la arenga de los habitantes de este barrio “¡Parque sí, cemento no!”.

2 comentarios en “¡Parque sí, cemento no!”

  1. Es necesario zonas verdes en una UPZ tan contaminada. Ese colegio lo necesitan los niños de Patio Bonito, en Suba faltan colegios.
    Al quitar el parque acaban con el punto de encuentro (ahí se realiza todos los años los simulacros organizados por la Alcaldía de Bogotá), único punto que tiene las más 1.600 familias. Entonces cuál sería el punto de encuentro para la comunidad educativa si llegan a construir el colegio de 6 pisos.
    Porque engañar a los padres de familia más necesitados con rutas escolares mandando a sus hijos a otros barrios lejos de su vivienda. A esas distancias los padres no pueden estar pendientes de sus hijos y hablar con sus profesores , este trayecto le cuesta dinero , las rutas escolares no acercan a los padres a la institución.

  2. Está declarada Bogota nuevamente la emergencia climática y la Secretaria de Educación quiere imponer un megacolegio en un lugar en donde no se requiere. Las comunidades NO nos oponemos a infraestructura para colegios pero deben ya de comprender que también los niños y niñas merecen una VIDA digna y eso no solamente se consigue con megacolegios sino también facilitando que estén cerca de sus casas para que también puedan disfrutar más de sus padres o cuidadores. Colegios Si pero no así!

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