
«Pedaleando contra la ley»
Un llamado a la legalización de los bicitaxis en Bosa
Por: Danna Rodríguez Kenny Quimbayo
En 2019, la Secretaría de Movilidad de la Alcaldía de Bogotá publicó un estudio de caracterización del bicitaxismo en la ciudad: “Los bicitaxis han crecido 52% en 6 años, pasando de 3.054 vehículos en 2013 a 4.646 en 2019”. Cifras de las cuales el 51% son vehículos de motor a combustión, el 40% no son motorizados, el 6% son de motor eléctrico y el 3% mantienen pedaleo asistido.
En cuanto a las condiciones sociodemográficas se determinó que las personas que acuden a este trabajo como medio para sostenerse pertenecen a un sector con alta vulnerabilidad social. El 84% de los bicitaxistas en la ciudad de Bogotá no cotizan pensión y el 37% de ellos no tienen acceso a salud, ni se encuentran afiliados a ninguna EPS.
El gremio de los bicitaxis es una pieza clave en la movilidad de la ciudad, desempeñan un papel fundamental en la vida diaria de los ciudadanos . Por ello, nos adentramos en sus caminos y a punta de pedal recorrimos sus historias para contar un poco de quienes están detrás del volante.
Historias detrás del pedal
Don Luis
Luis Sáenz, un hombre de 71 años, sigue recorriendo las calles sobre su bicitaxi. Lleva nueve años en este oficio, moviendo pasajeros de un lado a otro, sorteando el tráfico, las calles estrechas y las constantes batallas con la policía.
Luis calcula que, con suerte, puede reunir entre 15.000 y 20.000 pesos diarios, apenas lo necesario para pagar su habitación y estirar el dinero en algo de comida, “me toca apretar cintura para pagar el arriendo, para comer y sostenerse uno. Aquí hay un amigo que se llama Pedrito, tiene 80 años y está trabajando como bicitaxista. Ganamos apenas para medio comer. Esta es la hora y yo no he almorzado”, comenta don Luis con una marcada sonrisa en el rostro, como si la dureza de la vida no hubiera logrado quebrantar su ánimo.
La ciudad está llena de bicitaxistas como Luis y Pedrito, que no solo transportan personas, sino que cargan con una vida de sacrificios. Cada pedaleo es una protesta silenciosa contra el abandono estatal, una resistencia diaria frente a la precariedad y una lucha constante por una vida más digna.
Doña Luz Nely
Las ruedas de su bicitaxi giran desde hace más de quince años, y avanzan con el peso de los pasajeros, del día a día y de la vida misma. Luz Nely Mora, la bixitacista de profesión, con su gorra inseparable y la mirada firme, es madre, trabajadora y luchadora. Maneja con destreza, pero no hay habilidad suficiente para esquivar el desprecio de algunos, el peligro de los ladrones o la violencia de quienes deberían protegerla, “Este trabajo es una mierda”, dice sin rodeos, “todos los días estamos expuestos a accidentes, a la gente, a cualquier cosa. Y si pasa algo, siempre la culpa es nuestra, porque somos bicitaxistas. Nos miran como si fuéramos indigentes, pero aquí hay gente con muchos valores”.
Ha sido víctima de acoso, de abuso policial, de robos a plena luz del día. Pero cada amanecer sigue montándose en su vehículo, porque en su casa dos hijos la esperan. No se puede rendir, no se permite flaquear. En cada pedaleo carga su historia, su lucha y el orgullo de quienes, como ella, sostienen el mundo en silencio, aunque pocos se detengan a mirar.
Un futuro incierto
El debate sobre la legalización de los bicitaxis en Bogotá sigue siendo una asignatura pendiente. A pesar de que estos vehículos representan un alivio para la movilidad en sectores donde el transporte público es insuficiente, su situación jurídica sigue en el limbo.
En 2017, el Ministerio de Transporte emitió la Resolución 3256, que prohibía los bicitaxis con motor a combustión y establecía que solo aquellos de propulsión humana o eléctrica podrían operar, pero la falta de regulación clara ha generado una constante persecución a quienes dependen de esta actividad para sobrevivir.
En Bosa, una de las localidades con mayor presencia de bicitaxistas, la incertidumbre es parte del día a día. “Nos tratan como ilegales, pero necesitamos trabajar ¿Qué otra opción tenemos?”, se pregunta Luz Nely, quien ha sido testigo de operativos en los que la policía les decomisa los vehículos sin ofrecer alternativas. “Nos piden que cumplamos normas, pero no nos dan permisos ni garantías”.
Las autoridades argumentan que la falta de regulación genera problemas de seguridad vial y afecta la movilidad en algunas zonas, pero los trabajadores del gremio defienden su derecho al trabajo y exigen medidas que les permitan operar bajo un marco legal justo. Algunos proponen que se creen rutas específicas, cupos limitados y revisiones técnicas periódicas que garanticen que los bicitaxis sean seguros tanto para conductores como para pasajeros.
Mientras las discusiones avanzan lentamente en los despachos gubernamentales, en las calles de Bogotá los bicitaxistas siguen luchando por su sustento. La falta de estabilidad laboral, el acoso de las autoridades y la inseguridad son solo algunas de las dificultades que enfrentan a diario. Sin embargo, persiste la esperanza de que en algún momento su trabajo sea reconocido y valorado.
Luis, Pedrito y Luz Nely continúan pedaleando, como tantos otros, con la esperanza de que un día sus esfuerzos sean recompensados. La legalización de los bicitaxis no es solo una cuestión de movilidad, sino de dignidad y justicia para quienes han convertido este oficio en su forma de vida.