
«Chimbilays»
Por: Daniela Ortega
En la cima del Paraíso la vista es deslumbrante, allí el aire que se respira es más puro, desde la ciudad autoconstruida todo se ve minúsculo.
Es en un barrio llamado Ciudadela Paraíso en Ciudad Bolívar, donde viven los Chimbilays, se llaman así amorosamente por el murciélago chimbilá que habita en la Sabana, el cual disfruta tanto de comer guayaba como Alfredo. Él y Rosa llevan 20 años juntos, ambos tienen 65 años y su relación gira alrededor de sus mascotas a quienes les entregan todo su corazón. Tienen siete perros: Marley, Tova, Bruno, Chocolate, Capitán, Coronel y Luna; junto a ellos también viven nueve gatos, entre ellos: Congo, Juan, Pinina, Estrella, Piolín Jr, Manchas y Mono.
Rosa recibe un subsidio para el adulto mayor de 150.000 pesos, pasa sus días en casa cuidando de sus mascotas y asiste algunos días a la semana al Centro Día, un centro de integración social para el adulto mayor en el Barrio Bella Flor, en este lugar ha tomado cursos de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y cursos artísticos como pintura en tela, cerámica, puntillismo, entre otros.
Alfredo es un hombre lleno de positivismo, comienza su jornada laboral a las 10:00 a.m. pero desde mucho antes se levanta a recoger agua, desayuna y toma el transporte que lo llevará hacia el centro de la ciudad para retirar su carreta con las popularmente llamadas ‘cucas’, unas galletas que se realizan con el melado de la panela. Desde allí, comienza su recorrido por el barrio Santa Fe, San Bernardo, San José, la Carrera 30 y Puente Aranda. Él surte y arma los paquetes cada dos días y sale a venderlos: “si uno anda con Dios siempre va a estar bien”. De la mano de su positivismo Alfredo también tiene la certeza de que la situación en el país va a mejorar, “lo que está pasando ahora es el principio del fin”, haciendo referencia a qué será el final de este largo capítulo de violencia y desigualdad que ha atravesado el país.
Alfredo y Rosa han vivido en toda Bogotá, Ricaurte, Alquería, San Bernardo, San Francisco, pero no fue hasta que lograron comprar un lote por 10 millones, hace 8 años, que por fin pudieron comenzar a cumplir la promesa que le hicieron al Divino niño, “Si él nos concedía un lotecito, nosotros prometimos que no le íbamos a cerrar las puertas a ningún animalito y así ha sido”.
Para Rosa y Alfredo sus mascotas son su vida, su primera mascota fue Coronel, hace 7 años, gracias a él nació el amor y su propósito por el cuidado de los más indefensos, “Coronel trajo dos gaticos en la boca, chiquiticos, ese animal quiere mucho los gaticos”, la mayoría de sus mascotas llegaron durante la pandemia, “la gente venía y nos lo dejaba aquí en la puerta, solo sabíamos recibirlos porque ellos son muy lindos”. Y desde entonces su labor continúa, todos los días tienen una razón para seguir alimentando a la manada, a su familia.