«Plan de Desarrollo o Plan de Vida»

Por: Luis Eduardo Tiboche

 

 

Con un nuevo alcalde en la ciudad, y en pocos meses en las localidades, se inicia un nuevo ciclo de “construcción” del Plan de Desarrollo Distrital (PDD) y de los Planes de Desarrollo Locales (PDL). Ya está circulando la invitación, desde la administración distrital, que dice estar emocionada de contar con nuestras voces, ideas, opiniones y sueños para crear una Bogotá más prospera, justa e inclusiva.

Nos informan que esta construcción está dividida en cuatro fases: Sentires ciudadanos, recopilación de percepciones y sentires ciudadanos sobre el programa de gobierno distrital, en el mes febrero; Aspiraciones comunes, recopilación de propuestas de la ciudadanía, organizada o no, durante marzo y abril; Acuerdos para la ciudad, discusión del proyecto del PDD, en el mes de mayo; por último, Reconocimiento de la acción colectiva, formalización del PDD, entre junio y julio.

En esencia, el Plan de Desarrollo es una “herramienta de gestión que promueve el desarrollo social en un determinado territorio”, en este caso la ciudad de Bogotá. No obstante, es preciso detenerse a evaluar de qué desarrollo social se habla, cuando en nuestra ciudad cada día aumenta la marginalidad y la exclusión de grandes grupos de pobladores, mientras los negocios de los poderosos son cada día más rentables.

La falacia de la participación, un rápido repaso del tema:

Es necesario, entonces, clarificar primero a qué “participación” nos convocan los administradores y dueños del poder.

Los procedimientos y mecanismos de la participación ciudadana en la discusión de los planes de desarrollo están establecidos en la Ley 152 de 1994 y reglamentados, para el caso de Bogotá, en el Acuerdo 878 de 2023, que derogó a su vez el Acuerdo Distrital 12 de 1994. 

Dos instancias surgen de esta normatividad, el Consejo Territorial de Planeación Distrital (CTPD) y los Consejos de Planeación Local (CPL), estos últimos como entes consultivos.  La conformación del CTPD está marcada por la presencia de los diferentes gremios y sectores que direccionan la economía del distrito, la región y el país. El CPL es una amalgama de “representantes” de diversos sectores, muchos de los cuales realmente no tienen ejercicios organizativos sociales, por el contrario, vienen muchas veces consolidados con visiones y conocimientos insuficientes en estos escenarios de la planeación. A su vez, los Encuentros Ciudadanos están concebidos como espacios de participación en los que la ciudadanía tiene el poder de decidir sobre los proyectos prioritarios en su localidad, en un mal remedo de democracia.

Por otro lado, los Planes de Desarrollo deben armonizarse con los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), es decir, que ratifican lo aprendido: Un POT que ordena el territorio para el negocio de los capitales nacionales y transnacionales en el poder y supedita inversiones y demás asuntos que benefician al capital dejando de lado el “desarrollo social”, o mejor, priorizando las ganancias del capital en detrimento de la mayoría de los pobladores de la ciudad.

¿Y qué tal si esta vez nos emocionamos?

Una tarea urgente por parte de las organizaciones y movimientos populares y sociales es profundizar estos escenarios de participación; claro, una participación que esté fortalecida por la información y los criterios políticos que como sociedad en gobernanza debemos tener y desarrollar, una participación que debemos exigir para que sea realmente decisoria y no consultiva.

En Asambleas Populares, Comunales, en Encuentros, Mingas, Ollas Comunitarias y demás ejercicios sociales, debemos avanzar en reconocer nuestros territorios de manera integral, en ordenar y sistematizar los enormes problemas sociales, culturales, económicos, políticos y de la naturaleza que ha generado este modelo económico, pero también en las soluciones a los mismos. Estas soluciones las debemos traducir en Mandatos y Planes de Vida que nos posibiliten asumir nuestros destinos y caminar hacia una sociedad de la vida.

Los espacios de los Encuentros Ciudadanos deben ser uno más de los escenarios de llegada en la actual coyuntura, en donde reflejemos nuestras necesidades y soluciones, las cuales deben estar ancladas en los llamados Planes de Desarrollo, pero, además, planteando el cómo los debemos ejecutar y desarrollar a través de los diversos componentes del mismo Plan y de las líneas de ejecución. La Gobernanza que se nos plantea desde lo nacional es una tarea que hacemos a diario, pero que hoy debemos profundizar hacia una sociedad incluyente y de plena garantía de los Derechos a la Vida.

Algunos ejes estructurales a tener como marco:

El territorio y el ordenamiento

Como los planes de desarrollo tienen un espacio geográfico de incidencia, nuestro territorio, Techotiva, está enmarcado en la cuenca geográfica del río Funza o Bogotá, más cuando el POT plantea la ciudad metropolitana, es decir, que incide más allá de los límites de la ciudad misma. El agua como ordenadora del territorio plantea retos profundos en el debate nacional actual y en la construcción y ejecución de los planes de desarrollo. Proteger los ecosistemas estratégicos y territoriales y potenciar la biodiversidad, ordena recuperar los ríos desde sus nacimientos como un asunto estructural. Para nuestra geografía cercana la cuenca del río Fucha y la del río Tunjuelo deben ser prioridad, así como el corredor de los cerros orientales, desde donde nace el agua. A su vez, los municipios de la Sabana deben recuperar su vocación de productores de alimentos y de vida. Otra tarea urgente es la de revisar el sistema de abastecimiento y fortalecer las economías y los mercados populares articulados con los campesinos de las cercanías y las plazas de mercado, como motores de la cultura hacia la soberanía alimentaria de las comunidades.

Integrado a este tema, está la reactivación de los Comedores Populares, Comunitarios, Centros de Abasto, Acopios Populares, Comedores Estudiantiles que, en un esfuerzo mancomunado con el gobierno nacional, distrital y local, permitan el Derecho al alimento digno de quienes hoy están en estado de hambre. Estos escenarios deben ser manejados desde las mismas comunidades en unos acuerdos sociales y con la incidencia desde lo nacional en acuerdos público- populares.

También, es urgente reorientar la agricultura urbana hacia escenarios de agroecología, instalando Unidades Integrales de Producción Agroecológica que potencien el cuidado y protección de las semillas criollas y nativas, la producción de abonos y sustratos, y una producción diversa de alimentos que nutra las economías populares a través de mercados y plazas de mercado. Orientar desde la acción la creación de un Instituto de Ciudad y Territorios de Agroecología, con una incidencia real y fuerte de las organizaciones campesinas y urbanas.

Desde las economías populares

Las economías populares en las calles y en los barrios, nutren gran parte de la economía de la ciudad, pero además dan sustento a un grueso de la población excluida por el modelo económico. Formalizarlas no es el camino, lo cual pone sobre la mesa el papel de la entidad del distrito en el tema de economía popular (IPES), el cual debe transformarse radicalmente para pasar de ser una entidad que acosa y persigue a los populares, a ser un motor del fortalecimiento de las economías hechas desde las autonomías de las comunidades.

Otros asuntos igual de fundamentales hacia la construcción de sociedades con derechos y en dignidad deben ser abordados con profundidad, como la planeamos atrás por las organizaciones sociales y la comunidad en general, y esperamos hacerlo en futuras ediciones en este medio y en los diversos espacios comunes construidos por estos tiempos.

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