La variante Omicrón, a diferencia de otras variantes, se caracteriza por tener un alto nivel de contagio, es de 5 a 10 veces mayor que la variante Delta, por lo tanto, genera picos muy rápido, acelerando la afectación en poco tiempo.

Según el Gobierno, el cuarto pico de la pandemia se va a vivir con mayor fuerza a mediados del mes febrero del presente año, principalmente por el aumento de las interacciones sociales  que se dieron en las fiestas navideñas y en las vacaciones. Debido a este aumento el Gobierno decidió aplicar la tercera dosis a los cuatro meses de haber terminado el esquema completo, para reforzar la protección y evitar complicaciones de salud, dándole prioridad a las personas mayores y a aquellas que sufren comorbilidades. Así mismo, se han duplicado los esfuerzos para invitar a vacunarse a quienes aún no lo hacen, principalmente a los menores de edad para el regreso a clases. 

Aunque a mediados de abril ya se cumplen dos años de la pandemia, sigue siendo difícil el autocuidado cuando no es posible evitar espacios de aglomeración como el transporte público, donde no hay el distanciamiento social, particularmente en las horas pico; ahora con el regreso a clases presenciales, la mayoría de los padres de familia se preguntan cuáles son las garantías de autocuidado en aulas de clase con 40 y 50 estudiantes a cargo de un solo docente, que no puede estar haciendo cumplir las medidas de bioseguridad, como el correcto uso del tapabocas. A diferencia del 2021, que se implementó la alternancia, en este 2022 el retorno a las clases es total en medio de un pico, en el que se registran más de 200 muertos y cerca de 15.000 contagiados al día, en el país. Además, es aún más preocupante porque la supuesta baja de contagios puede responder a las nuevas indicaciones dadas por el gobierno, en las que ordena no aplicar pruebas a personas entre los 4 y los 59 años, es decir que a la fecha no hay indicadores reales que nos permitan conocer cómo avanza la pandemia en medio de la reactivación.