«Somos Bosque»
Resistencia, pedagogía y naturaleza
Por: Ana María Castellanos
El colectivo Somos Bosque ha estado en la primera línea de defensa de los ecosistemas de Bogotá durante más de una década. Fundado con la misión de proteger las áreas verdes y los recursos naturales de la ciudad, han persistido en su labor de exigir que tanto las entidades distritales como las privadas respeten el territorio. Una de sus líneas de defensa se ha intensificado desde la propuesta del Plan Parcial, 2017, propuesto por la administración de Enrique Peñalosa, y la subsecuente preparación de un nuevo plan bajo la alcaldía de Claudia López. En ambas planeaciones las zonas verdes del barrio Marsella en la localidad de Kennedy – Techotiba han sido irrespetadas, y ha primado la imposición del cemento por sobre la calidad de vida de sus habitantes y de los ecosistemas que allí perviven.
Si bien Somos Bosque ya lleva tiempo librando una batalla legal y legítima contra constructoras poderosas en Colombia, y contra el mismo distrito para proteger el Bosque Bavaria, desde enero del 2023 la construcción de un colegio distrital, en lo que se conocía como el parque La Paz, se sumó a las problemáticas del sector. El barrio Marsella cuenta con dos colegios públicos dentro de los cuales está el colegio Nicolás Esguerra, el cual tiene la posibilidad de ser ampliado para aumentar la cobertura. No obstante, la Alcaldía de Bogotá se hizo la de los oídos sordos, ignoró los reclamos y las múltiples movilizaciones de la comunidad y decidió, hace más de un año, iniciar la construcción de este nuevo colegio con varios agravantes para lo ecosistémico local.
¿Cómo concebimos la educación de la clase popular?
Durante el recorrido eco-pedagógico realizado el 11 de agosto por el Colectivo Somos Bosque para crear conciencia sobre la importancia de la preservación de las zonas verdes y el ecosistema del antiguo parque La Paz, se expresaron distintas preocupaciones alrededor del colegio que está siendo construido encima de lo que antes era la zona de encuentro de toda una comunidad. Vale la pena recordar que durante la disputa que emprendieron los habitantes del barrio en contra de la administración, esta última emprendió una campaña mediática en la que tildó a los vecinos de “clasistas” por exponer sus argumentos en contra de la construcción de la institución. Los motivos, evidentemente, no eran en contra de la educación pública, sino de una construcción que no garantiza el derecho a la educación de las niñas y los niños en condiciones de bienestar, ni respetando el derecho a una vida en condiciones dignas de los habitantes de la zona, donde por supuesto está el acceso a zonas verdes y una mejor calidad de aire.
Durante el recorrido, los mismos asistentes identificaron diversos factores de riesgo con la construcción del colegio, no solo para los habitantes de la zona, sino para los futuros estudiantes que asistirán. La idea de colegio público no se puede limitar a un edificio de concreto, sin zonas verdes para la recreación y de cara a conjuntos donde extraños pueden observar sus actividades las 24 horas al día. Es de vital importancia que se sigan exigiendo condiciones de bienestar para la educación básica y media. El colegio Ferrol La Paz, que en unos meses quedará oficialmente ubicado al lado de la urbanización La Paz, en el barrio Marsella, parece ser parte de una de las estrategias de cumplimiento de la Alcaldía de Bogotá, donde priman las cifras y las concesiones dadas, por sobre las voces de la comunidad.
El predio donde hoy está construido el colegio fue aprobado a través de la Resolución 61 del 16 de mayo de 1983 emitido por Planeación Distrital (hoy Secretaría de Planeación). Al respecto, el año pasado, dicha Secretaría publicó un comunicado en el que afirmaba, que: “Desde los inicios de la urbanización corresponde a una zona para la construcción de un equipamiento y distinta al área destinada al parque”. Es en este punto, en el que la lógica de la administración pública entra al mundo de lo contradictorio, cuando obedece a una resolución que dicta la planeación de una ciudad de hace más de 40 años ¿Cuánto se ha incrementado la población desde 1983 a la fecha? ¿Cuántas otras necesidades y realidades surgen con el pasar de 40 años? Esta ciudad es manejada con base al dinero que se transfiere a las constructoras y no con base a las necesidades de quienes la habitan.
Vivienda Digna, más que dos palabras y cuatro paredes
La reactivación del Plan Parcial Fábrica Bavaria y la proyección de la construcción de cerca de 16 mil nuevas unidades de vivienda en el bosque, no solo pone en riesgo la biodiversidad de la zona, sino que también representa una amenaza para las condiciones de vida de los residentes cercanos. La sobrecarga de edificaciones en Kennedy, la localidad más poblada de Bogotá, podría agravar problemas ambientales y de salud pública. La decisión de construir en esta área, rica en ecosistemas acuíferos y propensa a inundaciones, ha sido criticada por expertos como Daniela, bióloga y miembro de Somos Bosque. Según ella, el sur de Bogotá, conocido como Techotiba o “Territorio de agua”, está diseñado por la naturaleza para gestionar grandes cantidades de agua, y cualquier alteración podría tener graves consecuencias. La construcción en esta zona no solo afectaría a las especies nativas, sino que también incrementaría el riesgo de inundaciones y problemas ambientales en la comunidad.
Como explicaban también otros integrantes de Somos Bosque, los ecosistemas acuíferos y las zonas vegetales de la región son esenciales para la regulación del agua y el clima local. La intervención en estos espacios puede exacerbar las sequías y alterar el ciclo de las lluvias, afectando la calidad de vida de los habitantes. También, mencionaban que, aunque Bogotá debería tener el mismo clima templado de la zona de la Sabana, el endurecimiento del suelo, es decir, que se vuelva cemento, es lo que hace que se eleve la temperatura, es por esto que el clima de la ciudad ha venido aumentado. Es decir, a más cemento en una zona, mayor es la temperatura, porque no hay un suelo que reciba el calor, sino que hay una superficie que lo rebota y lo concentra. Por otro lado, esta alteración provocada por el endurecimiento del suelo también afecta el régimen de lluvias “No sólo hay que cuidar el agua líquida, sino el agua en su estado gaseoso’’ expresaron.
La eliminación del humedal Madre de Agua para dar paso a la avenida Guayacanes, también ha traído problemas para las especies que habitaban esta zona. En ‘’El jardín de los pájaros’’, como había bautizado la comunidad a este punto del mapa frente a la Av. Guayacanes y al lado del parque La Paz, los pájaros que usualmente se posaban en las copas de los árboles, ahora tienen más problemas para comunicarse entre ellos, lo que implica una afectación en su energía vital y se traduce en una disminución de los ejemplares de varias especies.
La conservación de las zonas verdes no solo preserva la biodiversidad, sino que también contribuye a la calidad del aire y la regulación de la temperatura urbana. Las áreas verdes actúan como amortiguadores que reducen el efecto de calor en las ciudades, mitigando el calentamiento global local y favoreciendo lo que durante el recorrido denominaron “microclimas’”. Defender el ecosistema también está estrechamente relacionado con la justicia social, mencionaba Laura, comunicadora social e integrante de Somos Bosque. Un entorno natural saludable promueve una mayor calidad de vida y reduce los costos asociados a problemas de salud derivados de la contaminación y el extractivismo que sufren los ecosistemas aledaños al Bosque (ríos como el Fucha, páramos y hasta el mismo bosque).
Ante el extractivismo y el capital: organizar y conservar
La labor de Somos Bosque se ha expandido hacia diferentes áreas, como la pedagogía, la identificación de especies que habitan la zona, la producción científica de conocimiento sobre el ecosistema, lo jurídico, y la visibilización de las problemáticas medio ambientales. En esta oportunidad, durante el recorrido, resaltaron la importancia de la organización y el trabajo mancomunado para fortalecer el territorio. Una de las apuestas de los habitantes es la huerta ubicada en el mismo parque donde avanzan las construcciones del colegio Ferrol La Paz. Esta huerta autogestionada y cuidada por los vecinos de la zona proporciona vegetales y otros frutos de consumo comunal. Si bien coordinar el cuidado de la misma puede llevar bastante esfuerzo, Somos Bosque está convencido de que estas son algunas de las herramientas que tienen para conectar y consolidar el tejido social, además de ser un acto en defensa de la soberanía alimentaria.
El recorrido pedagógico fue un espacio para el encuentro con las y los vecinos, al igual que con otros procesos como la Red de Nacional de Jóvenes, quienes expresaron su preocupación por las intervenciones irresponsables con el ecosistema por parte del Distrito. A la par, mencionaron las falencias en el sistema de aprobación de un proyecto de construcción, cuando de concertar con la comunidad se trata. Mientras continuaba la caminata por la estruendosa y muchas veces caótica Av. Guayacanes, el grupo comentaba que, hay un protocolo para pasar una licitación, el cual determina que se debe contar con la aprobación de las Juntas de Acción Comunal y otras instancias de carácter comunal. Desafortunadamente, muchas veces, esos escenarios de participación se validan con personajes oscuros dentro de las Juntas que no respetan las exigencias de los habitantes y priorizan los intereses de las constructoras. Es por lo anterior que, como mencionan los integrantes de Somos Bosque, la ciudadanía debe estar presente no sólo en la veeduría, sino también en las campañas de concientización, en la incidencia institucional, jurídica y también barrial y todas las herramientas que ayuden a la comunidad a apropiarse de su territorio.
Por lo pronto, Somos Bosque seguirá en la lucha por los ecosistemas de la ciudad con ayuda de mujeres y hombres formados en biología, derecho, comunicación y otras áreas de conocimiento. A la par, de seguir tejiendo lazos con otros colectivos que también se siguen organizando alrededor de la ciudad porque reconocen lo indispensables que son los ecosistemas y las zonas verdes que permiten su conexión para las diferentes especies que aún habitan y sobreviven a la densificación de la ciudad. El objetivo de todas estas fuerzas ciudadanas es lograr construir un espacio digno para vivir, para formar comunidad, para respirar en paz, para tener una zona agradable en donde encontrarse con el vecino, con otras especies que también habitan el barrio, un lugar donde quepamos todos.