«Una sola voz»
Uno a uno los rostros, los cuerpos, los vestidos, los cabellos y los tejidos fueron pintando de colores diversos esta plaza.
Por: El Callejero
Sentados en la Casa del Florero esperando a la Minga, conversamos sobre si este sería el próximo florero de Llorente, por menos se había independizado este país, ahora teníamos muchos más motivos: asesinatos de líderes sociales y población civil, pérdida de los territorios, desgobierno, compra de votos, corrupción, quizá nombrarlas todas, vociferarlas, liberaría al más pasivo de los pueblos, pero en Colombia sigue siendo difícil que suceda.
Aun así, estábamos en toda la entrada de la plaza de Bolívar esperando a la Minga. En el 2008, hace más de diez años habían venido a Bogotá, era un momento histórico, pensamos en el cambio y en miles de personas que se unirían a este clamor popular de pueblos indígenas, afros y campesinos. Venían por un motivo, querían ser escuchados, llevaban muchos días pidiéndole al presidente que se sentara a dialogar, no a conversar ni a charlar, esos verbos unidireccionales de los que no se saca nada. Reclamaban un diálogo real, un intercambio de palabras que permitiera construir una nueva mirada sobre los pueblos, sus territorios y sus necesidades.
Después de algunos tintos los vimos llegar, y toda la plaza se volcó a aplaudir, a tomar fotografías, a hacerles preguntas, a observar, a participar, a gritar. Uno a uno los rostros, los cuerpos, los vestidos, los cabellos y los tejidos fueron pintando de colores diversos esta plaza, por lo general plagada de palomas y de tinterillos de paño que entran y salen de los ministerios. Esta plaza llena de gente, de pueblo, de música era la verdadera encarnación de un país complejo, de una Colombia profunda que se ha tenido que tejer y comprender en medio de sus diferencias y sus necesidades, aun así, ahí estábamos todos reunidos en un solo clamor.
Hicimos lo que hizo todo el mundo, nos quedamos, seguimos conversando, escuchamos los reclamos y las necesidades que venían a exponer. Hicimos algunas notas y con el Paisa fuimos repartiendo periódicos, poco a poco, como al Paisa todo el mundo lo conoce se nos acercó Alberto Benavides que es Coordinador de la organización de la Minga, aprovechamos la ocasión para hacerle algunas preguntas, nos contó que: “la minga es cuando todos nos ponemos de acuerdo para organizarnos y trabajar juntos, minga son las formas que hemos heredado de nuestros abuelos y abuelas, campesinas, indígenas que se reunían si necesitaban construir una casa, si era necesario construir una calle, es una forma de hacer un trabajo juntos. Hoy es un gran día porque esta minga está convocando al país a construir una casa común, esa casa común necesita garantías para la vida, la paz, la democracia y el territorio”. Ya picados por este ejercicio de periodismo también hablamos con un joven de las comunidades indígenas, su entrevista se encuentra en Youtube en la Fan Page del Periódico El Callejero.
Unas horas después, el frío nos fue apagando y la gente, una a una, así como llegaron, fue desalojando la plaza de Bolívar. Días después regresamos, muchos a seguir exigiendo y a veces suplicando un diálogo con el Gobierno, frente a los ojos del Palacio, del Bolívar, de la Catedral y de las palomas pasaron estudiantes, maestros, colectivos de mujeres, jóvenes y ex combatientes, ninguno tiró una sola piedra, ninguno se movilizó pidiendo la cabeza del mandatario, el único reclamo fue ser escuchados. “Si el Gobierno no escucha al pueblo, la democracia es una oligarquía” dice Hessel y es muy probable que algún día, si el gobierno sigue sin escucharnos, ya no salgamos por bandos, ni por pedacitos o por grupos, sino que nos unamos todos en un solo clamor popular.