«Cire: donde todo tiene una segunda oportunidad»
Por: Camila Hernández
Los recuerdos de la infancia de Derly son cálidos y salados, saben a mar, al Pacífico colombiano de donde viene su madre y donde nació ella, en una casa de madera sobre el agua, y al Caribe de donde es su papá y donde vivió una gran parte de su infancia. Chocó, Turbo, Sincelejo y Tanelita son los lugares que marcaron esa primera parte de su vida. De ahí su familia se fue hasta el sur de Bolívar donde comenzaron de cero, de ese lugar recuerda con cariño que tenían vacas, tenías gallinas, tenían galpones, tenían ganado, una finca y un restaurante, básicamente, una granja autosuficiente donde cultivaban y hacían la comida con esos mismos productos que les daba la tierra, allí la vida era buena y como familia tenían una sostenibilidad económica.
Cuando rondaba los 10 años, el conflicto llegó a su hogar y tuvieron que salir desplazados, dejar sus tierras y sus pertenencias, la violencia les dejo varias heridas físicas y emocionales. Después de eso, la familia se desintegra y la violencia empieza a alcanzarlos en otros lugares del país. Derly, no obstante, logra terminar su colegio y su universidad y en Sincelejo comenzó a trabajar con las personas que también eran víctimas del conflicto armado, pero allí también muy pronto comenzaron a llegar las amenazas y decidió viajar a Bogotá, allí con la devoción que la caracteriza sintió que podía rehacer su vida.
No obstante, Bogotá no la recibió de la mejor manera, aunque muy pronto consiguió un trabajo, allí fue víctima de discriminación racial y abuso laboral, lo que le acarreó graves problemas de salud.
A pesar de todas las dificultades que ha tenido que sobrellevar en su vida, Derly es una mujer que se ha puesto de pie y con esa misma fuerza ayuda y brinda apoyo a su comunidad, que hoy se concentra en el barrio Patio Bonito de la localidad de Kennedy-Techotiba. Hoy en día trabaja en la misma fundación que ella creó Cire: Arte y Cultura, sobre esta nueva etapa de su vida le hicimos varias preguntas.
Partiendo de todo este dolor y aquellas condiciones de vida a las que te enfrentaste ¿Cómo se pasa a la formación de la Fundación?
Cuando yo estaba en las condiciones más difíciles, me acordé que años atrás habíamos tenido un restaurante comunitario donde le dábamos comida a los zorreros. Recordé que esa obra social era muy importante para la comunidad y me dije que podía sobrepasar la discapacidad y comenzar a trabajar con las mujeres recicladoras, ellas comenzaron a venir, algunas no sabían leer, otras habían tenido temas de adicciones u otro tipo de problemáticas. Entonces, ahí entró la psicóloga, que también nació aquí en el barrio. Ella vio que también podía ayudar a la comunidad y empezamos a unir fuerzas. Así se fueron sumando varias personas, cada una desde el perfil de su profesión, tratando de ayudar a la comunidad.
Después, empezó el “voz a voz”, y cuando las personas necesitaban ayuda espiritual o psicológica, decían: “Vamos donde la profe”. Todos venían acá a buscar ese aliento. Hasta ese momento no teníamos cámara de comercio, no estábamos constituidos legalmente debido a mis temas de discapacidad y todo el tema laboral. Nacimos en un garaje, no teníamos sillas, ni nada, solo las ganas de servir. Improvisamos un escritorio con una tabla y unas canecas de pintura vacías, ese era nuestro escritorio.
¿Cómo nace el nombre Cire Arte y Cultura? ¿Cuál es su foco como fundación actualmente?
Cire es el sueño de Dios para el barrio Patio Bonito. Estábamos orando sobre qué nombre ponerle en la Cámara de Comercio, ya que nos constituimos legalmente en 2017. En mi mente sonaba “Cire” y yo decía que debía llamarse así y le colocamos “Arte” porque tomamos todo lo que es reciclaje y lo transformamos, dándole un nuevo uso.
Nosotros reutilizamos los desechos que las otras personas dicen que no sirven. Tomamos todo lo que es plástico y cartón y lo transformamos. Por ejemplo, las botellas las convertimos en cartucheras, con el plástico hacemos cuadernos reciclados, con el cartón hacemos carpetas y arte. En cuanto a la tela, tenemos dos procesos: uno es tomar una prenda de vestir y transformarla en una nueva prenda, y el otro es tomar los recortes de las industrias y microempresas del sector, nosotros los transformamos en una tela nueva que, compuesta por esos pedacitos, resulta en una tela ecológica, así podemos crear una prenda totalmente nueva.
Dentro de nuestro objeto social está el tema de que las mujeres seamos productivas, sin importar dónde estemos. Queremos que, si han sido descalificadas por cualquier motivo, en Cire se les dé la oportunidad de aprender un arte, cómo coser y valerse por sí mismas, generando un ingreso adicional para sus hogares. También les enseñamos todo el proceso de microtrabajo, cómo llevar un negocio ambulante, cómo hacer empanadas y vender comida.
Otra cosa que hacemos en Cire es a través de la alfabetización, dictamos talleres escolares. Hay proyectos con mujeres, jóvenes adultas y abuelitos. Es muy importante poder enseñarles a nuestras personas de la tercera edad, porque son nuestra base, sin ellos no estaríamos aquí.
Ahora, pasemos a las proyecciones y necesidades ¿Qué quieren ser? ¿Qué necesita Cire para alcanzar todo eso que sueñan?
Nuestra visión es ser la mejor organización social, una organización autosuficiente donde podamos enseñar a las personas desde cómo cultivar una fruta, una verdura o un vegetal en su hogar, hasta cómo producir ingresos. Queremos ofrecerles, de pronto, una sanidad emocional que es la suma del amor propio, la autoestima y la autonomía. Y cuando hablamos de autonomía, no es solo personal, sino también económica. Queremos que puedan desarrollar actividades que les permitan alcanzar un mejor nivel de vida.
En cuanto a las necesidades, primero, necesitamos un lugar. Desde que empezamos en el garaje, el alquiler era mínimo. Hemos tenido un desplazamiento interno, nos hemos movido mucho dentro de la localidad debido a la falta de un lugar propio. Hemos intentado encontrar un sitio, pero los lotes aquí están escasos y los que hay piden mucho dinero, que nuestras manos no alcanzan a cubrir. La idea es tener cuatro pisos, y que cada piso se encargue de un área específica, por ejemplo, toda la parte educativa, de emprendimientos, recreativa y terapéutica. Queremos tener profesores de la región pacífica, la región Caribe y la región Andina para mostrar la diversidad económica y cultural de nuestro país.
A Cire: Arte y Cultura le sobran sueños y ganas de seguir trabajando por la comunidad. Un sueño que nació de las adversidades y hoy es un mar de posibilidades.