«Como si fuera            ayer»       

Por: Camilo Cano Arias 

 

Recuerdo ese día como si fuera ayer, estaba cursando mi último grado del colegio cuando nos llegó la noticia: las clases habían sido suspendidas. Al parecer, porque en el exterior empezaba el brote masivo de lo que hoy podría decir es la mayor crisis biológica vivida en el siglo XXI, muy por encima del H1N1 y el ébola juntos. No precisamente por su mortalidad, sino por su capacidad malévola de esparcirse como el cáncer en el cuerpo, cuando hace metástasis. Una histeria colectiva condensada en una partícula que no medía más que una plaqueta sanguínea.

Como venía comentando, me encontraba en el colegio cuando llegó la noticia, mi compañera empezó a hacer chistes: “Yo venía en un avión lleno de chinitos cuando llegué a los Estados Unidos a inicios de las vacaciones”, nosotros la calmábamos y le decíamos: “Eso fue hace dos meses, no deberíamos preocuparnos” y todos nos reíamos del asunto, mi amigo de aquel entonces hablaba de unas vacaciones de dos semanas mientras se arreglaban los hospitales. Yo era pesimista con el asunto, aunque algo me decía que lo mas probable es que si fueran unas mini vacaciones. Puedo decir con certeza que desde ese momento desconfío hasta de mi propia intuición. 

La primera bandera roja de que esto iba para largo, fue el manejo que le dio el gobierno, nos encerró a todos cuando no había ningún caso (uppercut a la economía), no cerró vías aéreas, lo que permitió la fácil entrada del adversario, y para rematar no implementó las medidas de bioseguridad en la ciudad capital, por lo que no solo estaba el enemigo en el interior, sino que saltaba alegre de persona en persona sobre una bahía de Transmilenio, con el sol de marzo dándole en la cara a las dos de la tarde.

La segunda bandera roja fue la programación de las clases virtuales, que nos agarraron con los “pantalones abajo”, las opciones más fáciles fueron tomadas:  Zoom y classroom a diestra y siniestra, y no los culpo, para tiempos desesperados, medidas desesperadas; y aquí como estudiante de grado once empezó el martirio, las clases no eran lo mismo, y la prioridad estaba enfocada al examen ICFES, por lo que, aunque sonreíamos, en el fondo estábamos devastados.

Las noticias también eran desalentadoras, todo era desfavorecedor, los titulares inundaron esos primeros meses, aquí el gobierno también brilló por lo equivocado: daban informaciones desactualizadas, imponían el pánico en la población y magnificaban un asunto que, aunque peligroso, vería sucesos peores con el paso del tiempo. También, aprovecharon para sacar su fase nocturna, vampírica y empezaron a desangrar los recursos públicos, aquí nuestro presidente “influencer” agarró la moda de dar su opinión. Como si fuera Suso, se puso sus pantalones de celebridad y creó su propio segmento televisivo, Acción y Prevención, que por concepto debía ser serio, pero ni el contenido se tomaba enserio a sí mismo, tanto que, hasta en algunas cadenas como DirecTV se catalogaba como “comedia”.

Los meses pasaron y el virus parecía cansado, yo estaba próximo a mi graduación y ya todos estábamos ansiosos, la cuarentena saca lo peor de uno y la convivencia en el salón era insoportable. Las noticias seguían igual, pero ya había esbozos de esperanza, la vacuna se veía muy cerca y los políticos parecían estar a punto de “comprender la dinámica social”, aunque después de muchos resbalones en mermelada, quien sabe quién tiró esos frascos de mermelada en los entes de control y regulación.

Ya estando graduado decidí tomar un receso para reflexionar sobre el 2020, me senté en el sillón de la casa y pensé, pensé y pensé, hasta que me aburrí, mi conclusión fue simple, el 2021 va a ser mejor, ¿Se acuerdan de mi lío con la intuición? Aquí vamos otra vez.

El 2021 entró agradecido, habían noticias positivas, los contagios descendieron y saboreábamos las vacunas. A quien engaño, a Duque lo cogió la tarde con las vacunas, y no trajo ni el 1% de las necesarias en la primera entrega, “te amo gobierno ineficiente”, podías tomar el ejemplo de Israel o de Chile pero tomaste el de México y Brasil, mal “Polombia”, mal, además planeaste una reforma para beneficiar a los pobres, en la que nosotros vimos la representación de la economía naranja, digo, la economía de la naranja, donde nosotros somos ese fruto jugoso y tú eres la señora de la esquina que, en medio de una escasez, exprime las que tiene hasta que solo se queda con su peladura, que si fuera por ella también la usaría.

Los medios de comunicación también relajaron a la población, que al estar cansada del encierro decidió que quería salir a viajar y de rumba, suerte para el gobierno que empezaron las marchas, ya tenían una justificación para sus inconsistencias y su falta estratégica.

Y aquí estoy, sentado en la sombra de este árbol esperando a que la situación mejore por un milagro, o que los alienígenas nos invadan para que el gobierno colombiano justifique las desapariciones que se van a venir.

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