Tatiana Fernández es un nombre que, seguramente, suena en muchos espacios y procesos sociales de la ciudad y una cara conocida en la localidad de Techotiba, mal llamada Kennedy. Especialmente, por su lucha y resistencia en tiempos del estallido social, pero la incidencia venía desde mucho antes. Tuvimos la oportunidad de hablar con ella, sobre varios temas, entre ellos, los inicios, aquellos lugares y colectivos que se han convertido en sus escuelas, sus refugios, pero también sus sitios de proyección y creación.

Tatiana es aún muy joven, sin embargo, conversar con ella deja entrever que tiene muy claro lo que quiere y lo que ha hecho a lo largo de su vida. Es egresada del pregrado de Literatura en la Universidad Nacional, ha participado en momentos y eventos claves a nivel nacional e internacional y sigue trabajando desde lo local, actualmente en el acompañamiento a la memoria social alrededor de lo que sucedió en lo que llegó a denominarse como el Portal de la Resistencia. Y, aunque llegamos a hablar con ella sobre su participación en la COP-27, nada más y nada menos que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se realizó a inicios del mes de noviembre en Egipto y donde se dieron cita los grandes líderes mundiales con sus equipos de trabajo para hablar sobre el futuro de la humanidad, al hablar con Tatiana nos pareció más interesante plasmar aquí, en el periódico, lo que ha sido ese proyecto de vida que se ha entretejido con la gente y con las comunidades del territorio y dejarle a nuestros lectores al final de la página la oportunidad de escuchar la entrevista completa a través del código QR.

Los inicios

Su camino inicia en Fusagasugá, allí, durante varios años hizo parte de Tierra Libre, una organización social y política que trabaja en temas de transición agroecológica, reconocimiento de los derechos del campesinado y comercialización. En el año 2011 llegó a Bogotá y se vinculó a varios procesos relacionados con la educación popular como la Red Libertaria Popular Mateo Kramer, A Barriga Llena Corazón Contento, el Servicio Social Alternativo, Escuelas de cine y derechos humanos, en diferentes localidades como Fontibón, Bosa y la Candelaria. En el 2015 llegó al Trébol como integrante de Biciterritorializando, un colectivo que aún existe, y cuya apuesta en ese momento se movía alrededor de usar la bicicleta en la ciudad, desde una visión de cómo la bici era particularmente una herramienta y un rasgo de clase, con preguntas alrededor de lo que podía significar para la gente el moverse en ciertos flujos y a ciertas horas, no solamente por entretenimiento o por la relación con el medio ambiente, sino por necesidad, lo que generó el encuentro con varias personas en una serie de actividades de resignificación de espacios de miedo para los ciclistas.

El Trébol

A inicios del año 2015 el Trébol ya había comenzado a construirse, gracias a la gestión del colectivo Arquitectura Expandida y a los vecinos del barrio Ciudad de Cali. Sin embargo, la construcción se estaba demorando más de lo que se había proyectado, pues se tenía previsto terminar el proyecto en dos meses y terminó extendiéndose cerca de nueve. En ese momento, no solo llega Tatiana, sino muchos más jóvenes que se vincularon en la gestión cultural, se quedaron y se hicieron cogestores del espacio con algunos vecinos del barrio, desde dos prácticas: la construcción comunitaria y la educación popular.

Tatiana se enuncia como parte activa del Trébol y, en el diálogo con ella, es evidente que su llegada a este espacio marcó un antes y un después, allí fue donde encontró otro tipo de discusiones. Entre ellas, la construcción de la ciudad, entendiéndola como un derecho humano. Desde entonces, se autodenominan defensores de derechos humanos colectivos, que son básicamente los derechos a decidir cómo se quiere organizar la vida colectiva. Iniciarían también el Preuniversitario Popular y en la pandemia, en el 2020, su huerta comunitaria en una vinculación muy importante con la Red Ambiental de Techotiba.

El Portal de la Resistencia

En el año 2021, llegar al Portal de la Resistencia en medio del estallido social, fue un movimiento apenas lógico, porque el Trébol queda a 3 cuadras del Portal. Allí llegaron para movilizar el Preuniversitario y hacer la clase a la calle, abordando temas centrados en el funcionamiento de la democracia y los mecanismos de representación democráticos. Días después se sumaron al Espacio Humanitario “Al Calor de la Olla,” y a la construcción de la democracia directa, trabajaron en el referendo popular, en las asambleas y en la construcción de un pliego de corto, mediano y largo plazo. Como dice Tatiana: “Se nos consumió la vida, el Portal se convirtió en la cotidianidad, al final nosotros resultamos ahí hasta junio”.

Una vez ser retiraron, comenzó el acompañamiento a doña Cecilia, la mamá de Duban Felipe, quien fue desaparecido el 5 de junio en el Portal. Cecilia lo buscó por 36 días hasta que Medicina Legal admitió que durante esos 35 días su hijo se había encontrado en las instalaciones de la entidad, aunque ella hubiese pedido en repetidas ocasiones que le permitieran ver su cuerpo. En acompañar a Cecilia y a la familia de Duban para el esclarecimiento de su caso se centró su trabajo, en la búsqueda de la verdad y la memoria en el Portal, es decir, qué fue lo que pasó y por qué pasó de esa manera. Parte de ese trabajo es el libro Firulais: El dron que quería ser espía, el cual construyó con su hermano Figaro Fernández y en donde entrelazan cinco maneras de defender que se dieron en medio de la dinámica del Portal, todas son historias de mujeres que estuvieron en la olla, en la brigada médica, en prensa, entre otros roles, con la idea de que se hagan muchas preguntas sobre la justicia, la lucha y el dolor, en clave de memoria.