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«Huerta Los Lupinos de Timiza»

Por: Yamile Valencia

 

 

La Huerta Los Lupi­nos de Timiza está ubi­cada cerca a la parada del alimentador anterior a la del barrio Palenque. Para el que vive cerca es un punto inevitable de tránsito de una zona que, a pesar de ser bastante accidentada y deteriora­da, ha sido apropiada en múltiples momentos por la comunidad, quien ha buscado hacer de ese rin­cón verde un espacio más agradable y más seguro.

Esa fue, justamen­te, la motivación inicial de Sebastián Ambrosio cuando comenzó la huer­ta, hacer un rescate del espacio público, en pa­ralelo con varias mujeres mayores que hicieron la siembra de un jardín de polinizadores y que aho­ra daba pie para seguir transformando el lugar.

El nombre de Los Lupinos es quizás, de las cosas más interesantes de la huerta, dado que no es una planta tan conocida, los lupinos son una espe­cie de legumbre, una plan­ta sagrada para las comu­nidades indígenas de los Andes y un súper alimen­to por todas las propieda­des que posee. Por esos días a Sebastián, que ya tenía su vivero, le habían llegado unas semillas de lupinos para germinar y cuando ya estaban listos para ser trasplantados, fueron los primeros que llevó para la huerta, que apenas iniciaba: “Todo ha sido autogestionado, lo que hemos podido con­seguir nosotros: el ence­rramiento, los abonos, las plántulas y pusimos unos seis, siete lupinos, así co­menzó la huerta”, comen­ta Sebastián.

Con los días el par­che se fue ampliando, se sumó Diego Sánchez y muchas más personas de la comunidad intere­sadas en colaborar, así se empezó a estructurar una huerta urbana: “La huerta se fue publicitan­do sola y empezó a llegar gente, vecinos y vecinas, que se pusieron manos a la obra, azadón y pala y comenzamos a abrir y a quitar capas de pasto, a preparar camas de cultivo y a truequear semillas y plantas con otras huertas cercanas”.

En la huerta se han dedicado, principalmen­te, a sembrar plantas medicinales y aromáti­cas como una reivindica­ción de las huertas de las abuelas, por eso, es fácil encontrar allí lavanda, tomillo, salvia, cidrón y algunas plantas comes­tibles como uchuvas, to­mates, pepinos, maíz y calabaza. Junto a plantas sagradas como el lupino, pero también el borra­chero y el tabaco. Asocia­do a la siembra, también se ha venido alimentado y tejiendo un intercam­bio continuo de saberes alrededor del uso y del poder de las plantas, en el diálogo con comunidades muiscas, con otros huer­teros y huerteras y con la misma comunidad.

En lo que están hoy es en seguir trabajando por hacer que la huerta sea agroecológica y auto­sostenible, ya iniciaron con la recolección de agua lluvia, el manejo del com­postaje para la realiza­ción de abono orgánico y el control de plagas den­tro del mismo modelo or­gánico y autosostenible, no lo están tratando con químicos sino con prepa­rado orgánico con ají, o con ortiga. La sostenibi­lidad también ha tenido mucho que ver con la so­lidaridad y el trabajo co­laborativo, por ejemplo, la pintada del muro, justo detrás de la huerta que hizo el Colectivo Timiza y que se desarrolló con la comunidad. También lo­graron poner unos tron­cos como sillas, cerca de la huerta, que la gente se ha ido apropiando y que cuando se reúnen facilita la creación de ese círculo de la palabra que se cons­truye alrededor de la olla y del alimento. Además, han logrado gestionar algunos recursos con su emprendimiento comer­cial, con el que ya han co­menzado a vender abono y manojos de lo que da la huerta, para sostener y fa­cilitar su mantenimiento.

“Lo que queríamos era rescatar esa memoria del territorio, esa memo­ria ancestral, eso me con­taba mi papá que ha vivi­do aquí por 30 años. Él me contaba que cuando atra­vesaba para ir a trabajar, todo esto eran potreros y humedales, pero él se enamoró de este lugar en particular y por eso deci­dió comprar la casa y ese espacio específico donde está ahorita la huerta, ya era una huerta en ese mo­mento”, menciona Sebas­tián.

La huerta Los Lu­pinos es un espacio de transformación, de me­moria y de vínculos fami­liares y comunitarios que se tejen alrededor de las plantas medicinales, aro­máticas y de poder.

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