«Impuestos injustos para los vendedores ambulantes»
Por: Yamile Valencia
Se sabe que los vendedores ambulantes están en la calle por la falta de oportunidades que realmente los beneficien a ellos y a sus familias en lo laboral, en lo económico y en lo educativo. La mayoría de esta población está conformada por madres cabeza de familia que tienen a su cargo hijos (as), padres, madres y hermanos (as). Debido a la pandemia se han sumado a este oficio una gran parte de desempleados que perdieron sus trabajos fijos, ya sea por los cierres, las cuarentenas o por quiebra de algunos sectores económicos. La población colombiana, en general, ha encontrado en la informalidad una oportunidad de trabajo y de ingresos a pesar de las difíciles condiciones en las que debe realizarse, como la condición climática, la persecución policial y las pequeñas mafias que mantienen el control territorial.
A todas estas difíciles condiciones, la Alcaldía de Bogotá ha intentado sumarle un cobro por el uso del espacio público, tanto para vendedores ambulantes estacionarios como para los transitorios. Lo que viene buscando hace meses la Alcaldía Mayor es generar un cobro por ocupación del espacio público, sin reflexionar sobre las necesidades de esta población. La primera vez fue antes de la pandemia, cuando ya tenía el proyecto casi listo para salir, pero debido a la pandemia se echó para atrás y el segundo fue hace unas pocas semanas, cuando por la presión del Concejo decidió no firmarlo todavía, pero prometió que entraría en vigencia en diciembre del presente año.
Con ese decreto la Alcaldía espera no solo cobrarles a los vendedores ambulantes, sino también a todos los negocios que se vincularon a la iniciativa de Cielo Abierto, que inició a finales del 2020 como estrategia de reactivación económica y solución al problema de espacios cerrados y aglomeración y que le permitió a restaurantes, bares y cafés hacer uso de una parte del espacio público y adaptarlo para el servicio. Según Claudia López con este impuesto, que se pospuso pero que iba a entrar en vigencia desde el 1 de octubre del 2021, se invertiría en seguridad y mejoramiento del espacio público. Otro ítem preocupante del decreto pospuesto es que no sólo le exigirá impuesto a los vendedores ambulantes, transitorios y negocios de la estrategia a Cielo abierto, sino también a los artistas callejeros que utilicen el espacio público para alguna de sus presentaciones.
Más allá de pensar cómo lograría la Alcaldía entrar a formalizar lo informal, es un llamado a prender las alarmas porque estas políticas públicas lo que pueden generar es empeorar la persecución policial y el estigma social sobre la población que se rebusca la vida dignamente desde la informalidad.
Los vendedores ambulantes rechazamos el cobro del impuesto al espacio público porque si tuviéramos la oportunidad y el poder económico pagaríamos un local. Las ventas en el espacio público no son lo suficientemente buenas como para pagar impuestos, apenas se hace lo necesario para el sustento del día a día y a veces no alcanza ni para los gastos más necesarios o para obtener un mínimo vital y causa indignación que la alcaldesa, en lugar de pensar en una propuesta para que salgamos de esta alarmante crisis económica, solo tenga cabeza para liquidar la economía popular y dejarnos sin la opción de llevar un mínimo sustento a nuestros hogares.