«La discapacidad, una cuestión de empatía y pedagogía»

Por: El Callejero

 

 

La definición de la discapacidad es compleja, controversial y cambiante, según el enfoque y el momento histórico en que se enmarca. Sin embargo, a partir de la aprobación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, en nuestro país se considera que:

“La discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”.

Según esta definición, la discapacidad se plantea desde un punto de vista relacional, como el resultado de interacciones complejas entre las limitaciones funcionales (físicas, intelectuales o mentales) de la persona y del ambiente social y físico que representan las circunstancias en las que vive esa persona, incluye deficiencias, limitaciones en la actividad y restricciones en la participación, denotando los aspectos negativos de la interacción entre un individuo (con una condición de salud) y los factores contextuales individuales (factores ambientales y personales).

Por lo tanto, la discapacidad se convierte en un obstáculo debido a la falta de empatía y de pedagogía social que permita incluir y proyectar medidas, acciones, infraestructura y modelos de ciudad y territorio que faciliten y conviertan en equitativas las condiciones de acceso y de vida de todas estas personas.

En Colombia, según las cifras del DANE del 2022, más de dos millones de personas tienen al menos una discapacidad, una cifra que, debe tener en cuenta la posibilidad de un subregistro, dada que, aún existen casos de ocultamiento de las personas con discapacidad en sus hogares y sus núcleos familiares, en los que se les niega la posibilidad de una vida íntegra. Además, llama la atención el aumento con relación a las cifras registradas en el 2019, cuyo número rondaba por el millón de personas. Lo cual prende las alarmas, primero sobre el acceso a la salud de los colombianos y segundo, sobre las políticas públicas orientadas a la protección de los derechos, no solo de las personas con discapacidad sino de sus familias.

Una lectura local

Hoy en día, la discapacidad es todavía un proyecto de cambio reciente en la localidad de Kennedy, en donde se han comenzado a generar distintos escenarios de participación consultivos, entre ellos, el Consejo Local de Discapacidad, el cual está conformado por un representante para cada uno de los siete tipos de discapacidades: 1) Física, 2) Auditiva, 3) Visual, 4) Cognitiva, 5) Sordoceguera 6) Psicosocial y 7) Múltiple. No obstante, a la fecha solo se encuentran sesionando cinco de los representantes, debido a que los otros dos compañeros han presentado complicaciones médicas. En el Consejo también participan distintas áreas sociales, como lo es la Secretaría de Salud, Integración Social, Movilidad y la Alcaldía Local.

Para Gloria Estrada, representante, como cuidadora, de la discapacidad múltiple, estos escenarios de participación como el Consejo les permite ser un intermediario entre la comunidad y las instituciones distritales, al mismo tiempo que estar atentos de la ejecución y el desarrollo de los derechos de las personas con discapacidad. “Podemos estar pendientes de la evolución de las políticas públicas y tratar de dirigir, de la mejor manera, cuáles son las necesidades de la población para que así mismo, las instituciones sean más asertivas”.

Finalmente, son ellos como personas con discapacidad quienes desde su misma experiencia de vida reconocen las necesidades de sus compañeros y compañeras, con los cuales, como se evidencia en sus espacios de participación, generan toda una red de apoyo, de cuidado y de solidaridad.

Óscar Moreno, también consejero, afirma que es muy importante un cambio de cultura, que sensibilice a las personas, para que no tengan miedos ni prejuicios frente a la discapacidad, para que se desmitifiquen las barreras que se siguen generando en la sociedad y la mirada hacia ellos no sea de lástima sino de resiliencia. 

Ese es quizá uno de los puntos de mayor convergencia entre los consejeros de discapacidad y esta comunidad en general, el desconocimiento y la marginalidad en la que la sociedad insiste en tenerlos, la falta de campañas de comunicación efectivas, que permitan no sólo que la gente sea más empática, sino que por lo menos se tome el tiempo para reconocerlos como personas, para mirarlos a los ojos y tenderles, por qué no, esa mano, cuando es tan necesaria.

Por otro lado, los problemas también tienen que ver con la falta de atención por parte del Estado, a las personas con discapacidad, que sufren a lo largo de su vida múltiples vulneraciones a sus derechos, como a la salud y la vida; y a aquellos que sufren la condición no como algo congénito sino debido a algún accidente o situación durante la vida, lo cual también implica una serie de procesos, papeleos, tutelas y demandas para poder conseguir un trato digno.  

“Las normas existen, toca es materializarlas”, declara Sonia Melo, quien tiene discapacidad visual. Y es que, como ella misma declara, este año se viene reformulando la política pública por medio del decreto 089. Añade: “Salió ahorita en marzo; tiene cuatro ejes, trece componentes, cada componente tiene líneas de acción y demás”.

Por otro lado, se habló de cuáles son algunos de los retos esenciales, como por ejemplo cómo los medios y la población en general deben tratarlos y nombrarlos. Por un lado, la norma, muestra a partir de la convención de las Naciones Unidades, en específico la Ley 1346 de 2009, que se debe decir personas con discapacidad, además la Corte Constitucional los declaró como sujetos de especial protección. Sin embargo, más allá de eso, como específica, Migue Ángel Mora, se trata más de cómo se nombran, de cómo las personas se acercan a quienes tienen una discapacidad.

Los retos que se necesitan afrontar hoy son múltiples, pero queda claro que se habla de la necesidad de luchar contra la indiferencia porque más allá del odio o del amor, la gente carece de un sentido de sensibilidad que ponga en marcha y visibilice lo que necesita la población discapacitada.

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