«La guerra del reciclaje»

A inicios del 2000 se hizo evidente la guerra por el reciclaje, cuando importantes empresas privadas comenzaron a influir en la definición de leyes y decretos entorno a la recolección del material.

Por: Juan Manuel Arias 

 

A mediados de los años setenta y ochenta esculcar la basura en busca de material aprovechable era considerado una forma indigna de ganarse la vida, las personas que ejercían esta labor eran consideradas desechables o indigentes, por la simple razón de recoger la basura o de reciclar. A mediados de los años noventa, aumentó el número de recicladores en las ciudades principales, el reciclaje ya no era la forma de sustento de los estratos bajos, sino también de las familias de estratos medios. Años después, a inicios del 2000 se hizo evidente la guerra por el reciclaje, cuando importantes empresas privadas comenzaron a influir en la definición de leyes y decretos entorno a la recolección del material, entre ellas una de las más polémicas fue la Ley 1259 del 2009, en su artículo 6, numerales 6, 14 y 15, en los cuales a través de la figura del comparendo ambiental se limitaba la labor de los recicladores de oficio, ya que les impedía acercarse al material extraído de las casas y alentaba para que todo terminara en los botaderos o licitado por empresas privadas:

6. Destapar y extraer, parcial o totalmente, sin autorización alguna, el contenido de las bolsas y recipientes para la basura, una vez colocados para su recolección, en concordancia con el Decreto 1713 de 2002.

14. Darle mal manejo a sitios donde se clasifica, comercializa, recicla o se transforman residuos sólidos.

15. Fomentar el trasteo de basura y escombros en medios no aptos ni adecuados.

Gracias a la intervención de la Asociación Nacional de Recicladores, Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, Universidad Nacional, Civisol y la intervención ciudadana, fue posible la declaración de inexequibilidad de los numerales anteriormente nombrados y se logró que el reciclador no fuera excluido de su oficio tradicional.

La guerra por la basura, por el control total de los desperdicios de cada uno de los hogares del país, se ha librado entre recicladores y empresas prestadoras de aseo como LIME, Ciudad Limpia, Aseo Capital y otras empresas, que buscan con una licitación tener la posibilidad de quedarse con una buena tajada de este ponque, que si se repartiera democráticamente daría de comer a muchas más personas. El tratar de desplazar a los recicladores de oficio que llevan más de cincuenta años en esta labor es, además de cruel e injusto, una pelea desigual. Lo que han hecho empresas como Ecoeficiencia S.A., cuyos dueños son Tomás y Jerónimo Uribe, hijos del expresidente Álvaro Uribe, ha sido contratar directamente con grandes empresas del país, la mayoría de ellas del monopolio de familias que abiertamente apoyan al Centro Democrático, y generar millonarios contratos para que sea esta empresa quien se encargue de todo el servicio de aprovechamiento del material, sin esta forma de corrupción sería imposible explicar cómo una empresa como Ecoeficiencia S.A. que comenzó con una base de 10 millones de pesos, a los pocos años tenga un patrimonio de $ 13,473,608,000. Esto quiere decir que, aunque existen leyes que protegen al reciclador, la posibilidad de privatizar el oficio sigue siendo una amenaza latente.

Además de la empresa privada, existen asociaciones y personas naturales que han encontrado otras formas de quedarse con el material. Por ejemplo, hay asociaciones que salen de la nada, que no tienen una trayectoria en el reciclaje y que van puerta a puerta pagándole a las personas por el poco reciclaje que les puedan entregar, de esta manera desplazan a los recicladores de oficio. Esta modalidad ya no se ve solo en las calles, sino también en las redes sociales, donde se identifican perfiles de personas y asociaciones que le piden a la gente que guarde el reciclaje y que ellos pasan por sus casas a recogerlo.

Lo que no han tenido en cuenta estas empresas privadas y asociaciones es que la Corte Suprema definió que el reciclaje es para los recicladores de oficio no para las empresas privadas, ellas hacen caso omiso y lo único que han conseguido es tratar de acabar con el reciclador, ya que es la única persona que se interpone entre la basura y ellos. Los auténticos recicladores seguimos dando la lucha contra los empresarios y las asociaciones ficticias que nos quieren sacar de nuestros empleos.

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