«¡La revolución sobre ruedas!»

La bicicleta es una solución sencilla, barata y divertida para afrontar con eficiencia la problemática de movilidad y de salud. Por todo esto, no es extraño que millones de personas hayan optado por la bicicleta como medio de transporte amigable, económico y práctico.

Por: Julio Enrique Cortés M.

 

La bicicleta tiene una larga historia de cambios y aportes a la humanidad, de acuerdo a sus respectivos contextos sociales, políticos y culturales, los cuales resultan interesantes de revisar. La bicicleta, la cicla, la viela o la burra, como se le ha bautizado, ha sido un importante medio de transporte y ha tenido diversos usos y beneficios para millones de personas en el mundo entero. Sin duda, en la actualidad, la bicicleta es reconocida y valorada por sus múltiples ventajas y contribuciones al mejoramiento de la calidad de vida de la población, ante el caos de movilidad que agobia a los habitantes de las grandes urbes. Es sabido que existe una cantidad enorme de mujeres, hombres y niños que van diariamente en bicicleta a sus lugares de trabajo o estudio, a hacer diligencias, o que simplemente la disfrutan como actividad de esparcimiento y recreación. Igualmente, la bici se ha convertido en una opción atractiva para salir a viajar y hacer deporte. En síntesis, la bicicleta es para muchas personas una maravillosa y fiel compañera que proporciona autonomía y bienestar en la vida cotidiana.   

La bicicleta en la emancipación de la mujer

Vale la pena destacar cómo la bicicleta resultó ser un medio de emancipación para las mujeres de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, puesto que, gracias a ella podían salir y transportarse de manera autónoma y libre sin depender de los esposos ni de otros hombres. Para ellas montar en bicicleta implicó transformar su vestuario, es decir, dejar sus corsés y faldas por ropa más cómoda y ponerse pantalones, lo cual fue mal visto por la cultura conservadora de la época. Era tanta la represión, que los hombres se inventaron toda clase de mitos y falsedades. Decían, por ejemplo, que las mujeres que usaran la bicicleta podrían contraer enfermedades como sífilis y gonorrea; también decían que podían perder la virginidad, que les potencializaba su deseo de masturbación y que podían, incluso, caer en la prostitución.

Las primeras mujeres que hace más de un siglo, en Europa y Estados Unidos, utilizaron la bicicleta, tuvieron que afrontar la censura y la negación de sus derechos. Susan B. Anthony, activista por los derechos de la mujer en el siglo XIX, declaró que: “La bicicleta ha hecho más por la emancipación de la mujer que cualquier otra cosa en el mundo”.

La bicicleta en Colombia

En cuanto a Colombia, las primeras bicicletas llegaron hacia 1930, venían de Europa en barco, fueron hechas en Inglaterra y los primeros que las pudieron adquirir fueron hombres de familias acomodadas de Cundinamarca, Valle del Cauca y Antioquia. Con el tiempo la bicicleta fue popularizándose porque llegaron bicicletas del Brasil y la India a precios mucho más favorables. Poco a poco, la bicicleta pasó de ser exclusivamente un medio de transporte a convertirse en una herramienta de trabajo. En las veredas, los campesinos movilizaban las cosechas y las cantinas de leche; y en las ciudades, los mensajeros, los carteros, la policía y los bomberos utilizaron estos vehículos de dos ruedas. Posteriormente, con el crecimiento de la industria automotriz y el uso masivo de carros en las ciudades, la bicicleta adquirió mayor relevancia, para quienes no era pensable asumir el costo de un carro.

La bicicleta en Bogotá

Por su parte, la capital colombiana, reconocida en América Latina por su modelo de ciclovía y ahora por su estrategia de Ciclocarriles Covid-19, tiene planes para los usuarios de la bicicleta. En su plan de desarrollo, ha presupuestado una inversión de 19 mil millones de pesos para atender cuatro objetivos: 1. Garantizar la seguridad personal y vial de los ciclistas. 2. mejorar la experiencia de viaje (con cicloparqueaderos y otros servicios). 3. Impulsar la cultura ciudadana (para transformar los hábitos de viaje). 4. Desarrollar infraestructura. Bogotá tiene 550 kilómetros de ciclorutas actualmente y se propone hacer 280 kilómetros más. 

Bogotá esa una de las ciudades con mayor cultura de la bicicleta a nivel mundial y el número de biciusuarios sigue creciendo aceleradamente. Para muchas personas el Transmilenio se volvió una pesadilla por el mal servicio que brinda a la ciudadanía. La bicicleta es de cierta forma una opción de vida que brinda mayor satisfacción y felicidad.

Sin embargo, aún falta avanzar en cuanto al mejoramiento de las condiciones de seguridad para los biciusuarios. Hay muchos tramos de la malla vial deteriorados, bolardos y carros parqueados que obstaculizan la circulación de bicicletas. Igualmente, es necesario mejorar la iluminación, la señalización y construir bicicleteros en las empresas, universidades, supermercados, conjuntos residenciales, entre otros espacios. También es pertinente señalar la necesidad urgente de realizar un mayor control a los vehículos del transporte público y de carga porque son excesivamente contaminantes. También es importante que los biciusuarios sean más responsables y utilicen adecuadamente las ciclorutas, que usen habitualmente los accesorios de protección como el casco, reflectivos y luces en la noche, así se contribuye a la construcción de una cultura de respeto y prudencia con los peatones y demás vehículos de la ciudad.

La bicicleta como alternativa ante la crisis global

En los albores del siglo XXI el planeta ha sufrido toda clase de convulsiones y transformaciones. El cambio climático es evidente y sus estragos han sido devastadores. La tragedia por el daño ambiental exige el replanteamiento de las prácticas de consumo y la relación con el mundo. Esto significa, cambiar hábitos, que van desde la vida cotidiana, hasta el accionar político de los gobernantes y los estados. Es indudable que la súper producción de vehículos que funcionan a partir de los derivados del petróleo afecta la tierra y la salud de todos los seres vivos, e incluso genera condiciones favorables para la aparición de nuevas enfermedades. Con la pandemia del Covid- 19 se ha incrementado el uso de la bicicleta ya que este medio ayuda a evitar los riesgos de contagio propios de los transportes masivos, los cuales han sido considerados internacionalmente (OMS) como fuentes de alto riesgo de propagación del Coronavirus.  Además, ha sido una gran alternativa de alivio económico, puesto que sus usuarios ahorran dinero ante el alto costo de los pasajes del transporte. También ha sido beneficiosa al propiciar un mayor bienestar en cuanto a la salud física y emocional de la población, puesto que, para muchos, es un ejercicio deportivo que cumple una función terapéutica y rompe con el sedentarismo tan común en estos tiempos. 

No es casual que las ciudades que han dado un papel protagónico a las bicicletas sean más amables y humanas: Copenhague, Oslo, Hamburgo, Ámsterdam, entre otras. Igualmente, cabe destacar que, recientemente en París y Barcelona, ciudades con una larga trayectoria en micromovilidad (bicicletas, patinetas eléctricas, etc.) existe un apoyo económico a sus programas de movilidad sostenible. Como se puede ver la bicicleta es una solución sencilla, barata y divertida para afrontar con eficiencia la problemática de movilidad y de salud. Por todo esto no es extraño que millones de personas hayan optado por la bicicleta como medio de transporte amigable, económico y práctico. Decía Eduardo Galeano que “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

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