En estos últimos años, hemos visto como la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP) desplaza cada vez más al reciclador de oficio y a la mayoría de las asociaciones de recicladores, mejor conocidas hoy en día como Estaciones de Clasificación y Aprovechamiento (ECAS). Con campañas puerta a puerta quieren realizar la recolección de gran parte del material reciclable en varias zonas de Bogotá. La estrategia ha sido bastante atractiva, con toda la destreza de una entidad pública han llegado a los barrios con Chivas del Reciclaje que vienen acompañadas de grupos musicales, artísticos, la Policía Nacional y la Policía Cívica Juvenil, en estas chivas hacen recolección del material reciclable como plástico, cartón, papel, vidrio y metales, también de ropa usada que para los recicladores son los corotos, de aparatos electrónicos, bombillas, pilas, entre muchos otros objetos más. Para hacerlo han conseguido el beneplácito de algunas asociaciones o ECAS a las que les prometen cielo y tierra: bodegas, carros y privilegios para que puedan acceder a varias fuentes de reciclaje de la capital.

Lo que no ha entendido la UAESP es que los recicladores de oficio son sujetos de protección especial, que tienen derecho a acceder a la basura para hacer el aprovechamiento del material, evitarlo es impedir que las 319 organizaciones, que se encuentran en el Sistema Único de Información (SUI), que acogen a más 21.000 personas tengan como fuente principal de ingreso el reciclaje en Bogotá, es decir que pierdan la oportunidad de vivir dignamente.

Vemos que las empresas del Estado siguen intentando sacar a los auténticos recicladores que han encontrado en el reciclaje una fuente de sustento, no solo a ellos, sino a los hijos y a los hijos de los hijos, que por generaciones han puesto su granito de arena para darle un respiro al planeta.