«Obras en duelo, una mirada íntima hacia los que ya no están»

Por: Manuela Molano Umaña

 

 

Si escuchas sobre el conflicto armado, este sonido puede provenir desde muy lejos; si ves el desplazamiento, tu visión quizás se nubla de momento. Esa perspectiva de que el desplazamiento y la violencia ocurren lejos de las urbes es apenas una percepción, cuando es cierto que han sido las urbes las receptoras de más de 5.235.064 millones de víctimas de desplazamiento forzoso en el país. Premisa que genera la necesidad de transportar las historias de estas víctimas como acto de reconocimiento y resignificación a diversos lugares de Colombia y el mundo.

La exposición Obras en Duelo de la artista visual Erika Diettes, culminó su apertura al público el 6 de octubre de 2023, en el Museo Pedagógico de Bogotá y plasmó la intimidad tras el duelo de familias víctimas de la guerra en Colombia. 

A través de fragmentos materiales, el arte surge como ente transformador del proceso de duelo y evoca la memoria de quienes perdieron la vida en medio de la violencia. La obra se compone de tres exposiciones de la artista, creando una conjunción de elementos recopilados en distintas zonas de conflicto en Colombia y cuyo hilo conductor ha sido no discriminar el duelo de ningún doliente. Tal es el caso de Relicarios, muestra de 165 objetos recolectados entre los años 2005 y 2015, expuestos en simultáneo en Bogotá y Argentina, que proponen la aceptación de la ausencia violenta y la muerte dolorosa, para brindar un espacio de sepultura simbólica de víctimas que incluso hoy, continúan desaparecidas.

La muestra Sudarios, corresponde a una galería en tonos grises, blancos y negros, de rostros femeninos que narran las atrocidades que el conflicto armado ha dejado a su paso, grabados sobre seda y flotando al vaivén del aire, expresan el duelo y la perdida. Sobre este punto, la artista ofrece una perspectiva del duelo general, proceso que en sus palabras: “Te desocupa de alguna manera, a medida que vas pasando el proceso, vas entendiendo que te aliviana” sin embargo, una vez es atravesado por la violencia: “el espectro del duelo cambia”.

La tercera muestra, corresponde a Río Abajo, una sentencia sobre las vidas silenciadas, sumergidas que, a través de prendas que algún día fueron habitadas; allí se expone un panorama siniestro de la relación entre los ríos y los vejámenes de la guerra en Colombia.  Tal y como lo expuso en su momento, Fredy Chicangana, poeta indígena del Pueblo Yanakuna: “Si los ríos pudieran hablar, cuánta historia contarían…” (…) “La historia es tan miserable que los ríos prefieren callar…”.

Educar desde la memoria y la resignificación

El Museo Pedagógico juega un papel clave en la obra de Diettes, es el espacio de formación de futuros pedagogos que deben tener en consideración la necesidad de abordar el conflicto armado desde su incidencia negativa en la educación rural. Según la Comisión de la Verdad y Educapaz: “Entre 1986 y 2021 se presentaron 881 casos de afectación a comunidades educativas durante el conflicto armado. Estos hechos fueron perpetrados por todos los actores armados”. De por sí la educación rural es poseedora de inequidades en cuestiones de infraestructura, insumos, calidad, entre otros; resaltando en este contexto, la violencia.

Esta labor pedagógica debe priorizar la resignificación de los espacios educativos marchitos por el conflicto, pero debe extenderse a la zona urbana, destino principal de los desplazamientos y que muchas veces trae consigo un oleaje de desigualdades para las víctimas; idea que reafirma el Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC), en su estudio El Último Refugio, desplazamiento forzado en Colombia: “Si bien millones de desplazados internos en Colombia consideran que las áreas urbanas pueden ofrecerles protección, muchos terminan en asentamientos informales donde pueden enfrentar numerosos riesgos y vulnerabilidades inesperadas”

El territorio urbano, epicentro de oportunidad o de inequidad, corroboró en 2016 la falta de concientización, pedagogía y escucha a las víctimas, tras el rechazo de los acuerdos de paz, mediante el plebiscito.

Puesto que “Es un conflicto en las zonas apartadas de Colombia, en las periferias, en las selvas, los campos”, explicó el analista político Hernando Gómez Buendía, en ese mismo año. A su vez, Alejandra Barros, directora de la Misión de Observación Electoral de Colombia (MOE) en 2016, hizo alusión a la no victoria por el No, en zonas urbanas y el Sí en las zonas rurales, las más azotadas por el conflicto: “Es decir que lo urbano, que no vive la guerra, decidió sobre lo rural”.

El panorama actual inclina la balanza hacia una memoria histórica que amplíe y ecualice la realidad del conflicto armado y que, en vías de construcción de país, la voz de las víctimas de los lugares más recónditos resuene y nos permita enfrentar y hacer un alto a fenómenos de violencia posteriores, tal y como lo evaluó el Instituto de Estudios Urbanos – Unal: “Aunque las miradas del público en el posconflicto se dirigen hacía las zonas rurales, las más golpeadas tras 50 años de guerra, las reconfiguraciones del conflicto, después del acuerdo, se comienzan a asentar en las ciudades.”

La apuesta de la artista y antropóloga, Erika Diettes, genera un llamado a la realización artística sobre conflicto armado no revictimizante, sino que oriente a la dignificación y a la memoria: “Para que en algún momento estas historias sean contadas en pasado y no desde el presente”.

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