El viernes 13 de agosto de 1999 a las 5:45 a.m. dos hombres, en una motocicleta blanca, dispararon seis veces en contra del abogado, periodista y crítico político, Jaime Garzón. Este vil asesinato sicarial provocó grandes oleadas de indignación, en la memoria de algunos colombianos aún resuena la célebre frase del periodista César Augusto Londoño, quien lleno de dolor despidió la sección de deportes del noticiero CM& diciendo: “Hasta aquí las deportes, país de mierda”. El asesinato de Jaime Garzón marcó el ascenso de la violencia paramilitar en Colombia, el recrudecimiento de la censura, las masacres, el asesinato selectivo de defensores y defensoras de derechos humanos y el silencio de un país que tuvo que aguantar el dolor de ser testigo del asesinato de cerca de 220.000 colombianos. 

“En Colombia la pregunta es: ¿quién nos va a matar?, ¿los guerrilleros, los paramilitares, los narcos o los políticos?” esa incógnita ya se la había formulado Jaime Garzón antes de su muerte, hoy más de dos décadas después ninguno de los responsables intelectuales y materiales de su asesinato ha sido judicializado, el proceso sigue enredado, y ahora le corresponde a la JEP esperar a que Jorge Eliecer Plazas y José Miguel Narváez le cuenten la verdad al país, quién dio la orden y cuáles fueron los móviles para hacerlo. 

Hay muchas formas de hacer memoria, Jelin en ¿De qué hablamos cuando hablamos de memorias? Afirma que: “Abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos. Hay en juego saberes, pero también hay emociones. Y hay también huecos y fracturas” la memoria es ese entramado individual y colectivo en el que decidimos sumergirnos en busca de una reivindicación, en algunos casos de la vida, de los derechos y de una historia que ya no es el relato de los vencedores, sino que se construye con la mirada de una ciudadanía que desde sus saberes y sus experiencias evalúa las repercusiones, en el caso nacional, de un largo conflicto armado. 

El arte en la ciudad ha hecho la tarea de Hacer Memoria, el grafiti, la literatura y la música han sido medios efectivos que conectan a la gente con su pasado, para que entiendan su presente y proyecten mejor su futuro. Esto es lo que hace Marcela Pardo una mujer que hace memoria desde el rap inteligente, para ella: “El rap debe hablar de la realidad que nos acoge, por eso sí se debe hablar de política, más no ser politiquero. Claro que sí se puede hacer memoria histórica, ya que es una hermosa forma de recordar y la función de la música en una sociedad como la nuestra debería ser netamente positiva, ya que en teoría es un medio de transformación social, pero muchos jóvenes de esta sociedad piensan superficialmente y escogen muchas veces su gusto musical no por su contenido, sino por el ritmo”.

El año pasado el Centro Nacional de Memoria invitó a Marcela Pardo a hacer parte del homenaje a Jaime Garzón, un espacio en el que confluyeron diversas muestras artísticas, entre ellas la canción que hace varios años le había compuesto como acto de conmemoración: “Yo decidí hacer el homenaje a Jaime Garzón porque, aunque no tuve el placer de conocerlo, sin duda es uno de los hombres más alucinantes que existió. Siento que no ha nacido otro hombre como Jaime, un hombre con su gallardía, con su coraje y fuerza para enfrentarse a sangre con la corrupción de este país, siento que estamos en deuda con él porque después de 21 años, su crimen sigue impune, cuando el murió defendiendo los derechos humanos de todos nosotros. Fue un patriota, héroe para muchos y peligro para muchos también, muestra fehaciente que sobrevivimos en un país donde la palabra nos sega la vida, donde para poder vivir hay que callar. Hábil, gracioso, fuerte, así defino a Jaime Garzón”. Hoy a los 21 años de su muerte no olvidamos y por el contrario hacemos memoria desde el arte y reivindicamos su figura desde el rap.