«Tres miradas sobre la situación en Brasil»

Por: El Callejero

 

El periódico El Callejero tuvo la oportunidad de entrevistar a dos colombianas y un co­lombiano residentes en Brasil, para conocer su mirada sobre la llegada de Lula da Silva al poder, el pasado 1 de enero, y la toma repentina que se vivió el 8 del mismo mes al Congre­so, al Tribunal Supremo y al Palacio Presidencial en Bra­silia. Hechos que recordaron rápidamente la invasión al Capitolio en Washington el 6 de enero del 2021 y que genera­ron una ola de temor en el sur del continente, donde la llega­da de gobiernos de izquierda o progresistas ha venido des­atando reacciones violentas y antidemocráticas por parte de las derechas radicales, que se han aferrado al poder.

 

Úrsula Ramírez Gi­raldo es artista escénica transfronteriza y comu­nicadora popular para la vida del Tejido de Co­municaciones del Norte del Cauca, actualmente se encuentra recorrien­do varias regiones de Brasil y este es el análisis que hace sobre su expe­riencia en el país vecino:

Comenzaré este texto aclarando que ex­presaré únicamente mi punto de vista sobre el fe­nómeno que acontece ac­tualmente en el territorio brasileño, a partir de mí recorrido por diferentes estados y mi experiencia como trabajadora infor­mal o artista da rúa.

En la reciente jorna­da electoral me encontra­ba viajando hacia el sur de Brasil. Durante cuatro meses recorrí Sao Paulo, Paraná, Rio Grande do Sul y Santa Catarina, es importante contextua­lizar el recorrido pues estos territorios históri­camente han sido, en su mayoría, conservadores y además, hoy por hoy, bol­sonaristas. A esta pasión se suman grupos radi­cales, religiosos y demás que constituyen esa he­rencia cultural de la colo­nización portuguesa y las migraciones de alemanes, españoles, polacos, ucra­nianos y judíos haciendo de esta combinación un cóctel peligroso que pue­de estallar en cualquier momento.

Justamente, es en esta región en la que se dan los últimos aconte­cimientos, cuando este foco de simpatizantes intenta dar un golpe de estado. A pesar de que re­presentan poco menos de la mitad de la población, son quienes han detenta­do el poder económico, político y social del país. Este ya es un preceden­te que denota un estado de desigualdad. En estos sectores es donde se han presentado más hechos vandálicos y asaltos por parte de personas ultra­conservadoras, radicales y nacionalistas que en un delirio de patriotismo tienen la idea de que Jair Bolsonaro acuna todos sus imaginarios cultura­les: clasismo, racismo, xe­nofobia, patria, religión y familia. Sumado a esto, está la permisividad en el porte de armas. Duran­te el gobierno saliente se habilitaron vías para que el ciudadano de a pie se armara de manera legal, lo que ha generado un ambiente de inseguridad pública.

Por otro lado, te­nemos el nordeste y las demás regiones donde históricamente se han asentado las poblaciones más pobres, marginadas e invisibilizadas que están mayoritariamente com­puestas por negritudes, pueblos indígenas y cam­pesinado. Aquí, indiscu­tiblemente, Lula fue el vencedor, durante las dos jornadas de elección. Esta lucha histórica de clases, hoy divide las opiniones de un país polarizado en­tre garantizar “la patria, la familia y el orden” y simplemente vivir mejor.

En este punto hay que estar atentos a este proceso, pero no darle fuerza mediática a ru­mores de golpes de es­tado, ya que este tipo de propaganda lo único que hace es alentar estos movimientos. Lo que sí podemos observar de ma­nera cercana es que este fenómeno golpista podría convertirse en una guerra civil, pero eso está por verse, ya que al pasar los días los ánimos caldea­dos de las gentes radica­les menguan, en cambio las fuerzas sociales que le apuestan a renovar el país siguen avanzando y no aflojan.

 

Lukas Lezama es politólogo y sociólogo egresado de la Universi­dad Nacional de Colom­bia, magíster en Políti­cas Públicas, Estrategias y Desarrollo de la Uni­versidad Federal de Rio de Janeiro. Él plantea el siguiente análisis sobre lo que ha pasado en es­tos últimos años:

Voy a señalar apenas unas ideas generales de lo que considero es un esce­nario de crisis sistémica que vive Brasil en este momento. Pienso que los retos que tiene el gobier­no actual son enormes: uno, es el escenario de crisis sanitaria que vivi­mos. Brasil es un país que tiene el 4 % de la pobla­ción del mundo y murió el 11 % de todas las víctimas de Covid a nivel mundial, es decir, que fue una ges­tión nefasta la que tuvo el gobierno de Bolsonaro a nivel sanitario; también vivimos el escenario de recesión económica, pero no solo por estos cuatro años de Bolsonaro, sino por los años de gobierno que vienen desde el impea­chment a Dilma con Temer y todo el ascenso y radi­calización de grupos de ultraderecha que se en­quistaron e hicieron del Estado, un Estado autori­tario, militar y policial.

Considero que a pe­sar de Lula haber gana­do las últimas elecciones presidenciales, a nivel institucional, en este mo­mento y aún dentro de mucho tiempo, no va a conseguir tener el poder de todas las institucio­nes. No se tiene el poder, apenas se conquistó el gobierno. A nivel legis­lativo, ejecutivo y en tér­minos regionales, el bol­sonarismo sigue siendo la primera fuerza política del país. Lula tendrá que hacer muy buenas alian­zas con esas fuerzas de ultraderecha para conse­guir gobernabilidad y sa­car adelante las reformas políticas que precisa en este momento.

El ambiente que se vive en el país es un am­biente de tensión, pues recientemente con estos episodios a la toma de los tres poderes públicos, se demostró que el bolso­narismo no es una fuerza muerta, por el contrario, lejos de algunos análisis de expertos que plantean que el bolsonarismo salió más derrotado con ese episodio, yo considero que fue un examen, esta­ban midiendo fuerzas y si no se toman las medi­das necesarias, podrían repetirse este tipo de episodios. Tenemos una población radicalizada, bolsonarista activa y mo­vilizada, que se expresa en diferentes partes del país. Es un escenario de mucha polarización, tam­bién de mucha desinfor­mación y este sector de la población se moviliza a través de las redes socia­les, por las fake news, por todo este cuento de la pos verdad.

Los medios de comu­nicación fueron los que durante mucho tiempo estigmatizaron y crimi­nalizaron al mismo Lula, lo tildaron de ladrón y de corrupto. Esa matriz de opinión caló mucho den­tro de una buena parte de la sociedad y a pesar de que en este tiempo reciente fueron muy crí­ticos de Bolsonaro, esa matriz de opinión tendrá una responsabilidad muy grande en recuperar o en transformar la cultura y la conciencia de las per­sonas. Ahí yo agrego que debe haber una responsa­bilidad del gobierno para crear medios de comuni­cación públicos y nuevos espacios de formación de opinión que no repro­duzcan esa matriz histó­rica, sino generar otros espacios que combatan la misma desinformación y la estigmatización de los grandes medios de comu­nicación. 

¿Qué garantías sienten los simpatizantes del actual gobierno con la policía y las fuerzas militares?

Yo creo que esa es la pregunta más sensible y más complicada, porque tenemos todavía un es­tado que es autoritario, que está tomado por las fuerzas militares y por los policías. Los militares acá tienen mucho poder y no solo con Bolsonaro y Te­mer, sino históricamente, la historia de Brasil es la historia de un país que nunca logró deslindar­se totalmente del rezago de la dictadura, a pesar de que hubo gobiernos post-dictadura, de la de­mocratización, etc. Nun­ca en este país se ha desa­rrollado, realmente, una reforma que le quite a los militares y a los policías los privilegios que tienen. Mientras no se desarrolle esa reforma va a ser muy difícil quitarles espacio y poder a este sector de la sociedad que está infil­trado en todas las insti­tuciones y en toda la vida social del país.

 

Vanessa Castillo Barajas es comunicado­ra social, periodista y artista, estaba viviendo en Río de Janeiro, pero a mediados de septiembre del año pasado regresó a Bogotá, ella respondió varias preguntas que te­níamos sobre lo que ha venido sucediendo en el país limítrofe:

Cómo calificaría la si­tuación actual de Brasil, en términos económicos, políti­cos y sociales.

La desigualdad en Brasil aumentó, así como los índices de hambre e informalidad laboral. Muchos ven en la pan­demia una justificación, pero la realidad es que, en comparación con otros países de América, como Argentina, Perú o Colom­bia, Brasil ha sido uno de los países menos afecta­dos y que ha logrado re­cuperarse más rápido y estabilizar su PIB.

Sin embargo, la des­igualdad con la pandemia y con el gobierno Bolso­naro se hizo más visible, en parte porque él du­rante todo su gobierno no priorizó: la ciencia, la educación, la salud ni la cultura, donde se dismi­nuyeron presupuestos y esfuerzos. Lo demostró también con la pandemia, mientras millones de per­sonas morían en su país, él negaba la existencia del virus Covid-19, por lo que no tomó medidas para detener el virus ni adqui­rir las vacunas a tiempo. Dejando como mayores afectados a los habitantes de territorios distantes como el Amazonas, don­de el acceso a la salud es precario, bien sea por la distancia, la infraestruc­tura, los medicamentos o por el personal médico.

Lula fue elegido en el 2022 como el nuevo presidente de la Republica de Brasil, qué significa eso para los brasile­ños, cuál es la expectativa con este cambio radical de un go­bierno que venía de una ultra derecha a este de línea liberal y de izquierda.

Más allá de las ex­pectativas hay una reali­dad y es que Lula no tiene mayorías en el Congreso, entonces tendrá que ne­gociar bastante y lograr disminuir esa polariza­ción política que hay en el país. Respecto a los votantes, muchos tienen la esperanza, como se ha tenido desde hace mu­chos años, de acabar con la desigualdad, por ende, con el hambre y la pobre­za. También se espera que se protejan los territorios indígenas y ancestrales y sus comunidades que se vieron bastante afectadas en el gobierno de Bolso­naro.

Los votantes de Lula y los gobiernos de otros países, ven como priori­dad la protección de los recursos naturales y el Amazonas, cuyo mayor territorio está en Brasil. La educación es otro tema fundamental por el cual hubo movilizaciones en varias ciudades del país, porque muchas personas que recibían bolsas estu­diantiles fueron afectadas por recortes económicos hechos por el gobierno Bolsonaro, así que, como expectativa se tiene jus­tamente recuperar esos recursos que iban para la educación y otros secto­res importantes que están ligados, como la ciencia y la cultura.

Hay cabida para anali­zar comparativamente lo que está ocurriendo en Brasil y lo que podría llegar a pasar en Colombia.

Se podría comparar desde varias partes, de­pendiendo de si lo quere­mos ver desde la polariza­ción, o desde el conflicto armado, pero lo haré des­de un ejemplo puntual. Apenas comenzó el go­bierno de Petro se habla­ba sobre grupos armados que se estaban organi­zando en zonas rurales para atacar a la población civil y varios territorios, en caso de que Petro fue­ra a quitarles sus tierras, esto generó pánico espe­cialmente en esas zonas donde los paramilitares han cometido masacres y han tenido fuerza, ahí Pe­tro le dio poder y cargo a José Félix Lafaurie y logró parar un poco ese terror, pero el riesgo de volver a un conflicto con parami­litares y grupos crimina­les organizados estará ahí latente porque la dere­cha perdió su cargo más importante pero no su poder, no por completo. Entonces, este también es un ejemplo de que hay que negociar y Lula tiene que ser más que carismá­tico, sagaz y dialogar con todos los sectores políti­cos, para generar unidad y conseguir que apoyen sus proyectos y así tener un buen periodo electoral.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Estas sin internet en este momento!

Nos gustaria enviarte todos nuestros contenidos digitales y periódicos quincenales, tan solo debes dejarnos tus datos y siempre recibirás en tu correo el contenido!